En busca de soluciones para acabar con el óxido del Teatre Romà de Tarragona

La Generalitat asegura que si el plazo de oxidación de la estructura metálica se alarga más de lo previsto, buscará alternativas para que el yacimiento romano no padezca más sus efectos

15 diciembre 2019 10:10 | Actualizado a 15 diciembre 2019 10:26
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La estructura metálica que reproduce a escala real como era el Teatre Romà ha manchado de óxido al menos media docena de piedras del yacimiento. La Generalitat de Catalunya, titular del monumento, se compromete a buscar soluciones para poner fin al proceso de oxidación de la armadura, instalada la primavera del año pasado. «Si vemos que en el plazo previsto por el arquitecto, la cosa continúa igual y el óxido sigue llegando al yacimiento, buscaremos alternativas», asegura al Diari la directora general de Patrimoni Cultural de la Generalitat, Elsa Ibar.

El proyecto de intervención del Teatre Romà siempre ha estado envuelto de polémica. Arquitectos y arqueólogos de la ciudad se mostraron contrarios a reconstruir el monumento con una estructura metálica de dichas dimensiones. Tenían miedo de que se oxidara, teniendo en cuenta el ambiente húmedo de la zona. Administración y arquitecto de la obra tranquilizaron al personal. Desde el primer momento, los expertos vieron inconvenientes, tanto estéticos como técnicos. Más de un año y medio después, sus miedos parecen haberse hecho realidad. Cabe recordar que la armadura costó 750.000 euros.

A principios de este 2019, se detectaron una serie de manchas de óxido en seis piedras del yacimiento romano. Las limpiaron en mayo, pero han reaparecido de nuevo. La directora general de Patrimoni Cultural de la Generalitat, Elsa Ibar, responsabiliza directamente al arquitecto de la obra, Toni Gironès, de la situación en la que se encuentra actualmente el monumento. «La estructura es de acero corrugado, y tiene un proceso de oxidación natural, que ya se definía en el proyecto. La obra se ejecutó según las directrices y decisiones del responsable, es decir, el arquitecto», asegura Ibar, quien añade que «previendo lo que podía pasar, le pedimos a Gironès que sometiera parte de la armadura a un proceso de pasivación –de protección–, para evitar las manchas. El arquitecto era partidario de que la oxidación se hiciera de manera natural». La pasivación es la formación de una película sobre la superficie del material que lo enmascara en contra de la acción de agentes externos.

Técnicos de la Generalitat de Catalunya aseguran que «todo estaba previsto», pero que no contaban con las diagonales que conforman la estructura de acero. «Las gotas de lluvia se acumulan en la parte superior de la armadura, y van chorreando a través de su recorrido por las tendenciales hasta llegar a las piedras», relata Ibar, quien añade que «si vemos que el plazo de oxidación se alarga más de lo previsto, deberemos tomar medidas». Cabe recordar que, según el proyecto inicial, este proceso debía estar listo en cuestión de meses. Pero la realidad es que ya hace más de un año y medio que se instaló la estructura y el yacimiento romano sigue deteriorándose.

Por el momento, desde la Generalitat se está haciendo un control y seguimiento exhaustivo sobre el terreno. En mayo, ya se limpió una parte del óxido. Arqueólogos y arquitectos de la ciudad alertan de que si este compuesto químico penetra en el yacimiento podría dañarlo para siempre. Piden que se actúe de manera urgente.

Por su parte, el arquitecto de la intervención, Toni Gironès, aseguraba hace unos días que la estructura de acero se instaló sin ninguna protección por falta de tiempo, contrariando así las palabras de la directora general. Lo dijo durante su participación en una mesa redonda que organizaba el Col·legi d’Aparelladors, Arquitectes Tècnics i Enginyers d’Edificació de Tarragona (COAATT). Según el medio digital tarraconense Porta Enrere, Gironès reconoció que sabía que el óxido acabaría cayendo sobre yacimiento.

Pero esta no es la única preocupación. La estructura metálica se ha convertido en un nuevo reclamo para las palomas, y con ellas otra amenaza: el ácido de sus excrementos. «No se trata de un problema del Teatre Romà. Sino de toda Tarragona », asegura Ibar, quien añade que «es cierto que las haces de estas aves son corrosivas. Luchamos contra ello, utilizando halcones, unos animales que espantan a las palomas». Ibar reconoce que «una cosa es el proyecto, y la otra que los resultados no sean los esperados».

La Arqueològica se posiciona

Son muchos los arqueólogos y arquitectos tarraconenses que siempre se han mostrado contrarios a la intervención de este monumento por su impacto visual. Incluso el arqueólogo municipal se opuso a la idea a través de un informe. La mayoría de expertos opinan que antes de llevar a cabo una actuación de estas características, es necesario conocer el terreno y elaborar un plan director que permita priorizar las acciones.

Por su parte, Joan Vanney M. Arbeloa, presidente de la Reial Societat Arqueològica Tarraconense (RSAT) –entidad que vela por el patrimonio de la ciudad–, asegura que «no sé si se puso en valor toda la afectación que podía tener esta intervención. Se debería haber previsto el material que se instalaba y cómo podía afectar al monumento». Arbeloa opina que «nos hubiera gustado poder decir la nuestra, pero, la mayoría de veces, las administraciones nos traen el proyecto ya aprobado y adjudicado, sin opción a decir nada».

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