El pubillatge de TGN consigue su primer hereu

Tradición. Son cinco las niñas y los jóvenes que representarán y defenderán el valor cultural y patrimonial de la ciudad por todos los pueblos de Catalunya durante un año

08 julio 2019 12:00 | Actualizado a 10 julio 2019 11:38
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«Estoy aprendiendo mucho y quiero mucho más Tarragona». Esta es una de las reflexiones del primer hereu proclamado en la ciudad después de 11 años. Se llama Andreu Musté, tiene 16 años y será el representante de la juventud de Tarragona durante un año junto con Anna Borges, también de 16 años, y que aunque actualmente es la dama el próximo año reemplazará a la actual pubilla, Irene Egea.

L’Associació de Pubillatge de Tarragona se renovó el pasado 16 de junio para otro año de representación muy especial, ya que cumplirán 10 años de actividad y lucha por mantener viva una tradición muy arraigada a la cultura catalana y que sigue muy presente en muchos pueblos de Catalunya. «En los pueblos es diferente, hay mucha más participación, los jóvenes lo tienen mucho más interiorizado», comentaba Maite, una de las fundadoras y responsables de la asociación y como se auto denomina ella, la chófer y es que es la encargada de llevar al grupo a todos los actos.

Aunque el pubillatge tenga muchos años de tradición y también se lleve a cabo en los barrios de la ciudad, muchos desconocen que Tarragona cuente con jóvenes representantes que defienden el valor de la ciudad y su riqueza cultural y patrimonial por toda Catalunya con mucho orgullo y entusiasmo sin esperar nada a cambio. Este desconocimiento también puede ser debido a la escasa presencia de la asociación en los actos de la ciudad. Els Tres Tombs, la conmemoración de El Setge de 1811, el 11 de septiembre y la profesión de Sant Magí son los únicos actos en los cuales la pubilla y l’hereu participan oficialmente y en este último, desde hace tan solo 3 años y gracias a la constancia e iniciativa de sus organizadoras, quienes siguen pidiendo un mayor compromiso al Ayuntamiento.

Todo queda en familia
Para Irene Egea, ser pubilla además de tradición también significa herencia y es que este tanto su madre como su hermana también han sido pubillas. «Yo lo vivía muy de cerca y siempre me ha parecido algo muy bonito», comentaba Egea, que ha podido utilizar en alguna ocasión el traje de pubilla de su madre. Por otro lado, la dama y futura pubilla, Anna Borges, también relaciona el pubillatge con algo familiar y generacional: «A mi abuelo le hacía mucha ilusión y después de vivirlo cada año en mi pueblo, a mi también». 
El hereu, Andreu Musté, empezó siendo un espectador que después de ver a su prima de pubilla en las fiestas de la Part Alta, se acabó de convencer. Después de ser el hereu en su barrio, decidió dar el paso y ser el primer representante de Tarragona. «Soy muy protocolario y me encanta asistir a todos los actos. Estoy aprendiendo mucho», comentaba Musté.

Sin hereuet
Este año, en total, son cinco los niños y jóvenes que representan la ciudad. Un hereu, una pubilla, una dama, una dameta y una pubilleta. «No hemos conseguido encontrar un hereuet, es mucho más difícil con los niños», comentaba Elisabet, otra de las fundadoras y encargadas de tirar adelante la asociación. 

Los requisitos para formar parte del pubillatge de Tarragona se basan en tener una mínima cultura general de la ciudad como una primera base de todo el aprendizaje que esta experiencia supone y una pequeña prueba de expresión oral, ya que los actos públicos y los discursos son la tarea principal de estos representantes. «En la ciudad es complicado encontrar a jóvenes que quieran continuar con esta cultura», declaraba Maite, quien añadía: «Esta es la diferencia más clara entre los pueblos y las ciudades».

Precisamente son los pueblos los destinos más visitados por la asociación. «Se descubren muchos territorios, costumbres, culturas, dialectos… como presentación y despedida del pubillatge siempre les decimos que esta experiencia también les sirve como crecimiento personal», expresaba Elisabet.

Lo más importante: el protocolo
Estas visitas se traducen en actos protocolarios que se dividen en dos partes: la primera, más formal, se trata de una visita por los puntos más importantes del territorio y el encuentro con sus autoridades. En la segunda parte, más informal, cambian el traje por ropa de calle y el protocolo por conversaciones con representantes de otros pueblos que después de un año se convierten en buenos amigos.

Las Muralles, l’Antiga Audiència o recientemente, la Casa Canals, han sido algunos de los escenarios de las celebraciones del pubillatge de Tarragona. El próximo año, con motivo de su décimo aniversario, quieren preparar algo especial y aunque aún quede mucho tiempo, desde la asociación están muy motivados y con muchas ganas de celebrar la continuidad y evolución de esta tradición en la ciudad y esperan poder seguir ampliando la representación de los valores de Tarragona a través de los más jóvenes.

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