Entre la ‘espalda’ y la pared

Si la transición fue la mejor etapa política de nuestro país, dejemos de citarla y pongamos en práctica su savoir faire

27 junio 2019 09:23 | Actualizado a 27 junio 2019 18:15
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Como si fuera un refrán mal dicho, la actualidad política española ha puesto a Ciudadanos entre la ‘espalda’ y la pared. Entre cubrirse sus espaldas, es decir, cumplir con la palabra dada a los electores antes de las elecciones, y entre la pared, que es el muro de la dura realidad de bloques, frentismos y vetos cruzados entre unos y otros.

La gobernabilidad del país está en juego, pero, ¿qué fue primero? ¿El huevo o la gallina? ¿Dar estabilidad a un país o cumplir férreamente con un compromiso electoral? Pues ni una cosa ni la otra. Los grises también existen y, por eso, está más vigente que nunca el dogma que muchos políticos utilizan: lo primero es tu país, y lo segundo, tu partido. Bien, por ello existen soluciones intermedias. Parafraseando al ministro Borell, primero debemos aplicar la política del ibuprofeno –no con los independentistas– entre los partidos constitucionalistas. Lo segundo, el deshielo y la negociación política.

Si la transición fue –a juicio de muchos– la mejor etapa política de nuestro país, dejemos, por favor, de citarla y mencionarla como marco retórico y pongamos en práctica su savoir faire. Ciudadanos tiene la oportunidad de moderar un gobierno del PSOE y de fagocitar el centroderecha a través de la plataforma pública y mediática del poder, así como de la herramienta más revolucionaria para un liberal: el Boletín Oficial del Estado. Como viene pasando en Cataluña durante los últimos años, el paradigma de que el vicepresidente de un gobierno acabe superando al presidente, como a la sazón hizo Junqueras con Puigdemont, podría perfectamente suceder en un gobierno de la administración general del estado. 

Habida cuenta de que en otoño de este mismo año el Tribunal Supremo fallará sobre el procés, sería una oportunidad magnífica para posicionarse dentro del gobierno como el firme defensor de la unidad de España frente al sanchismo, movimiento que se ha hecho con el PSOE y que refleja una cierta tibiez para con el independentismo. La crítica es fácil, y es inherente a la posición centrista del espectro político. Las primeras consecuencias ya las estamos viendo y, por primera vez, el único partido que quedaba por perder la virginidad –políticamente hablando– ya ha tenido dimisiones, fracturas internas y debate estratégico. 

Por fin, en este nuevo sistema multipartidista español los partidos políticos jóvenes ya han pasado la adolescencia y la pubertad para convertirse en adultos, con las responsabilidades y obligaciones que ello conlleva. Además, es una oportunidad única para negociar un programa de gobierno y poder ejecutarlo. Muchos ciudadanos que seguimos la política día a día vemos de forma clarividente que el PSOE de Sánchez estaría dispuesto a ceder cuatro, cinco o seis ministerios a Ciudadanos a cambio de una legislatura tranquila y con una mayoría parlamentaria holgada.

Por primera vez en la historia democrática de nuestro país un partido con reciente implantación nacional puede llegar al Consejo de Ministros. Y, desde ahí, solo desde ahí se podrá ganar el liderazgo del centro y centroderecha de nuestro país. Nunca, y quizás me equivoque, desde la oposición en el Congreso y sosteniendo en el poder a tu gran rival en sus principales bastiones. El tiempo, como siempre, dirá si fue acertada, errónea o mediopensionista la estrategia de Rivera y su núcleo. 
 

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