El poder de los tambores

La VII Trobada de Bandes de Setmana Santa contó con mucho público. La organizó el Gremi de Marejants y La Sang y también participaron la Banda del Cristo, de Bonavista, y la Virgen del Consuelo, de El Vendrell

19 mayo 2017 16:07 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:09
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Manos firmes. Brazos rígidos. Muñecas flexibles. Oídos preparados. Baquetas en posición. El tambor espera el primer golpe y lo acoge con elegancia. Medio segundo más tarde, la acción se repite con el mismo resultado. El redoble hace acto de presencia y la comitiva empieza a avanzar. La técnica de la caja principal es impoluta. El sonido, limpio, llena los oídos de los presentes. Los bombos marcan el ritmo. Las mazas golpean con fuerza la piel del instrumento. El coro de tambores se coordina a la perfección y arranca los primeros aplausos.

Así empezaba ayer por la tarde la VII Trobada de Bandes de Setmana Santa, organizada por el Gremi de Marejants y La Puríssima Sang. Abrieron la comitiva, desde la Plaça de la Font, los miembros más pequeños del Gremi. Una decena de niños y niñas que nada tienen que envidiar a los más veteranos de la congregación.

Tras los más menudos aparecieron los integrantes de la Banda del Cristo, llegada desde Bonavista. El estandarte de la agrupación abría paso a las cornetas y los tambores. Paso firme y coordinado. Gorra blanca, jersey negro y corbata bajo el mismo. El pantalón, bordado con una raya dorada, termina de dar el toque adecuado al uniforme. La implicación de los miembros es máxima. Lo demuestra uno de ellos, que sigue el ritmo del desfile con la ayuda de las muletas.

La banda del Sant Enterrament es la tercera en lucirse. «Sociedad marítima y protectora» es la inscripción que luce en el estandarte. Dos hombres corpulentos acompañados de un niño abren la comitiva. La acústica perfecta de la Plaça de la Font termina de fortalecer el ruido de los tambores, que suenan con potencia y convicción. La caja da los redobles necesarios para marcar el tempo. El joven que la hace sonar se muestra seguro de sí mismo. El sonido es limpio y excelente. El posado de los miembros, serio y de concentración.

Los Aspirants de la Puríssima Sang se unen al desfile con la frescura de la juventud por bandera. Son la agrupación con los miembros de menor edad, pero esto no significa nada. Y lo demuestran. Vestidos de negro, atraviesan la Plaça de la Font combinando el toque más potente con las secuencias más relajadas. Lo hacen con el equilibrio necesario para no desentonar en ningún momento. Jordi Anglès, veterano músico pese a su juventud, guía al resto.

La banda Virgen del Consuelo, de El Vendrell, hace acto de presencia. Es la agrupación con más instrumentos de viento con diferencia. El toque solitario de una trompeta marca el inicio de la actuación. La siguen los tambores, que completan una melodía pausada. De nuevo, uno de los más jóvenes es el encargado de hacer sonar la caja más importante, la que dirige.

Otra parte de los numerosos Marejants cierra el desfile. Todas las agrupaciones se dirigieron a la Plaça de les Cols, donde les esperaban centenares de espectadores sentados en las escaleras. Allí, los participantes terminaron de lucirse y de demostrar el poder de sus tambores.

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