«Estoy cara al público y por eso me protejo más»

Administrativa. Ningún sector como la atención al cliente extrema así las precauciones: mampara, gel, mascarillas y distancias. Raquel evita también corrillos y limpia las aulas

09 junio 2020 06:40 | Actualizado a 10 junio 2020 17:46
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Raquel Calvo se ha tenido que adaptar a la nueva normalidad de una manera especialmente concienzuda por su rol decisivo y a la vez más vulnerable: una exposición al público constante y diaria como administrativa que, a su vez, ejerce también labores en la recepción. «Yo soy el primer rostro que ve alguien cuando entra por la puerta, así que pasa mucha gente por aquí al cabo del día y por eso debo protegerme bien», explica esta empleada de la academia Aula Magna, detrás de la mampara, el objeto estrella de la desescalada.

Ningún sector como la atención al público ha tenido que guarecerse tanto de la circulación del virus: la pantalla en el mostrador, el gel hidroalcohólico omnipresente, la limpieza constante de las manos y, por supuesto, la mascarilla. «Los primeros días me daba mucho respeto toda esta situación pero ahora te acostumbras, incluso a la mampara, que parece un objeto extraño pero ya es como cotidiano para todos», cuenta Raquel.

Reconoce que «la mascarilla puesta durante tantas horas se vuelve algo agobiante, sobre todo para los que llevamos gafas» pero, pese a todo, se siente resguardada a la hora de socorrer a ese goteo constante de personas que se le acercan a su ventanilla en busca de una solución: una duda acerca de un curso, una consulta sobre una convocatoria de oposiciones o la entrega de algún documento necesario para recibir clases. La tarea momentánea en algún despacho sin circulación de personas permite a las administrativas quitarse la mascarilla por unos minutos.

Separación entre las mesas

Eso sí, en esa carrera por la asepsia que se da en establecimientos con público, todo se ha vuelto más desangelado e impersonal, también entre los compañeros. La distancia entre mesas se impone entre las otras administrativas de esta academia tarraconense. «Todo es más frío, sobre todo en la relación con los compañeros, que antes estaban más cerca. Después de tanto tiempos nos hemos visto y ni siquiera nos hemos podido abrazar. Eso siempre es duro», cuenta. La filosofía del teletrabajo –Aula Magna ha apostado por seguir en muchos casos con la formación ‘on line’ durante la cuarentena– también se ha quedado: «Intentamos atender y dar mucho servicio por correo electrónico o por teléfono. Todo lo que se puede hacer a distancia, se hace. Enviamos mucho material por mail, que era algo que ya se hacía antes por un tema de economizar papel y con un motivo medioambiental».

Se fomenta el ahorro en buena parte de la documentación y el papeleo, primando siempre la comunicación por las redes o por aplicaciones. Sin embargo, con el avance de la desescalada, Aula Magna se ha llenado de alumnos que cursan ciclos o preparan oposiciones y que han vuelto a las clases presenciales. En mantener la seguridad ‘in situ’ también tiene que ver mucho la polivalente Raquel. «A los que vienen les recuerdo que deben llevar la mascarilla y echarse gel en las manos. Entre clase y clase, limpiamos las mesas y las sillas y desinfectamos durante unos minutos el aula para la siguiente sesión», explica Raquel, encargada de dar todo tipo de información al que entra, entre ella los requisitos de seguridad.

Guantes, mamparas de separación entre el profesor y el estudiante o la reducción del aforo en las salas son algunas de las medidas. «Las aulas eran amplias, para 30 o 40 personas, y ahora hacemos grupos reducidos de unas 15», cuenta Raquel, cuyos ojos expertos le sirven también para comprobar que en cualquier dependencia de la academia se mantiene el distanciamiento social. «A veces tienes que estar al tanto para que la gente circule, que no haya aglomeraciones ni corrillos de muchas personas hablando, pero en general no hay ningún problema», admite.

«La reacción es muy buena»

Las ganas de volver a la rutina eran tantas que ahora estas nuevas molestias no suponen ningún inconveniente, tampoco para los alumnos que se forman para acceder a una plaza de Mosso d’Esquadra, policía local, bombero o guarda forestal y que también han pasado por un periodo de incertidumbre. «La reacción está siendo muy buena, no nos podemos quejar. Todos los estudiantes se han tomado bien las nuevas normas y se muestran en todo momento receptivos», cuenta ella, feliz por el regreso después de demasiadas semanas de inquietud sobre el futuro.

«Teníamos muchas ganas de volver, porque estabas en casa y todo se iba alargando. Ahora no tenemos el mismo volumen de trabajo que antes, pero nos vamos recuperando poco a poco». Raquel, ya habituada a hablar desde detrás del metacrilato, tira de filosofía: «La clave de todo es acostumbrarse, y ya lo estamos haciendo».

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