El palco del Nou Estadi, cumbre para el deshielo

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, el del gobierno central, Pedro Sánchez, y el Rey Felipe VI se reúnen en la ceremonia inaugural de los Juegos después de los hechos del 1 de octubre

23 junio 2018 07:10 | Actualizado a 23 junio 2018 07:15
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El Nou Estadi se conviertió ayer en el escenario que juntó por primera vez, después de meses de tempestad política, al Rey Felipe VI y al presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra. Aunque la relación entre ambos en el palco fue de pura frialdad durante las más de dos horas que duró la inauguración de los Juegos Mediterráneos, siempre quedará que en Tarragona se rompió el hielo. Y no solamente con la Casa Real, también con  el presidente del gobierno español. Pedro Sánchez y Quim Torra hicieron ayer un aperitivo del que debe ser el encuentro del día 9 de julio. Sea como sea, los Juegos Mediterráneos han conseguido un encuentro a tres, impensable hace tan solo unas semanas.

La jornada de ayer empezó con las dudas del gobierno de la Generalitat sobre si asistir o no en la ceremonia de inauguración de los Juegos. Después de una declaración institucional por parte de Torra, en la que rompía cualquier relación con el Rey, el presidente de la Generalitat destapó el secreto más bien guardado: acudiría a la inauguración. 

Torra llegó a Tarragona sobre las siete de la tarde y se dirigió directamente hacia el Parc de la Reconciliació, donde la Assamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural convocaron una concentración para rechazar la presencia del monarca a la ciudad. La cosa no empezaba bien, teniendo en cuenta que al cabo de dos horas deberían sentarse casi juntos, con Pedro Sánchez en el medio.

Mientras tanto, fuera del Nou Estadi, el diputado de la CUP en el Parlament de Catalunya, Carles Riera, pedía a Torra que «boicoteará el acto inaugural de los Juegos y la presencia del monarca». Pero el presidente de la Generalitat no estaba dispuesto a hacerlo. Riera se mostró contrario a las declaraciones que había hecho Torra durante la mañana. «Con la monarquía no se dialoga, a la monarquía se la expulsa», decía el número 1 de la CUP, entre los gritos de protesta de los CDR.

El Rey Felipe VI y el presidente de la Generalitat se encontraron en uno  de los accesos al Nou Estadi. Fue justamente allí cuando ambos se acercaron, se dieron la mano cordialmente y Torra le entregó al monarca el informe elaborado por el Síndic de Greuges sobre la actuación policial del pasado 1 de octubre, durante la celebración del referéndum. Torra, además, le regaló el libro del fotoperiodista Jordi Borràs, ‘Dies que durarán anys’, un recopilatorio de imágenes de la situación vivida en Catalunya los últimos meses.

«Quiero que le queda claro –refiriéndose al monarca-, lo que pasó en Catalunya el día 1 de octubre, porque nosotros no lo olvidaremos», decía Torra en un tuit, acompañado de una imagen del momento. Llegaba el momento de entrar en escena y el Nou Estadi no podía esperar más.

Mientras los concejales del Ayuntamiento de Tarragona y los alcaldes de los municipios sedes se saludaban, la seguridad de la Casa Real empezaba a hacer los primeros movimientos. Alejandro Fernández, portavoz del PP en el Parlament, no podía esconder su emoción. «Siento orgullo de ser tarraconense». No pudo decir nada más. Los lazos amarillos entre algunos políticos y las banderas españoles entre el público no pasaron desapercibidas.

Todos a sus puesto. Llegaba el gran momento. La speaker daba la bienvenida a las principales autoridades, como si se tratara de los artistas invitados. El primero de la fila fue el Rey Felipe VI, el segundo Pedro Sánchez y, por último , Quim Torra.

Por el otro lado, el presidente del Comité Internacional de los Juegos Mediterráneos, Amar Addadi, y el alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros. El Rey Felipe VI quedó en medio. A mano izquierda, los representantes políticos y, a la derecha, los representantes de los comités.

Entre los asistentes, cabe destacar el vicepresidente del Parlamento Europeo, Ramón Lluis Valcárcel, la ministra Meritxell Batet, los consellers Elsa Artadi y Ernest Maragall, y el presidente de la Diputació de Tarragona, Josep Poblet, entre otros. 

La primera nota que sonó fue la de Els Segadors y, a continuación, el himno español. El palco estaba serio, frío, pero todos –incluso Torra-, aplaudió el himno .

Quienes no se mostraron tan identificados con la inauguración fueron los representantes de la CUP, quienes  levantaron una estelada y tres pancartas que pedían la libertad de los políticos que se encuentran en prisión. Después de mostrar los símbolos y de silbar al monarca, desaparecieron del mapa. 

Abucheo monumental

Llegó el turno del alcalde de la ciudad y presidente del Comité Organizador de los Juegos Mediterráneos, Josep Fèlix Ballesteros quien, acompañado de Addadi, se hizó con el micrófono. Ballesteros quiso agradecer la presencia de todas las autoridades. Pero cuando se refirió al presidente de la Generalitat, el Nou Estadi mostró su disconformidad con la primera autoridad de Catalunya: fue el abucheó más destacado de toda la ceremonia. 

Ballesteros destacó, durante su discurso, que estos Juegos «han sido el resultado del trabajo conjunto entre diferentes instituciones», y no perdió la oportunidad para recordar a aquellas personas que cruzan el Mediterráneo en busca de una vida digna. Finalmente, el alcalde de Tarragona aseguró que «estos son los Juegos de la paz y del diálogo. Pasarán a la historia».

Llegó la sorpresa que no gustó a parte de los representantes políticos. Los paracaidistas del ejército español fueron los encargados de traer hasta el Nou Estadi la bandera de los Juegos Mediterráneos. Tomó la palabra el Rey Felipe VI, quien también se llevó silbidos de una parte del campo, que quedaron disimulados con los gritos de ‘Viva el rey’, de otros. 

A algunos la ceremonia inaugural les gustó, se les notaba en el rostro. A otros les pareció que faltaban ingredientes catalanes y, sobretodo, tarraconenses. Suerte tuvieron unos  y otros, de las actuaciones de Lucrecia, Antonio Orozco y Begoña Alberdi, que ayudaron a que, esta primera vez, fuera menos tensa de lo imaginado. Tarragona fue ayer escenario de lo que parece ser el inicio de un proceso de diálogo. Y también fue escenario de una sociedad dividida, entre los del lazo amarillo y los de las banderas españolas.

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