El miedo a aglomeraciones dispara la reserva de casas con piscina en Tarragona

El temor a contagios en zonas comunitarias o playas aumenta la demanda de alquiler de chalés o villas aisladas en la Costa Daurada. El producto empieza a escasear ante los fuertes reclamos

19 julio 2020 10:50 | Actualizado a 19 julio 2020 18:07
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«Me llaman casi cada día pidiendo una casa con piscina para este verano, e incluso quieren negociar, pero les digo que no tengo nada, que ese tipo de producto se ha agotado ya», explica Eric Houter, de Calafell Gestión Inmobiliaria, una agencia que constata el incremento de demanda de villas aisladas con piscina, todo un objeto de deseo para estos calores. Ya no solo se busca tranquilidad y calma, ahora se ansía seguridad y protección, huir de todo amago de masificación de la playa o la piscina comunitaria y minimizar todo riesgo de contagios, más aún en estos días en los que los rebrotes de Covid-19 amenazan.

«Hay muchísima más demanda que otros años. Quizás la gente, en lugar de ir a hoteles, por ejemplo, que están más expuestos, prefieren sitios más recogidos», añade Houter. «La gente está cansada del asfalto. Muchos quieren piscina privada y en sitios abiertos», cuenta Daysi Morales, responsable de oficina de Don Piso, también en Calafell. La pandemia y los meses de confinamiento han cambiado el alquiler vacacional en la provincia, a veces en sentidos insospechados. «Hemos notado estas últimas semanas que hay propietarios de casas que las solían poner en alquiler para el verano, porque ellos se iban a otro lugar de vacaciones, y este año no, no las alquilan y se quedan ellos, quizás porque prefieren quedarse cerca en lugar de marcharse», indica Morales.

Pedir la comida a casa

Javier Anta es colaborador de la empresa Suitur y se suele mover por la Costa Daurada: «Hay un efecto psicológico, de cierto temor a veranear en una piscina comunitaria, que muchas veces no se sabe si va a abrir o no. Hay gente escrupulosa que prefiere recluirse con piscina, e incluso buscar un servicio que le lleve la comida y despreocuparse. Se puede hacer de manera económica, a veces entre varias familias». Aquel ímpetu, tras el confinamiento, de buscar casas más grandes y confortables para vivir en previsión de eventuales cuarentenas en el futuro, se ha acabado readaptando también al verano. «La gente busca plantas más bajas, más terrazas, también para el alquiler de estas fechas. Tenemos el caso de un hombre de Barcelona que ya se ha buscado una planta baja para todo el año, para no volver a estar encerrado», explican desde Finques Vilarenc, en una zona, la del Baix Penedès, donde suelen abundar este tipo de alojamientos. «Hay más movimiento. Ves que hay gente que se plantea buscar un sitio con más espacio», explican desde Fincas Armengol, en El Vendrell.

La dinámica se enmarca en ese resurgir del mundo rural. «El teletrabajo ha tenido mucho que ver. Hay gente, por ejemplo, que tenía una casa en El Rourell pero también un piso de alquiler en Tarragona y ha dejado el domicilio y se ha marchado al pueblo, donde está más tranquilo y puede seguir trabajando sin problema», explica Joan Ramon Martorell, delegado de la Associació d’Agents Inmobiliaris en Tarragona. Optar por un chalé en detrimento de un apartamento es una tendencia al alza durante esta época, que parece zanjar en parte el debate entre playa o piscina.

«Hemos recuperado el trabajo»

En función de la zona, los precios pueden subir, por la alta demanda y debido a que la oferta, conforme avanza el tiempo, empieza a escasear. «En nuestro caso tenemos bastante trabajo. Se nos ha acumulado la gente que antes del confinamiento ya estaba pendiente de una compra con los que han tomado la decisión después. Tanto tiempo en casa ha hecho que la gente reflexione sobre el espacio en el que vive», cuenta el agente Eric Houter.

Hay mucha más urgencia para cerrar operaciones,  de cara a futuros confinamientos

Incluso cuando el proceso es de compra y no de alquiler vacacional, la premura manda. «Hay como una urgencia en cerrarlo todo pronto, en agilizar la escritura. En la compra de casas el periodo de maduración solía ser habitualmente de entre cinco y nueve meses. Ahora eso ha cambiado. En apenas dos semanas quieren cerrar la compra. Evidentemente, nadie hace una inversión de este tamaño de golpe por haber estado confinado, pero sí que hemos notado que el proceso se acelera. De alguna forma, el que estaba indeciso se ha decantado ya por hacer la inversión», añade Houter. En su agencia, han decidido este verano alquilar por quincenas en lugar de por semanas, a fin de evitar tantas rotaciones y minimizar los riesgos. A eso se suma la limpieza y la desinfección a fondo de las estancias, para añadir seguridad.

El resultado de esta demanda ha sido un balón de oxígeno para algunas agencias. «Por suerte nos hemos podido recuperar. En estos dos últimos meses hemos vendido todo lo que se había quedado en el aire por la pandemia y nos va bien», explica Eric Houter, que ofrece casas en lugares como Segur de Calafell, Cunit o Coma-ruga, aunque la demanda se extiende por todo el litoral tarraconense.

Eso sí, el cliente, tanto para la compraventa como para el alquiler, es eminentemente de casa, ante la escasa llegada de turistas extranjeros. «Este año está todo más animado, sobre todo por el cliente nacional», explica una intermediaria inmobiliaria de Tarragona.

En la red los anuncios vuelan. Un chalé en Coma-ruga se oferta por 180 euros la noche y se avisa de que hay que darse prisa si se quiere alquilar: «Últimas fechas libres del 30 de julio hasta 4 de agosto». En Calafell Residencial, una casa con tres dormitorios y dos baños vale 1.500 euros la semana, 3.000 la quincena. Los precios varían. Pueden subir en zonas concretas este año pero, en general, se mantienen, a pesar de que estas villas son codiciadas. El verano viene a constatar que hay una intención cada vez mayor de abandonar la ciudad, siempre que se pueda. «Hemos notado que cada vez hay más consultas de gente a la que le gustaría una casa en el campo o un chalé con piscina. Pero una cosa es preguntar y otra la demanda real.Son productos que tienen un coste», explica Joan Boronat, de Finques Boronat, en Tarragona.

Esos suspiros por una piscina se ven también en una modalidad que toma fuerza, también en Tarragona: el alquiler de piscinas privadas entre particulares, una suerte de Airbnb para darse un chapuzón. Plataformas de reserva ‘on line’ como Swimmy han visto incrementarse la demanda. Un ejemplo de su oferta: una piscina en La Secuita por 25 euros al día por persona. Otras webs como Piscilovers son de aparición reciente. En ella se puede encontrar, por ejemplo, una piscina a 12 euros la hora en Vilafortuny.

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