Ya hace casi un año que el renovado Mercat Central abrió sus puertas. Son muchas las expectativas, tanto de las administraciones como de los propios comerciantes, de que el entorno del Mercat se convirtiera en una zona comercial. Pero la esperanza, para los propietarios de los negocios, cada vez es menor.
Los alquileres están subiendo y los inquilinos no pueden hacer frente al gasto. Esto supone que cada vez haya más locales vacíos.
Sin embargo, hay más bares y terrazas que nunca. Los comerciantes de la zona se muestran preocupados por la proliferación de negocios de restauración en los últimos meses. Algunos comerciantes piensan que les perjudica la presencia de tantos bares y otros aseguran que les beneficia, porque atrae a más clientes.
El Diari no ha tenido acceso al número de licencias de bares y restaurantes que el Ayuntamiento ha dado en la zona del entorno del Mercat Central, pero como mínimo se han podido contabilizar cinco locales nuevos en los últimos meses.
La calle Lleida es una de las más destacadas, convirtiéndose en un espacio repleto de terrazasEn la calle Governador González ha abierto un restaurante de comida rápida y, al lado, hacindo esquina con la calle Colom, hace dos semanas se inauguró otro bar. En la calle Reding cada vez hay más bares.
Hace unos meses cerró el Bar Super y, actualmente, se están haciendo obras. En breve abrirá otro.
Según los comerciantes de la zona, los motivos de esta proliferación de bares son muchos. El primero es el aumento del precio del alquiler de los locales.
«Los inquilinos no pueden mantener el negocio y deciden cerrar. En su sitio abre un bar. Es dinero más rápido y además pueden tener terraza», asegura Maria José Rízquez, propietaria de una tienda de perfumes, ropa y complementos situada en la calle Colom. Rízquez añade que «la gente prefiere ir a tomarse algo en una terraza que comprarse un jersey. Así es la vida». Esta es la tónica: cierran tiendas y abren bares.
Según los vendedores, «el comercio se está desviando todo hacia las grandes superficies comerciales, como el Parc Central o Les Gavarres», dice Rízquez.
Por otro lado, Anna Álvarez, propietaria de una tienda de decoración en la calle Reding, asegura que «es mejor que abran bares y restaurantes y que dejen de haber locales cerrados, vacíos y abandonados».
Álvarez, pero, añade que «desde que empezó la crisis y las obras del Mercat, lo único que ha abierto en esta zona son bares y terrazas».
Los comerciantes tienen miedo a que el entorno del mercado «se convierta en la Plaça de la Font 2»El presidente de la Unió d’Empresaris dels Voltants del Mercat Central, Josep Maria Juan, explica que «hace unos años, en la Plaça de la Font había muchos comercios, como una pescadería, una zapatería, una panadería, entre otros. Actualmente, todos los locales son bares. No queremos que esto acabe pasando aquí».
Juan pide al Ayuntamiento de Tarragona que se regulen las licencias del entorno del Mercat, a través de un plan de usos.
La llegada del mercadillo
En el interior del recientemente estrenado edificio modernista se encuentra Maria Virgili, presidenta de la Associació de Venedors del Mercat Central.
Virgili opina que la presencia de bares y terrazas no perjudica al Mercat ni a las tiendas del exterior. «Al final, las zonas comerciales no funcionan si no cuentan con otros atractivos, como por ejemplo, espacio de ocio».
En esta misma línea, Florenci Nieto, presidente de Pimec Comerç, asegura que «la proliferación de bares da riqueza a la ciudad, siempre y cuando esté regulada». Nieto alerta de qué va ocurrir con las terrazas cuando llegue el mercadillo.
«Si no se alcanza un acuerdo con los marchantes se formará una batalla campal», dice Nieto, quien aconseja «dejar las cosas claras antes de que llegue el mercadillo a Corsini».
Finalmente, la concejal de Comerç del Ayuntamiento, Elvira Ferrando, asegura que «cada uno es libre de abrir lo que quiera y desde el consistorio no podemos negarnos».
Ferrando añade que se está trabajando en un plan estratégico comercial para decidir cómo enfocar la zona.
Privatizar el espacio público
Los principales perjudicados por la proliferación de bares y terrazas son los vecinos, quienes aseguran que «nos estamos quedando sin espacio público para que los más pequeños puedan jugar», asegura Núria Sabat, presidenta de la Associació de Veïns Tarragona Centre, quien añade que «se están privatizando las calles con las terrazas de los bares».
La entidad vecinal explica que ha trasladado la inquietud al Ayuntamiento y la presidenta pone como ejemplo la calle Lleida.
«Tenemos miedo de que la Plaça Corsini se llene de sillas y mesas», dice Sabat, quien exige un plan de usos que marque un número máximo de bares y restaurantes en la zona.