Esteve Martí: «En Tarragona nos falta orgullo, creérnoslo más»

Entrevista. Vecino mayor. Martí cumple 65 años dentro de unos días y se jubila después de toda una vida trabajando con comunidades de vecinos de toda condición. La suya es una visión de la ciudad única

10 noviembre 2019 09:20 | Actualizado a 10 noviembre 2019 09:42
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Esteve Martí nació en Tarragona, en la Calle Cervantes (el 18 de noviembre hará 65 años). Casado y con tres hijos, siguió la tradición de su padre, que montó una administración de fincas en 1958. Ahora será su hijo, la tercera generación, «la más preparada», dice, quien quede al frente. Fue durante dos períodos presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona y es, sobre todo, hombre de confianza de numerosos vecinos y comunidades de toda condición en la ciudad.

Tarragona sería muy diferente cuando su padre montó el negocio.

En aquellos años la ciudad era más bien pequeña. A partir de la Font del Centenari hacia abajo no había prácticamente nada... Todo estaba mucho más localizado y el tema de la administración apenas comenzaba a nacer. Era algo familiar. La figura del administrador nació a la par que se fue necesitando.

Se cobraba en mano.

Sí, en el despacho, en época de mi padre, había un señor que era el cobrador. Pasaba a las tiendas y los pisos a cobrar el alquiler.

¿Ha calculado a cuántas reuniones de vecinos ha podido ir en su vida?

No, pero de cien a ciento cincuenta al año seguro.

¿La gente iba antes más a las reuniones de la comunidad o se escaqueaba igual?

Es curioso, a una reunión en que hay renovación de junta de gobierno viene menos gente por miedo a que les toque, a que les nombren... La cosa ha evolucionado. Por ejemplo, un amigo compró un piso en una comunidad que administro y me pidió cinco minutos en la reunión para presentarse. Tuve que decirle que eso ya no lo hace nadie... Estamos en un momento en que no sabes quién vive en el piso de al lado. Solo se acuerdan del presidente o del administrador cuando tienen un problema. Mucha gente no sabe ni dónde están las bombas del agua o los contadores de electricidad en su edificio.

¿Qué es lo más raro que le ha pasado con una reunión?

De todo, que te venga una señora con una bolsita de pelos del perro de la vecina de al lado para demostrarte cómo le entran en su casa. U otra vecina que le corta las sábanas a la de arriba porque le tapa la vista. O el vecino que pide a ver si la vecina puede aparcar un poco más allá porque él se ha comprado un coche que sobresale y no cabe en el parking.

Les toca mediar para que la sangre no llegue al río, pues.

Al administrador, además de estar preparado sobre la normativa vigente, también le toca hacer de psicólogo para atemperar los ánimos. Hay que procurar tranquilizar a la gente, que hablen, que se escuchen y tratar de que lleguen a acuerdos.

Uno de los problemas que nos trajo la crisis fue la morosidad que dejó muchos conflictos. ¿Hemos mejorado?

En medio de la tragedia en el caso de los bancos que se han quedado con los pisos, han pagado, mal y tarde, pero han pagado. Pero hay comunidades con vecinos que no pagan porque no tienen nada más. En estos casos, como mucho, puedes tener una nota preventiva de embargo... Estas situaciones son muy complicadas de gestionar, porque la comunidad, cuando llega el recibo de la luz de la escalera, por ejemplo, no puede pagar solo una parte porque tiene unos vecinos morosos.

Supongo que habrá tenido oportunidad de entrar en fincas muy especiales de la ciudad. Póngame un ejemplo.

Me sorprendió una cúpula de Jujol en la calle Assalt, que no se vio hasta que se hicieron unas obras. Es una joya, pero mal conservada, el acceso es muy difícil.

Y casas en sitios peculiares.

Sí, ahora mismo tengo un señor que me ha pedido que ponga en venta una casa muy bien acondicionada en la muralla. Da al mar y tiene una vista espectacular...Hay construcciones muy bonitas como alguna en la Part Baixa, en la zona antigua del puerto. Nunca imaginaría cómo son por dentro.

¿Cuál es su zona favorita de la ciudad?

La Rambla siempre me ha gustado y el Balcó del Mediterrani me parece incomparable. En ningún sitio encontrarás un balcón así.

¿A los tarraconenses nos falta orgullo de ciudad?

Sí, nos lo tenemos que creer más, apostar más, ser más nosotros. Por ejemplo, el Amfiteatre está cerrado, pero verlo a oscuras es una pena; un viajero que lo mire iluminado se lleva otra impresión.

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