En la ciudad viven más perros que niños menores de 10 años

La soledad dispara la presencia de mascotas mientras los veterinarios reconocen que la relación de los dueños con sus animales se ha hecho más estrecha en los últimos tiempos

26 junio 2019 10:17 | Actualizado a 26 junio 2019 14:28
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Pasa en ciudades más grandes y también en Tarragona: en el municipio ya viven más perros que niños. La comparación de las cifras no pretende, ni mucho menos, sugerir que las familias que no tienen hijos compran o adoptan una mascota, pero sí habla de una sociedad donde baja la natalidad, la soledad acecha y la relación con los animales de compañía se estrecha.

De entrada, no resulta fácil saber cuántos perros viven en la ciudad, porque, aunque es obligatorio censarlos, según la Ordenança sobre la protecció, la tinença i la venda d’animals (el procedimiento es gratuito), lo cierto es que en este registro sólo figuran 5.822 animales según el portal de Dades Obertes del Ayuntamiento de Tarragona.

Recurrimos entonces al registro que hacen los veterinarios cuando colocan el chip para identificar a los animales, un trámite que también es obligatorio pero que no todos los dueños cumplen. Según el Arxiu d’Identificació d’Animals de Companyia (AIAC) en la ciudad hay 14.939 perros, sin contar los que no han pasado por este proceso.

Por contra, según los datos del padrón municipal, en la ciudad viven 13.585 niños menores de 10 años.

Como de la familia

A Verónica Araunabeña, vocal de pequeños animales del Col·legi Oficial de Veterinaris de Tarragona, los datos no le sorprenden. Como profesional ha constatado el aumento en el número de animales que acuden a las consultas pero, sobre todo, a la forma como ha cambiado la relación de los ciudadanos con sus perros.

Explica, de hecho, que muchos veterinarios clínicos rellenan en sus consultas un cuestionario sobre el nivel de apego de los dueños con sus mascotas en base a preguntas como dónde come o dónde duerme. Esta valoración, explica, es muy relevante para el profesional.

Desde el punto de vista veterinario, el cambio ha hecho que los animales estén mejor controlados. «Cuando alguien que convive estrechamente con su perro me dice que está raro, no espero a que tenga más síntomas, le digo que lo traiga a la consulta. Así tenemos diagnósticos mucho más precoces», dice.
 

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