'Estamos remontado tras varios años muy malos'

03 julio 2017 09:34 | Actualizado a 04 julio 2017 11:50
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«Que estén tirando bombas en todas partes menos aquí es bueno para nosotros...». La frase de David Escoda, que regenta un local de juegos recreativos en el Passeig Pau Casals de La Pineda, es muy dura, pero refleja una realidad: que la Costa Daurada se está convirtiendo en destino de muchos turistas que han abandonado otros lugares. 

Según anunció el sector el pasado 21 de junio, las pernoctaciones podrían superar el récord de 19,7 millones de 2006. El primer fin de semana de julio –que marca el comienzo del momento álgido de la temporada– parece confirmar esas buenas expectativas a pie de calle, entre los restauradores y comerciantes, que obtienen su negocio más allá del ‘todo incluido’ de los hoteles.

«La temporada ha empezado muy bien. La Semana Santa fue buenísima y el puente también», asegura José Antonio Guillén, el encargado del supermercado Simply ubicado en La Pineda. A mediodía de ayer, poco antes de la hora de comer, las colas eran considerables en el establecimiento. 

«Este año los turistas compran más alimentación y no tanto plato preparado. Hay mucha gente, muchos rusos. Y los rusos se gastan más dinero. El turista español, en cambio, mantiene el nivel de gasto», explica Guillén, que augura: «Este verano va a ser muy bueno».

Todas las personas consultadas ayer coinciden en la mayor presencia de turistas rusos. La inestabilidad en Turquía y el norte de África favorece a la Costa Daurada. Según las cifras del sector, en 2015 los visitantes rusos cayeron la friolera de un 45% y en 2016 crecieron un ligero 0,5%. 

En las zonas más turísticas de Salou –el Passeig Jaume I y las calles Carles Buïgas, Saragossa y Barbastre– y La Pineda se oía hablar ayer mucho en ruso e inglés, algo en castellano y casi nada en catalán y francés. Amuchos británicos se les detectaba enseguida por su piel pálida enrojecida hasta lo indecible en los hombros y la parte superior de la espalda.

«¿Rusos? Sí que vienen, pero deben ser de Kazajistán, no de Moscú», bromea con un toque de amargura David Escoda. Alude a que «el poder adquisitivo de los rusos sigue siendo escaso. La época de los mafiosos con mucho dinero se ha acabado».

Escoda prefiere al cliente británico: «El inglés sale y gasta. Es generoso y educado. El ruso es tacaño y desconfiado. ¿El turista español? Se gasta una miseria y, si puede, te regatea».

«Estamos empezando a remontar tras varios años muy malos. Aún no se puede celebrar nada, pero tenemos suerte. Cuántos más rusos vengan, mejor. Nos convienen», sostiene Robin Van Nifterick, responsable de ‘Gacela’, una tienda de zapatos y bolsos.

Como buen comerciante, Van Nifterick intentaba seducir ayer a sus clientes: «Aquí tenemos producto español bien hecho. Nada chino. Vamos a intentar acabar con los chinos». «¿No tienes nada chino?», le preguntaba el cliente en cuestión. «Bueno... alguna cosa sí, pero los zapatos son de piel buena, de toda la vida», respondía Robin.

Muy cerca de la zapatería, Pep Castro estaba al frente de la pollería-heladería-coctelería que regenta. Pep acaba de ampliar el negocio. «Hay más rusos y más ingleses. El gasto sigue siendo más o menos el mismo. Les queda poco dinero para gastarse. El turista inglés sigue siendo el mejor para mí porque, a pesar del todo incluido de los hoteles, toma cócteles y deja propina», afirma.

Según Castro, el brexit no se ha notado. Otros restauradores y comerciantes coinciden. Eso sí «los clientes ingleses pagan ahora con tarjeta mientras que antes optaban por el efectivo». Justo cuando Castro acaba de pronunciar la frase, Catlin y su hija Aimee, de Perth (Escocia), se acercan a la barra para pagar su consumición con una Visa.

La tan temida salida de la Unión Europea no parece que haya restado visitantes británicos a la Costa Daurada. De hecho, se incrementarán gracias a los nuevos vuelos que unen Reus y Barcelona con la isla. También crecerá el turismo irlandés.

«El irlandés es muy diferente del inglés. No va a hoteles grandes sino a apartahoteles. Comen bien y suelen gastar bastante», comenta Joan Salvador, propietario del restaurante ‘Dorado’.

Salvador defiende que «la temporada está empezando mejor que el año pasado. Hay más rusos, pero su gasto es normalito. Hace años pedían lo más caro. Ahora se alojan en hoteles con pensión completa, pero salen a cenar porque quieren probar nuestra gastronomía».
El turista español también gasta más, según Salvador: «Se nota la remontada en lo que piden y cómo lo piden. Antes había miedo. Ahora piensan que ya no se puede caer más bajo de lo que ya caímos económicamente». 

«El año pasado ya notamos la mejoría y este año ha sido aún mejor, sobre todo en invierno y los fines de semana, con clientes de Lleida, Barcelona, Zaragoza...», se felicita Salvador. Eso sí, se ha instaurado la prudencia. «Ahora somos más realistas», advierte el propietario del ‘Dorado’.

Francesc Pàmies atiende en su chiringuito de la playa Llarga de Salou. También ha notado más clientes y más gasto. Espera que el resto del verano sea aún mejor. «¿Julio y agosto? Soy optimista. Irán bien», pronostica.

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