El talento tarraconense que vuelve a casa

Parte de los ‘cerebros en fuga’ retornan. Los jóvenes que emigraron al extranjero ante la falta de opciones laborales empiezan a poner rumbo a casa y protagonizan historias de éxito

28 mayo 2017 10:18 | Actualizado a 28 noviembre 2017 13:46
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Los síntomas de recuperación económica son aún vagos, poco claros, pero ellos retan la incertidumbre con un giro arriesgado. Volver a Tarragona, a casa, después de haber trabajado en el extranjero, no deja de ser una aventura. Son todavía un goteo escaso dentro de una dinámica que en los últimos años ha sido de éxodo.

Los datos del INE sobre la provincia indican que la diáspora aún no ha terminado. Las salidas siguieron aumentando en 2015, último año con datos disponibles, y el saldo migratorio continuó ensanchándose. Pero en esa dinámica ellos son la esperanza. 

670 españoles entraron en la provincia en 2015. Es un aumento del 25% respecto al año anterior. Ahí se incluyen los tarraconenses que vuelven del extranjero

Cada vez más talento emigrado desde Tarragona, huyendo del país europeo con mayor tasa de desempleo juvenil –con permiso de Grecia–, hace las maletas de vuelta a su tierra. A su vez, empresas y administraciones, conscientes de esa migración inversa, están atentos para recuperar el talento formado aquí.  

Una fuga con matices

Y todo ello, a pesar de que la  fuga de cerebros no haya sido, en realidad, relevante poblacionalmente. «No es cierto de ninguna forma, en términos demográficos, que la emigración sea una barbaridad. Términos como fuga de cerebros son sensacionalistas», explicaba el profesor y sociólogo de la URV Àngel Belzunegui que reconocía, sin embargo, que las cifras iban en aumento y lo harían más en el futuro. 

Si la marcha no fue masiva, el regreso aún menos. «Sí son movimientos importantes que tienen valor en términos cualitativos», apunta Belzunegui. La mejoría de la economía española (con una tasa de paro que sigue en niveles altos pero ha descendido ocho puntos en cuatro años) presenta un panorama un poco más halagüeño. Por eso han vuelto algunos, y de momento les sale bien. Han podido trabajar fuera, en algunos casos se han formado y han mejorado idiomas. «Estoy convencido de que sin mi experiencia fuera ahora no tendría este trabajo», razona el tarraconense Josep Alcoceba, ahora en los Jocs del Mediterrani y antes analista económico en París. 

La enfermera que se fue y al regresar fundó una ‘start up’

De enfermera por la URV a CEO de una innovadora ‘start up’ en Barcelona que une sanidad y gamificación con ocho personas en plantilla. La historia de éxito de Anna Sort incluye un paréntesis decisivo en Francia. Tras estudiar enfermería en Tarragona, se topó con la cara más amarga de la sanidad. «Trabajé tres meses en Barcelona, en dos lugares distintos, incluidos los fines de semana, 12 horas al día, muchos turnos, muchas horas», recuerda. 

Después de un mes en Amsterdam, se marchó a Francia, a trabajar de enfermera de empresa para una de las compañías más grandes de videojuegos, Blizzard Entertainment. «Tienen juegos como Overwatch, con más de 21 millones de usuarios», indica. Allí Anna vivió una experiencia personal, en términos de educación en salud, que le hizo ver la luz para juntar en un mismo proyecto las dos motivaciones de su vida: la enfermería, su trabajo, y los videojuegos, su hobby. 

La frustración a la hora de enseñar a un joven diabético no diagnosticado cómo progresar tras una embolia le hizo profundizar en los videojuegos como método para los tratamientos en salud. «Él no lo estaba haciendo bien. Pensé que aquellas charlas con él estaban siendo muy inefectivas y que la culpa era mía», rememora. 

La clave estuvo en el juego World of Warcraft y en poder usar sus personajes para mejorar en los tratamientos de salud. «Volví a Barcelona a hacer un máster de Cognitive Sistems & Interactive Media», dice. Esto es, una indagación en las nuevas tendencias, vinculada a conceptos como la robótica y la gamificación, un concepto cada vez más extendido. «Mi tesis estaba basada en un tobogán hinchable donde se proyectaban vídeos para luchar contra la obesidad en los niños», cuenta. 

Abrió un blog con su visión de la salud. «Presenté una idea de utilizar el World of Warcraft, al que juegan 12 millones de personas, para transformar tu avatar en diabético y a partir de ahí ir mejorando en salud». Anna fue haciendo contactos y participando en eventos de sanidad con esa nueva propuesta de hacer la salud divertida. Así, hace tres años impulsó la ‘start up’ PlayBenefit, donde es la ‘jefa’. La aplicación Benergy es su primer producto propio.

Emigrar a Manchester para lograr aquí un buen empleo

Montse Yago, de 26 años, terminó sus estudios de nutrición en la Rovira i Virgili. «No sabía si trabajar o seguir estudiando más. No había buscado demasiado pero decidí marcharme a Manchester», reconoce. Eso fue hace tres años. En Inglaterra cursó un máster de innovación en la alimentación. Allí se fue con su hermana Núria, a la que le unió una trayectoria prácticamente paralela. «Quise irme fuera para estudiar un máster que tuviera más reconocimiento, y así mejorar el inglés. Antes de acabar el máster ya conseguí trabajo», explica Núria, que entró en el departamento de calidad de una empresa alimentaria. 

Montse tuvo que esmerarse un poco más. Primero logró un empleo en Manchester como camarera: «Me hubiese atraído trabajar de lo mío, pero me gustó también. Era algo diferente, me permitió mejorar el inglés, conocí a gente, aprendí mucho». Ambas hermanas, de Tarragona y con otro máster en su currículum sobre ciencia y tecnología de los alimentos, consiguieron tablas gracias a su aventura británica. 

Ese talento forjado aquí, en la URV, pero cincelado fuera, acabó regresando. «Al volver comencé otro máster, pero me coincidió con un empleo que me salió, y es donde estoy ahora», explica Montse. Combinó estudios con su trabajo en Mont-roig del Camp, en el departamento de calidad e innovación de la firma Paulino Solanellas, una firma alimentaria centrada en los frutos secos. «Creo que mi estancia fuera me sirvió para tener este trabajo. Tengo que usar el inglés en mi día a día», cuenta Montse. Su gemela, Núria, también hizo las maletas de vuelta y le salió bien. Trabaja en el laboratorio del departamento de calidad de Nutrisport, en Argentona (Barcelona): «En mi sección somos dos y generalmente hablo yo con los clientes extranjeros, con los que uso el inglés». Estas hermanas también son talento que vuelve y se aferran al optimismo después de casi una década aciaga para una generación que ha vivido en precario pero que empieza a salir adelante. «Parece que hay algo más de movimiento en el mercado laboral. A nosotras nos ha ido bien salir fuera», resume Núria. 

De economista en París  a los Jocs del Mediterrani

«Tengo claro que sin mi experiencia en París no podría haber conseguido el trabajo que tengo ahora», asesta contundente Josep Alcoceba, uno de esos cerebros que se tuvo que marchar desde Tarragona al extranjero para crecer y prosperar en su ámbito. «Si me quedaba aquí lo único era aspirar a cajero de banco y quería hacer algo más», cuenta ahora. 

Licenciado en Economía y Administración y Dirección de Empresas por la URV, recaló en la capital francesa becado por un programa llamado Eurodisea. Cursó el máster en Economía Internacional y Desarrollo en la universidad de París-Dauphine, una de las más prestigiosas del país, y acabó trabajando como técnico en la Organización de la Cooperación al Desarrollo Económico (OCDE), el ente responsable del mediático Informe PISA. 

Perfeccionar idiomas

«Me cogieron como técnico analista económico. También trabajé en la embajada española. Fue una experiencia muy positiva», explica. Su idea, como en tantos otros casos, era estar seis meses y acabó cuatro años en Francia. 

Perfeccionado el inglés y dominado el francés, volvió a casa, y el bagaje cosechado al otro lado de la frontera le permitió incorporarse a un empleo con garantías. Fue responsable de estadística y comercio en el Consejo Internacional de Frutos Secos y la Fruta Desecada (INC), en Reus. Ahora, tras un breve paso por un banco, es el responsable de transportes y movilidad de los Jocs del Mediterrani de Tarragona. 

Josep percibe cierta mejoría de las condiciones, al menos en su entorno: «La mayoría de mis conocidos trabajan, y eso es positivo. Quizás hemos aceptado retribuciones más bajas que hace cinco años, pero al marcharte fuera creo que mejoras y luego puedes aspirar a más. Es muy recomendable irte a otro país un tiempo. Por un lado, es triste que tengas que marcharte, pero por el otro lado, si puedes acabar volviendo, el balance es muy positivo». 

La estancia fuera incluso le sirvió a nivel personal. «Ahora mismo estoy estudiando árabe, y es algo que estoy seguro que viene de haber conocido gente de otros sitios, de otras culturas», admite. Alcoceba es también el principal impulsor de la plataforma ONG En Xarxa, una pionera iniciativa social para mostra el trabajo de las organizaciones del Camp de Tarragona vinculadas a la cooperación. 

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