El suicidio se cobra más vidas en la provincia que la carretera

Los especialistas en salud mental insisten en que hablar del tema es clave para prevenir la que ya es la primera causa de muerte entre los hombres menores de 30 años

10 octubre 2019 07:10 | Actualizado a 10 octubre 2019 08:29
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«Estamos delante de un problema de salud pública, tenemos que conseguir que el suicidio deje de ser tabú para salvar vidas». La afirmación la hace el médico de atención primaria de Constantí, Enric Aragonés.

Cuando Aragonés habla de que se trata de un problema de salud pública, no exagera. El Departament de Salut, que recopila los datos de las causas de defunción (los últimos son de 2017), los coloca dentro de la categoría de muertes que, con políticas públicas adecuadas, se podrían prevenir. Está en el mismo grupo que el sida, los tumores malignos de pulmón o los accidentes de tráfico.

Tal vez lo que sea menos conocido es el hecho de que en la demarcación de Tarragona se producen más muertes por suicidios al año (54 en 2017) que por accidentes en la carretera (43). Lo mismo sucede en el conjunto de Catalunya. Por contra, la atención que se dedica a los siniestros de tráfico y su prevención es infinitamente mayor.

Los datos también hablan de una clara diferencia entre géneros. De quienes se quitaron la vida ese año en la demarcación, 46 fueron hombres y 8, mujeres.

Las estadísticas, además, no están completas, algunas muertes por suicidio entran en los registros como muertes accidentales.

La muerte de la que no se habla

Todo esto ha motivado que hoy, que se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, se dedique a la prevención del suicidio. Atrás quedaron los tiempos en que se pensaba que hablar del tema podía causar un «efecto contagio». Ahora se sabe que hablar es clave para prevenir.

Entonces, ¿qué podemos hacer como sociedad? Eva Llatser, presidenta de la delegación de Tarragona del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya, dice que lo primero es detenerse a escuchar. Recuerda que este año la OMS alerta de que cada 40 segundos muere una persona por suicidio en el mundo. «Como sociedad no estamos para invertir tiempo en la gente. Vamos a tomarnos 40 segundos para preguntarle a alguien cómo se siente», aconseja.

Todos los comentarios sobre ideas suicidas deben ser tomados en serio

La siguiente clave es escuchar sin juzgar y tomarse siempre en serio cuando otros nos explican que no encuentran sentido a seguir con su vida. Las ideas suicidas siempre deben ser tomadas en serio. «Dar ánimos, decir que se trata sólo de una mala racha, no sirve de nada», apunta. En estos casos toca buscar ayuda sanitaria sin demora.

Jorge (nombre ficticio) tiene 52 años y una enfermedad mental. Cuenta que ha vivido estos comentarios en carne propia. «Mucha gente tiende a banalizar lo que te pasa, a infantilizarlo... En algunos momentos más me habría valido un silencio que según qué palabras», explica.

Cuenta que si ya cuesta hablar de enfermedades mentales (9 de cada 10 personas que se quitan la vida estaban viviendo un problema de salud mental), mucho más difícil es hablar del suicidio.

Él, que ahora se dedica a dar charlas en institutos con la entidad Obertament, cree que en los momentos críticos le habría sido de mucha ayuda escuchar a otros que se habían enfrentado al suicidio y se habían recuperado. «Así habría sabido que no estaba solo».

El reto de la atención primaria

Enric Aragonés reconoce que el malestar emocional y las enfermedades mentales entran con mucha frecuencia en la consulta de atención primaria, pero lo hacen camuflados bajo otros problemas como dolores de cabeza, insomnio o fatiga.

De hecho, Aragonés es coautor del proyecto INDI, un modelo de atención a la depresión pensado para los CAP. En el estudio clínico que realizaron un 65% de las personas deprimidas con ideas suicidas dejaron de tenerlas gracias al sistema. Ahora están trabajando para que este modelo de trabajo se pueda aplicar en los CAP catalanes.

Aragonés reconoce que los médicos y enfermeras de atención primaria todavía tienen que superar el miedo a hablar con sus pacientes de ideas suicidas. Ellos también tienen miedo a alentar a personas que se encuentran en una situación de mucha fragilidad, cuando lo cierto es que hablar «ayuda a bajar el nivel de angustia y desculpabiliza».

Igual que Llatser, cree que escuchar sin juzgar y pedir ayuda es clave. «Debemos desterrar mitos como que los suicidios son un acto de cobardía, o tomar a la persona que tiene estas ideas como alguien que solo está buscando llamar la atención», señala.

La norma de escuchar con atención las ideas de los otros es válida para todas las edades, también cuando se trata de adolescentes y jóvenes. A la vista de los adultos sus problemas pueden ser aparentemente triviales, «pero en estas edades es muy difícil poder relativizar los problemas». Llatser añade que «para nosotros puede no ser importante, pero para ellos el mundo sí que se acaba si te deja el primer novio o no sabes qué estudiar», ejemplifica.

Finalmente, recuerda que hay que prestar especial atención a las personas con un diagnóstico de depresión (su riesgo es 20 veces mayor al de la población general) y a quienes están pasando por momentos clave en su vida, como la pérdida del trabajo o de un ser querido.

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