El feminismo lidera la marcha anticapitalista del Primero de Mayo en Tarragona

Más de 300 personas tomaron parte en una manifestación en la que participó la PAH, la marea pensionista o el independentismo

02 mayo 2018 08:34 | Actualizado a 03 mayo 2018 10:09
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El perro de Máximo Viso, un ciudadano siempre movilizado, correteaba entre los manifestantes, cómodo, como su dueño, en la protesta. El 1 de mayo se articuló también en torno a la izquierda anticapitalista, que salió a las calles de Tarragona para reivindicarlo todo en policromía: el lazo marrón de las mareas de pensionistas, el amarillo de los presos políticos, el verde de la PAH y el lila de los colectivos feministas –Cau de llunes y L’Hora Violeta–. A eso se añadieron entidades como Endavant y la CUP –con concejales de Tarragona y Reus– y sindicatos como CGT, USTEC STEs (IAC) y Co.Bas. 

No sólo de reivindicaciones laborales vive este Primero de Mayo muy evolucionado en la queja global contra el sistema. Hasta 300 personas cogieron la inercia de las revueltas de los últimos tiempos. ‘Per una república amb feina i sous dignes per tothom’, se leía en una de las pancartas.

Parte del independentismo salió a la calle, como ha hecho en los últimos meses, para denunciar la represión estatal. Gerard Güell, secretario de organización de la CGT en Tarragona, aludió a eso pero también al irrefrenable pulso feminista: «Venimos con las reivindicaciones de siempre, ya que el Estado no nos hace caso. No es sólo la precariedad laboral. En el ramo de la educación no dejan trabajar ni tener un pensamiento crítico dentro de la docencia. Nos estamos viendo criminalizados por hacer huelgas generales. Hay todo un país que está chillando y ahora se levanta más aún con el acto kafkiano de los jueces en el caso de la Manada». 

La polémica resolución judicial fue otro motivo más para ponerse en lucha. ‘La nit és nostra, cap agressió sense resposta’, era una de las proclamas que se escuchaban en el séquito, que partió desde la Imperial, transitó por Prat de la Riba, Gasòmetre, Unió y Rambla Nova antes de terminar en la Plaça Corsini, bajo una lluvia fina pero persistente. 

Una de las pancartas hablaba de la necesidad de revalorizar las tareas de curas. Pero los cánticos fueron, en general, dardos furiosos a todo el sistema, contra «la voracidad de los beneficios capitalistas» o contra el «uso del Código Penal para perseguir la disidencia», en alusión a los casos judicializados en torno a partidarios del independentismo. Y más lemas recurrentes contra los mismos demonios de siempre: ‘Patriarcat i capital, aliança criminal’, ‘Escombres i fregones per a totes les persones’. 

Gorka Martín, de USTEC STEs, señaló otros de los caballos de batalla de esta movilización: «El pueblo se está organizando ante hechos muy graves, como la no separación del poder judicial y el político. Vemos que la justicia no es igual para todos, sino que hay diferentes varas de medir en función del acusado». 

En ese tono, la huelga general fue una de las reivindicaciones constantes en el céntrico recorrido, en especial como método de fuerza para alcanzar la república, «y construirlo todo desde abajo». No extrañó que el acto de parlamentos, en Corsini, acabara con gritos de libertad para los presos políticos. 

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