El poder en Tarragona está en la sombra

Más allá del protagonismo propio de los cargos políticos e institucionales, las personas con mayor capacidad de influencia en la toma de decisiones se hallan lejos de los focos

25 noviembre 2018 17:44 | Actualizado a 25 noviembre 2018 19:39
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¿Quién manda en Tarragona? ¿Quién gobierna la ciudad? ¿Quién marca el rumbo y diseña el camino a seguir? ¿Quién tiene capacidad de influir sobre la toma de decisiones? Se trata de preguntas que a menudo se hace la ciudadanía y que no tienen una respuesta sencilla. Aunque formalmente el poder político se encuentra representado en las instituciones democráticas, no siempre queda tan nítido quién ejerce el poder, ni mucho menos que sea el representante elegido democráticamente el que mueva realmente los hilos. 

Y es que habría que mirar también la capacidad de influencia que ejercen los intereses de los sectores sociales, económicos, políticos… que muchas veces desde la sombra condicionan los destinos de la ciudad. Es lo que en Madrid se llama el ‘palco del Bernabéu’ o, en Barcelona, ‘las cien familias’ de las que hablaba Félix Millet para referirse al grupo de personas que frecuentan las entidades que conforman el vértice superior de la pirámide civil barcelonesa. Sectores que también existen en Tarragona y ejercen, a su manera, presión.

El Diari pretende responder estas preguntas recurriendo a una encuesta realizada entre diferentes personas con amplio conocimiento de la sociedad de la ciudad que, de forma anónima –condición que les ha permitido hablar con total libertad– han emitido su opinión. Se trata de un método que quizá no tenga mucho rigor científico, pero la cantidad de gente que ha participado y sus aportaciones han permitido esbozar un mapa de las relaciones de poder de Tarragona y extraer algunas conclusiones sobre quién manda realmente en la ciudad. 

Así, lo primero que llama la atención es que las personas que poseen una mayor capacidad de influencia se hallan, en muchos casos, en la sombra, alejadas de los focos, pues una de las características de la sociedad tarraconense es que a los que mandan les cuesta ponerse al frente de las instituciones y asociaciones; prefieren mantenerse en un segundo plano. Asimismo, se trata de un poder muy atomizado, con diferentes actores, y multinivel. Es verdad que hay instituciones hegemónicas con un gran peso en la toma de decisiones, pero no es menos cierto que en ningún caso se trata de un poder omnímodo que deje sin respuestas a los otros colectivos. Del mismo modo, es habitual que estos ‘influencers’ establezcan lazos estratégicos con otros sectores o personas, alianzas que varían en función de los objetivos. De todas formas, varias instituciones y personas sobresalen en todos los análisis por su capacidad de influir. 

El Port
El ‘constructor’ de la ciudad
El Port está en boca de todos cuando se habla de poder en Tarragona. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que gran parte de los últimos cambios que ha experimentado la ciudad han sido obra suya: la remodelación del Paseo de la Escullera, la fachada marítima y las fuentes del Serrallo, el edificio del Posit y su teatret, la pasarela que une el centro de la ciudad con la playa del Miracle, las obras que cambiarán el frente marítimo y el Passeig de Rafel Casanovas…  

Y es que el Puerto maneja mucho dinero, y, claro, quien tiene dinero, posee capacidad de influir en la toma de decisiones. Es por ello que los encuestados citan a Josep Andreu –y ahora, a Josep Cruset, su sustituto al frente de la Autoritat Portuària–, como un hombre fuerte en la ciudad. 

Pero no sólo citan el poder del Port como institución, sino que también se halla en este enclave un segundo nivel con no poca capacidad de influencia, personificado en «algunas familias con grandes intereses en el puerto y que se mueven en un mundo de cierta opacidad».   

La Diputació
Quien maneja dinero tiene poder
Si el Port tiene poder porque maneja dinero, lo mismo se podría decir de la Diputació, con el alcalde de Vila-seca, Josep Poblet, al frente. Se trata de una institución que dispone de un presupuesto que en volumen no tiene parangón con ninguna otra administración de la ciudad –incluso con ninguna otra de la provincia–. Esto otorga aun gran poder a Poblet, a la vez que da pie a una curiosa circunstancia, como es que dos de los hombres con más poder en Tarragona no son de la ciudad, toda vez que Josep Cruset es de Riudoms y Josep Poblet es de Vila-seca. Eso sí, ambos pertenecen al PDeCAT.

La Iglesia
«Aquí para ser alcalde hay que ir a misa»
«No conozco ningún otro sitio donde la Iglesia tenga tanta capacidad de influir como en Tarragona; ni en Reus, ni en Barcelona, ni en Madrid...», coinciden los encuestados. «Esto es tan así –añaden algunos– que un día escuché a un político en activo decir que en Tarragona es imposible que salga elegido un alcalde que no vaya a misa». 
En efecto, la Iglesia, con el arzobispo Jaume Pujol a la cabeza y acompañado por nombres como los de Joaquim Fortuny, Miquel Barbarà, el Padre Mario o Francesc Xammar, aparece en todas las quinielas. Los entrevistados argumentan que la influencia de la Iglesia se basa en un poder espiritual que no hace ostentación, pero que se traslada de forma muy visible al conjunto de la vida tarraconense y que abarca aspectos muy diversos y con gran importancia en Tarragona. 

Así, por un lado estaría todo lo relacionado con la Semana Santa, que no sólo congrega a mucha gente que además es muy activa, sino que incluye a familias, grupos y personas con un gran peso en la sociedad. 
Por otro lado, estaría el control que ejerce sobre los colegios concertados, todos católicos. «No hay que olvidar que aquí estudian los hijos de las elites», sostienen. 

Y una tercera pata, de vital importancia para entender el poder de la Iglesia en Tarragona, es la Xarxa Sanitària Santa Tecla. En este sentido, sale a relucir el nombre de Josep Maria Adserà, «uno de los hombres con mayor capacidad de influir de Tarragona». Y es que Santa Tecla ocupa un papel muy especial en las redes de influencia en la ciudad. «Sólo así se entiende –argumenta la gran mayoría de los encuestados– que el hospital público de referencia de la provincia, el Joan XXIII, derive pacientes a Santa Tecla». Esto se explicaría, en opinión de los entrevistados, por la capacidad que ha demostrado Santa Tecla para atraer a su lado y a sus intereses al poder político ligado a la antigua Convergència. Son muchos los nombres que ilustran esto; el último ejemplo es el aterrizaje de Joan Aregio en la xarxa sanitària.      
        
La URV
La gran autoridad es el exrector Grau 
Otra institución señalada como una de las más influyentes es la Universitat Rovira i Virgili, que tiene un «potencial tremendo». Destacan los participantes en la encuesta del Diari la gran capacidad que tiene la URV para tejer complicidades en beneficio del territorio, bien sea con la industria química, con el Ayuntamiento, con la Generalitat, con la Iglesia o con la Diputació. En este sentido, llama la atención que la capacidad de influencia de esta institución está más asociada con la figura del exrector Francesc Xavier Grau que con sus sucesores en el cargo, Josep Anton Ferré, y, ahora, María José Figueras, que lleva apenas unos meses al frente de la universidad.

En este sentido, el poder de Francesc Xavier Grau se aprecia en su capacidad para aglutinar en torno a su idea de la Regió del Coneixement no sólo al Ayuntamiento de Tarragona, sino también a los alcaldes de los municipios vecinos e incluso a la Diputació. Se trata, en este caso, de una «autoridad intelectual».  

El Nàstic
La entidad que une a los tarraconenses
Pese a su mala situación deportiva y la cantidad de disgustos que en los últimos años está proporcionando a sus seguidores, el Nàstic sale siempre citada como una entidad con gran peso a la hora de tomar decisiones, hasta el punto de que su presidente, Josep Maria Andreu, surge como uno de los nombres más influyentes. Habría que achacar gran parte de la responsabilidad de que esto sea así a que el Nàstic es una de las pocas  cosas capaces de unir a los tarraconenses. Y es que si bien no toda la ciudad forma parte de la masa social que sigue al equipo de fútbol, éste sí despierta las simpatías de prácticamente todos los tarraconenses. Y todo esto suma –y no poco– a la hora de influir en los órganos que toman las grandes decisiones –incluso a nivel urbanístico–. 

El Diari
El periódico que conforma opinión 
También el Diari de Tarragona es citado por todos los entrevistados, que consideran que tiene un «poder por su gran repercusión». De hecho, otorgan a este periódico una gran capacidad de influir en las decisiones porque «conforma opinión y está incrustado, a veces incluso de forma inconsciente, en muchas personas del territorio». «Además –añaden–, a diferencia del gratuito y otras publicaciones menores, el Diari es leído por una capa social que es la que a su vez tiene capacidad de influencia en la ciudad. Sí –concluyen–, es indudable que el Diari genera opinión y en muchas ocasiones marca la agenda de la ciudad».

El Ayuntamiento
«El alcalde algo debería mandar» 
«Hombre, el alcalde algo debería mandar», coinciden todos los entrevistados, aunque difieren a la hora de valorar el peso que tiene en la toma de decisiones. Y es que Ballesteros no luce como uno de esos alcaldes con gran personalidad que han pasado a la historia de su respectiva ciudad por su capacidad para transformarla, como serían Iñaki Azkuna en Bilbao, José Ángel Cuerda en Vitoria o Pasqual Maragall en Barcelona. Más bien al contrario, son muchos los encuestados que lamentan «el escaso liderazgo político que hay en Tarragona», una aseveración que va más allá del alcalde y se extiende también a los grupos de la oposición. «Y esto hace que la ciudad pinte bien poco en los foros donde se corta el bacalao».

No obstante, todos destacan el poder que en estos momentos tiene el PSC. En la órbita de Ballesteros sitúan, como hombre fuerte, al concejal de Hisenda, Pau Pérez, amigo personal del alcalde desde hace muchos años y, como él, «hombre de misa». Otra pata importante en la que se apoya Ballesteros es la portavoz Begoña Floria, aunque a la concejal de Cultura y Patrimoni le sitúan más en tareas de gestión. Destaca la importancia que los entrevistados conceden a ‘ex’ como Josep Anton Burgasé, expresidente de la Autoritat Portuària, y, en menor medida, a Xavier Sabaté, exdelegado del Gobierno, entre otros cargos.

La fuerza de CiU –ahora PDeCAT– aparece más difuminada, «escondida» en instituciones, sobre todo en la Xarxa Santa Tecla. En este punto, señalan la escasa capacidad de influencia que tienen los dirigentes locales de este partido, pues «mandan más sus compañeros de fuera, como Poblet, Cruset, el exalcalde de Montblanc y expresidente de la Diputació Josep Gomis e incluso ahora, por su cercanía con Puigdemont, el alcalde de Valls, Albert Batet».  Y achacan esta falta de notoriedad a que este partido en la ciudad «se ha dinamitado a sí mismo con cruentas luchas internas, como la que mantuvieron Victòria Forns y Albert Abelló, que acabó con una representación ínfima en el salón de plenos». 

No falta quien cita a Alejandro Fernández entre los políticos con poder, aunque su marcha para ‘resucitar’ al PPC le ha debilitado en Tarragona.

Otro aspecto en el que confluyen muchas opiniones es en la «desaparición de la influencia de la Generalitat». Si bien en otras épocas el delegado del Govern y los directores territoriales han tenido un gran peso en la toma de decisiones, ahora parecieran haber renunciado a la ciudad de Tarragona. «Tenemos un gobierno autonómico que ni está ni se le espera», es la frase más repetida.
 
El mundo económico
El sector de los líderes agazapados
Como no podía ser de otra forma, también en Tarragona hay empresarios con capacidad para influir en las decisiones que afectan a la ciudad, si bien se da la paradoja de que por norma general éstos no coinciden con los que ocupan los puestos más visibles en las organizaciones o asociaciones, como se aprecia en la Cambra de Comerç o en la Cepta. Su liderazgo se halla más soterrado, a pesar de que sus nombres están en boca de todos. Es el caso del constructor José Luis García, citado por todos los encuestados. También suman un buen número de nominaciones Xavier Artal, expresidente de la Cambra de Comerç, y Josep Maria Busquets. 

Imposible no citar al sector químico. En este sentido, tres empresas surgen por encima de las demás: Repsol, Basf y Dow. Su peso como creadores de empleo y de riqueza les otorga un gran potencial a la hora de influir, a lo que se suma su condición de patrocinadores de un elevadísimo número de actos sociales, festivos y medioambientales que se celebran en la ciudad y sin cuya aportación serían inviables. Además, si bien se trata de multinacionales, han tenido el acierto de nombrar directores locales, conocedores del territorio. Su vinculación con la URV ha servido, entre otras cosas, para que la universidad de Tarragona sea una potencia en los estudios relacionados con las ingenierías químicas. 

¿Y la sociedad civil?
Individualista y muy poco cohesionada
El liderazgo social es posiblemente la pata más coja en el mapa del poder de Tarragona. Sí existen ciertos profesionales que a título individual tienen capacidad de influir, dada su trayectoria, entre los que se podría citar a personas como los abogados Lluís Badia, Antoni Huber o Antoni Vives; a la escritora Olga Xirinacs; a médicos como Josep Maria Solé i Poblet o al orfebre Joan Blázquez. También apuntan muchos de los entrevistados a la existencia de un grupo de familias, los ‘Tarragona de tota la vida’, que «no se muestran demasiado, pero que ejercen un poder de influencia muy grande, sobre todo para que nada cambie y todo siga como está. Se trata de familias bien situadas y cuyos miembros tienen presencia en empresas e instituciones importantes, aunque rara vez lo hacen desde la primera fila».

Pero, en general, los encuestados dibujan una sociedad civil muy poco cohesionada y muy individualista. «Nada que ver –aseguran– con lo que sucede en Reus. En la ciudad vecina nunca hubiera ocurrido lo que pasó aquí con los Juegos Mediterráneos; allí se habrían volcado todos. Y es que a los tarraconenses les falta orgullo de ciudad». Otros echan en falta en Tarragona una asociación cultural fuerte, capaz de ejercer influencia, como sucede en Reus con el Centre de Lectura.

No falta quien explica esto recurriendo a un hecho histórico: «La represión en Tarragona durante la guerra del francés fue tan cruenta que después de la contienda apenas quedaron en la ciudad 300 personas. La ciudad se repobló con gentes llegadas de fuera. Hablamos de apenas 200 años, cuatro generaciones, por lo que no ha dado tiempo a instalarse en estas gentes ese sentimiento de pertenencia a la tribu que sí existe en Reus, donde las familias suman 16 generaciones».

Y recuerdan que «posiblemente el único intento que ha protagonizado la sociedad civil en los últimos tiempos fue el movimiento ciudadano Mou-te, que defendió la capitalidad de Tarragona frente a la amenaza que representaba la ley de veguerías. Pero aquel movimiento se desvaneció y no ha vuelto a surgir nada parecido».

Sea como y por lo que fuere, lo cierto es que todos coinciden en apuntar el nulo liderazgo de la sociedad civil tarraconense, «lo que explica muchos de los males que padece la ciudad». Y es que, a modo de conclusión, los entrevistados reflexionan sobre la falta de un liderazgo fuerte en Tarragona y las consecuencias que esto tiene para que la ciudad desarrolle todas sus potencialidades. «No hay una ciudad donde se haya podido llevar a cabo un proyecto de futuro que no cuente con un fuerte liderazgo. Pero aquí, lamentablemente, no lo tenemos».

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