El pueblo tarraconense en el que no hay nacimientos desde hace 29 años

En La Febró no vive ningún menor de diez años. Sólo hay una niña, con 11 años, pero no nació allí. Hace tres décadas que no nace nadie

09 junio 2018 11:39 | Actualizado a 13 junio 2018 17:28
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Es uno de los municipios más envejecidos de la provincia. Únicamente un paseo por sus calles ya da fe del problema enquistado: sólo jubilados en las terrazas y los bancos, rompiendo una tónica de soledad en este remanso de paz que sólo se anima en los meses de verano. Si bien es verdad que la población es reducida –apenas unos 40 habitantes–, hallar a un chaval es tarea complicadísima. En este municipio del Baix Camp no vive ningún menor de diez años, según los balances del INE. De hecho, sólo hay una niña, que tiene 11, aunque no nació allí. Para buscar al siguiente más joven en el vecindario hay que dirigirse a chavales más allá de los 22

El alcalde, Sergi Cotilla, da la bienvenida en la web del ayuntamiento con una foto en la que aparece él con un bebé en brazos, un detalle curioso que en el fondo es una ficción. Cotilla arroja un dato aún más contundente: «Hace más de 20 años que no hay nacimientos. Sí viene gente del pueblo pero que reside en Tarragona o Reus y que nos visita para pasar el fin de semana o las vacaciones». El Idescat apunta la cifra concreta: aquí el último nacimiento data de 1989, hace 29 años. 

La Febró sufre el signo de los tiempos: un lugar en un enclave natural privilegiado, envuelto en simas y cascadas, y emplazado en las montañas de Prades que padece un retroceso demográfico implacable. En el año 2001 había censadas 65 personas. Hoy son 42, según los datos del INE sobre el año 2017. «Aquí la gente ya sabe lo que hay, muchos vienen buscando tranquilidad. Es uno de los puntos a favor de residir aquí», añade Cotilla. El senderismo es otro de los reclamos. 

La Febró es uno de los pueblos tarraconenses con gente más mayor: el 31% de su población tiene más de 65 años. Supera con creces la media autonómica, ubicada en 18,5%. Sólo hay seis vecinos que tengan menos de 30 años. Cotilla, como otros alcaldes de municipios en situaciones similares, cree que la deriva es una dificultad a abordar, aunque la solución es compleja: «Una de las cosas indispensables sería dotar a estos pueblos de buenas condiciones de internet. A veces hay problemas de cobertura y eso, en los tiempos que corren, es un impedimento para atraer a más gente, sobre todos a los jóvenes».

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