El tarraconense que ha concursado cinco meses en ‘Saber y ganar’

Enrique Gómez, escritor, doctor y profesor de Filosofía en el Institut Torreforta, ha participado en 79 entregas, batiendo récords y logrando la etiqueta de 'magnífico' que otorga el programa de La 2

22 mayo 2019 18:56 | Actualizado a 23 mayo 2019 18:19
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La abertura alta de una habitación para dar ventilación –una lucerna– o la línea que resulta de la intersección de dos planos por su parte exterior –la arista– tumbaron finalmente a Enrique Gómez, tras cinco meses y 79 programas en 'Saber y ganar', el popular espacio de La 2. Esas fueron algunas de las definiciones en las que falló en la prueba decisiva, algo que no empaña una trayectoria triunfal: casi 60.000 euros ganados, la vitola de ‘magnífico’ que da el programa y que le brinda el derecho a volver a competir el año que viene y multitud de mensajes cordiales y gratos. «Algo bueno que me llevo es la relación con los otros participantes, algunos de ellos anteriores a mí», cuenta Enrique, que empezó a jugar el 26 de diciembre de 2018 y acabó su andadura este pasado martes, 21 de mayo. 

El debut fue algo imprevisto. «Yo no me apunté. Estaba en el instituto y a la hora del patio vi que me habían dejado un mensaje en el teléfono. Era una mujer que me hablaba desde una productora. Me decía que no era ninguna broma. Llamé y me lo explicaron todo, cómo funcionaba. Lo habían tramado en mi casa mi mujer y mis niñas». Enrique, profesor de Filosofía, Sociología y Psicología en el Institut Torreforta, se lo pensó: «Lo sopesé y me dije ‘¡qué diablos!’ Iba con miedo. Trabajando donde trabajo, una experiencia fallida el primer día te puede convertir en el hazmerreír...». 

"El programa tiene voluntad de ser muy estricto. Siempre se están comprobando los datos. Incluso se llega a parar la grabación para hacerlo", explica Enrique

Nada más lejos de la realidad. Se sacudió pronto todos los temores a golpe de respuesta certera. En diez programas alcanzó los 7.000 euros –800 por entrega, un récord– y se fue liberando. «En ese momento pensé: ‘Ahora, aunque cayera, ya no me daría vergüenza ir a clase’. Viví lo siguiente como un regalo», dice entre bromas, avanzando en un programa con una audiencia de más de un millón de personas, mezcla de alta erudición con cultura popular. 

Enrique, que además de doctor en Filosofía es escritor y colaborador del 'Diari', se movía ducho cuando las cuestiones abordaban a los Beatles, Shakespeare, Cervantes, el vals, la literatura rusa o Goya; en cambio, sufría más si las temáticas se encaminaban hacia los videojuegos o el rock duro español. «Recuerdo cuando salieron preguntas sobre Camela... Yo no tenía ni idea. En el último programa, en una pregunta que me envió al reto, donde me eliminaron, la respuesta era Álex Ubago... y yo no tenía ni idea de quién era», narra. «Luego están las preguntas que no forman parte de la especialidad de nadie. Los que son muy de ciencias, no siempre con toda la razón, se quejan de que apenas hay preguntas de eso. No es del todo cierto, pero sí que es verdad que el programa se decanta más hacia la cultura general».

"Desde la modestia, creo que hay que saber para ganar, pero no es condición única. También hay que tener suerte", añade  

Enrique se adentró en una dinámica intensa que compaginaba con la docencia. Grabación dos días por semana, cinco programas por jornada, comenzando a las 7.30 de la mañana y acabando, en algunos casos, hacia la 19 h. «Hay dos cosas que me han sorprendido. No me esperaba el cansancio físico ni la percepción del tiempo. En casa tienes la impresión de que, una vez formulada la pregunta, hay tiempo para pensar un rato, evaluar y escoger una opción. Allí se te va rápido. Antes de proferir la palabra, ya ha pasado tu momento». Otra faceta que se esconde tras las cámaras: «El trato de todo el equipo es muy afable. Es gente que lleva muchos años, muy profesional, y tienen mucho rigor. Se para la grabación si surge una duda. Se comprueba que el dato sea correcto, se echa mano de las enciclopedias. Hay voluntad de ser estrictos», cuenta.

Enrique degusta ahora una popularidad tranquila («mucha gente me reconoce y hasta en Sevilla me han parado por la calle», dice) mientras hace balance: «Desde la modestia, creo que hay que saber para ganar, pero no es condición suficiente. Hay que tener suerte».
Entre los recuerdos más placenteros, figura su programa número 50: «Fue muy bonito, una especie de homenaje que me regalaron. Me preguntaron por cosas de las que había escrito en mis libros, como el Camino de Santiago, Malta... Hasta me hicieron explicar en un minuto el mito de la caverna. ¡Ese día estuve en mi salsa!».

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