El grafiti se 'legaliza' en Tarragona

Ayuntamientos de la provincia ceden espacios públicos a artistas o les hacen encargos para que los decoren

14 junio 2018 17:07 | Actualizado a 14 junio 2018 17:15
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A los grafiteros, acostumbrados a actuar en clandestinidad y ajenos a la ley, les han salido unos aliados inesperados: los ayuntamientos. Leim (nombre artístico) está pintando tres puentes que dan a la playa en Roda de Berà por encargo del consistorio. Sus paredes estaban manchadas con pintarrajos y él las está llenando de arte y color. Ha elegido motivos familiares, culturales y patrimoniales del pueblo como decoración. Eso sí, consensuó antes la temática con el Ayuntamiento. «Presenté unos diseños y me dieron el visto bueno», afirma.

Leim, natural de Altafulla, se gana la vida dibujando de manera legal en espacios públicos. Lleva ocho años en este negocio. En Torredembarra se inspiró en las fiestas mayores para pintar un túnel subterráneo de 150 metros de largo. Y en Baix a Mar hizo un homenaje a los pescadores y las gentes de ese barrio marítimo basándose en fotografías antiguas. 

Asegura que sabe lo que es correr delante de la policía por hacer grafitis en lugares sin permiso. Pinta desde que tenía 14 años; ahora tiene 34. «Faltan de espacios habilitados para que los artistas puedan expresarse», comenta. «Los grafiteros, al igual que los que juegan al fútbol, necesitan sitios para practicar. Y canchas de fútbol hay mogollón».

En Torredembarra, el consistorio ha cedido paredes de instalaciones deportivas municipales a los alumnos del taller de grafiti organizado por el Punt d’Informació Juvenil. César Badia, de la Associació Cultura XXL, es uno de los responsables de ese curso, que combina clases teóricas sobre técnicas de dibujo y boceto y prácticas sobre muro. «El tema elegido fue deporte, nos vino marcado por el consistorio. Cada semana, los alumnos realizaban un boceto que posteriormente se votaba en las redes sociales. El ganador era el que se plasmaba con spray sobre el muro», explica Badia.

La finalidad de esta actividad es «acercar los grafitis a los más jóvenes y desmitificar que los que los escriben son delincuentes. El grafiti es arte y debe respetarse como tal. Lucho para que se nos respete igual que a otros artistas pictóricos», señala. 
Por ello, considera que la cesión de lugares públicos es un acierto: «Cuantos más espacios tengamos, más fácil será concienciar a la población sobre que el grafiti es un arte y menos espacios no permitidos se utilizarán».

El Ayuntamiento de Gandesa ha dado un paso más y se plantea promover este tipo de pinturas murales como reclamo turístico. En el reciente festival MusicGand ya complementó las actuaciones musicales con pintadas de grafitis en vivo. Ocho artistas de toda Catalunya dejaron su huella en la avenida Joan Perucho (junto al Institut Terra Alta y los juzgados de Gandesa). «A raíz de eso, el consistorio y el Jordi Costa (grafitero local) estamos trabajando para hacer un futuro street art. Se buscarán espacios para pintar y que puedan venir reconocidos grafiteros en el marco de una jornada o un fin de semana», indica el alcalde, Carles Luz. 

El edil espera que esta iniciativa, «que no sabemos si se haría todos los años», sirva para atraer visitantes y dar a conocer la capital de la Terra Alta como «un espacio creativo». «Cederíamos lugares públicos y, en caso de que  también hubiese muros en propiedades privadas, hablaríamos con los propietarios», añade.

En El Vendrell han recurrido al grafiti para eliminar las pintarrajeadas del entorno de la zona escolar. Las concejalías de Educación y Juventud encargaron la tarea a escolares, padres y artistas de la localidad. Uno de los muros se ha decorado con motivo del 40 aniversario de la Coral Petit Estel. Y en un cuadro eléctrico que antes lucía garabatos más próximos al vandalismo que al arte ahora hay un mural alegórico y otro con los colores del colectivo LGTBI.

La asociación Künstainer de Tarragona es una de las más activas. Todas sus intervenciones artísticas son en espacios públicos. Para sus creaciones emplean muros, vinilos, cristales, espejos o incluso vídeo y fotografía. Y siempre teniendo en cuenta el contexto social y las personas que habitan la comunidad. «Hemos trabajado con asociaciones de parados o inmigrantes y abrimos un diálogo para poblar de identidad los lugares en los que intervenimos y conseguir, a través del arte, que el espectadores reflexione cuando pase por allí», explica Nani Blasco, de Künstainer.

Blasco opina que hay que dotar de sentido a los espacios públicos, y rechaza el denominado «arte de rotonda», que algunas administraciones usan de atrezo. «Ponen lo primero que pasa por allí, tres tuberías, cuatro palmeras o un olivo, en vez de dar identidad a esos lugares y que las personas se sientan reflejadas», señala.
 

Künstainer, a través de un acuerdo con la Empresa Municipal de Transports Públics de Tarragona, lleva a cabo intervenciones de arte contemporáneo en la estación de autobuses. «Es un sitio de paso, muy transitado, pero donde la gente no pasa mucho tiempo. Es desalmado, tiene poca personalidad, y nosotros queremos dotarlo de espíritu con nuestras obras», concluye Blasco. 

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