El error comunicativo: dar cancha al negacionismo

«Los contenidos falsos alimentaron teorías conspirativas varias y generaron una corriente de malestar hacia gobernantes y medios»

30 mayo 2021 08:10 | Actualizado a 30 mayo 2021 11:48
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Durante la pandemia también se produjeron errores comunicativos y los/las periodistas somos en parte responsables de ello. Justo es reconocerlo. Como señala la investigadora del Departament d’Estudis de Comunicació de la URV Marta Montagut, «la falta de legitimidad política y la dificultad del periodismo para consolidarse como fuente informativa preferente dejaba paso a otros actores que, a través de redes sociales, nos hacían llegar todo tipo de contenidos, muchas veces más impactantes, espectaculares o morbosos que lo que podíamos leer, ver o escuchar en los medios periodísticos».

Recuerda Montagut que «nuestra credulidad, generada en parte por nuestro miedo o confusión hacia una situación extrema, se veía alimentada por historias que podían ser verosímiles y que podían generar un cambio de actitud o una decisión mal informada sobre la propia salud. El error de dar cancha a estos contenidos, incluso amplificándolos a través de los medios convencionales, ha hecho que la desinformación - las mal llamadas fake news - haya ganado algunas batallas, como la de generar todo tipo de dudas alrededor de las vacunas. Aunque los ‘factcheckers’ (comprobadores de datos) se han incorporado a las redacciones o incluso se han establecido como plataformas por si mismos (Maldito Bulo, Newtral, Salud sin Bulos, etc) la información falsa respecto a la pandemia continua circulando y generando confusión».

En una línea similar se expresa la presidenta en Tarragona del Col·legi Oficial de Psicologia, Eva Llatser: «a lo largo de toda la pandemia ha habido un exceso y reiteración en los contenidos y mensajes ofrecidos a la población. El exceso de información aporta una sobresaturación mental. Hecho que ha derivado en que muchas personas desconectaran de los mensajes o se aislasen del contenido informativo para disminuir la afectación y el impacto que estos mensajes producían en su estado de ánimo».

Según Llatser, «no se ha sabido transmitir desde una vertiente pedagógica las conductas de riesgo para que la población las incorporara en su rutina de una manera elegida y querida, fomentando el sentido de adherencia porque es lo mejor para un mismo y para el bien común.

«Los mensajes de prevención se han transmitido desde la prohibición y desde la obligatoriedad, cuando era importante transmitirlos desde la perspectiva del beneficio y de lo que es mejor para la población», dice.

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