«Estas fiestas de Santa Tecla tocan en casa, nada de montar actos alternativos»

Así están viviendo algunas entidades, puertas adentro, esta Santa Tecla atípica sin Seguici Popular ni actos multitudinarios en las calles

19 septiembre 2020 07:55 | Actualizado a 20 septiembre 2020 07:39
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«¿Recordáis cómo se contagia la emoción cuando el Àliga pasa por Santa Anna? Pues imaginad cómo se podría contagiar el virus con la calle llena». «El día 21 de septiembre es uno de los días más especiales del año en las escalas de la Catedral. Vaciarlas este año es contribuir a que el próximo año podamos volver todos y cada uno de nosotros».

Son algunos de los tuits que ha ido difundiendo estos días el Àliga de Tarragona en su campaña en redes sociales ‘Enguany, ni tu ni jo. #NilÀligaNiTu’ para concienciar sobre la importancia de que no se monten actos alternativos durante las fiestas, especialmente el día 21, día de la Baixada de l’Àliga; probablemente la noche del año en la que se concentran más personas por metro cuadrado en la ciudad.

Dani Montero, presidente del Ball de Diables de Tarragona, entidad a la que pertenece la sección del Àliga, es contundente: «Este año las fiestas son para estar en casa, nada de montar actos ni bajadas alternativas. Nosotros nos vamos a desmarcar de cualquier actividad».

Es la misma tónica de todo el Seguici Popular, que a principios de mes ya firmó un comunicado conjunto haciendo un llamamiento a la responsabilidad. 

Hemos hablado con los miembros de cuatro de las entidades que participan cada año en las fiestas para ver cómo van a vivir esta Santa Tecla desde casa.

«Lo echamos todo de menos»
Rafael Segarra es presidente de los  Xiquets de Tarragona y diable desde hace más de dos décadas, así que reconoce que está «muy triste por partida doble; estamos echándolo todo de menos».

En un septiembre normal la colla, que justo cumple 50 años, estaría en plena ebullición preparándose para las actuaciones de la fiestas. Pero el medio siglo les ha pillado sin local «y sin poder juntarnos ni ensayar». En un año normal se habrían juntado unas 250 a 300 personas con la camisa ‘matalassera’ en la Plaça de la Font.

Segarra vaticina que todo este tiempo sin poder ensayar pasará factura a las collas. No solo hay la sensación de que se está perdiendo forma, sino que el regreso no será fácil. Hay personas, especialmente las de más edad, que tienen miedo al contagio y tardarán en volver a actividades colectivas. Además, los niños habrán crecido; «normalmente de noviembre a febrero notamos un abismo, imagínese ahora», comenta. Al final, reconoce, a muchas collas les va a tocar hacer borrón y cuenta nueva.
Como la mayoría de los tarraconenses que forman parte de las entidades que participan en las fiestas, ya se había cogido vacaciones para estos días con bastante antelación y piensa seguir los actos por televisión.

A Segarra le cuesta elegir qué es lo que echará más de menos estas fiestas: la entrada del Braç de Santa Tecla; ver al seguici al completo o el olor a pólvora en las calles. Al final se queda con el día del pilar caminant. «Las collas lo vivimos de una manera muy íntima, puede que hayas tenido un mal año, pero cuando el pilar llega al Ayuntamiento se te olvida todo».

Segarra insiste en que el esfuerzo de quedarse en casa valdrá la pena y toca ser muy responsables para volver a tener las fiestas multitudinarias y participativas de siempre. Hoy, por ejemplo, la colla organiza el concierto de Izal en el Camp de Mart y, además del personal de seguridad, miembros de la colla irán a reforzar para que se mantengan las medidas de seguridad.

«Cada generación tiene su guerra»
«Cada generación tiene su guerra y es probable que esta sea la nuestra», reflexiona Jordi Marquès, presidente de los portadores de los Gegants Vells. «Ha habido años que después de estar tan ilusionados ha llovido y no hemos podido salir, y no se acaba el mundo... Ya habrá tiempo para fiestas», dice para quitar hierro a la nostalgia.

En su caso lleva 28 años portando los gegants, desde que le «enredaron» en Cós del Bou y ya no lo dejó. En su casa las fiestas se viven intensamente y su mujer, Pilar, es la única portadora. El día de la vigilia lo van a pasar con unos amigos, «menos de 10», advierte. La idea es ver vídeos de fiestas anteriores y enfocarse en las celebraciones para el 2025, cuando los gegants cumplirán 200 años. 

La entidad no es muy grande, unos 11 a 12 portants, y con familiares y amigos llegan a unos 80 durante las fiestas. No obstante, la familia comienza a crecer porque el año pasado se presentaron los Gegants Vells Petits, que son portados por los niños de la Escola El Miracle. Algún padre, de hecho, después de ver la experiencia se ha apuntado a la colla. 

Marquès dice que para ser portant es más importante la habilidad que la fuerza, pero lo que hace falta, sobre todo, es «que te guste mucho. Yo soñaba con esto desde pequeño».

Cree que el momento que más echará de menos este año raro es la salida del Seguici al completo y ver las caras de los niños. «Desde la rejilla se ve más de lo que te piensas», remata.

«Vale la pena esperar»
Lluís Gómez es vicepresidente del Esbart Santa Tecla, y quedamos con él para hacer la foto en el local de la entidad, inusulamente vacío, teniendo en cuenta que por aquí pasan habitualmente unas 250 personas de todas las edades. Está cerrado desde que se decretó el estado de alarma y no se sabe cuándo podrán volver a abrir. «No tenemos claro cuándo podremos retomarlo, pero vale la pena esperar», dice.

La entidad forma parte del Seguici con los bailes del Patatuf, el de Cercolets, Turcs i Caballetes y el Cos de Bastoners. Además, hacen el Retaule de Santa Tecla.

Como tantos grupos, cuando comenzó el confinamiento pensaron que se trataría de cosa de un mes, pero la realidad les fue demostrando otra cosa. Eso sí, probablemente fueron de los primeros que supieron que este año no saldrían, porque los bailes requieren una preparación detallada. No solo toca saberse el baile, sino ser capaz de mantener la atención durante todas las horas que dura el Seguici.

Lluís entro a la entidad con tres años; comenzó a bailar el Patatuf y ahora tiene 34. Ha pasado por diferentes bailes a lo largo de su vida y esta Santa Tecla, cómo no, se le va a hacer dura. Para él uno de los días mágicos es el 22: «Cuando oyes las carretillas de los diablos y sabes que arranca todo y que toca disfrutar».

Pero los tiempos son los que son y las entidades «somos las primeras que queremos que todo sea ejemplar, no queremos salir en las noticias como las fiestas de otros sitios», dice sin nombrar a Vilafranca, donde las imágenes de vecinos celebrando apelotonados aparecieron en todos los informativos.

En su caso particular cuenta que verá los actos más representativos que emitan por TAC 12 con la familia más cercana. También tiene preparados cuatro CD para rememorar en su casa la entrada de los músicos.

«Es difícil para todos»
Dani Montero, ‘Monti’, del Ball de Diables de Tarragona, cumple este año 16 años en la entidad, a la que entró con 21, de manera que sí, para él también será difícil no salir este año.

Entre las diferentes secciones de la entidad, incluyendo el Àliga, el Àliga Petita y el Ball de Diables Petit, suman unos 170 miembros. (Los niños comienzan a partir de los ocho años).

Con él también quedamos para hacer la foto en el local que, en un día como éste en un septiembre cualquiera, sería un bullir de gente ensayando, pero que ahora permanece vacío. Durante el confinamiento hubo vermuts virtuales, pero «no poder estar todos juntos es lo que más vamos a echar de menos. Esos momentos que quedas antes para comer y echar una copa de Chartreuse», relata.

Pero eso no quita que se mantenga inamovible en su discurso: «Este año es difícil para todos, pero hay que dar ejemplo y poner sentido común».

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