Excavar para conocer el pasado

IPHES. La actividad de la institución tarraconense se extiende todo el año en más de 70 excavaciones de todo el mundo

30 junio 2019 08:29 | Actualizado a 30 junio 2019 08:37
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«Las excavaciones, para nosotros, son como el laboratorio para las otras ciencias: son el espacio donde obtenemos los datos básicos para que después podamos construir hipótesis y explicar los grandes fenómenos de la evolución humana». Así se expresa Robert Sala, director del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) sobre la importancia de las excavaciones para la arqueología. 
La actividad de la institución tarraconense, ya sea dirigiendo o colaborando, se expande por un total de 70 excavaciones alrededor del mundo, desde el Camp de Tarragona hasta América, pasando por excavaciones en Catalunya, España, Europa, Magreb, África Oriental, Caucas, Oriente Próximo o Asia Central, entre otros lugares. «A lo largo de todo el año, siempre hay algún investigador del IPHES que está excavando. En el África Oriental se excava en invierno o finales de otoño. Ahora bien, a partir de abril y hasta septiembre es un no parar», relata Robert Sala. 

¿Y por dónde empezar? Es una pregunta recurrente. Mientras que hay excavaciones que se han iniciado en yacimientos conocidos (el Barranc de la Boella en La Canonja o el Abric Romaní en Capellades), en otros lugares la propia actividad del IPHES ha sido el punto de partida. «En otros sitios los hemos descubierto nosotros, prospectando territorios donde se han hecho hallazgos de superficie o donde se han descrito sedimentos que, por su edad y el tipo de tierras, pueden contener restos arqueológicos o paleontológicos», explica el director del IPHES. Es el caso del Camp dels Ninots en Caldes de Malavella o los yacimientos de la región de Ain Beni Mathar, en Marruecos Oriental.

Trabajo y compromiso
Sobre el terreno, los arqueólogos cuentan también con el apoyo de geólogos, paleontólogos, biólogos, geógrafos, geocronólogos, paleoecólogos... La presencia de este equipo multidisciplinar requiere de una íntegra organización de las excavaciones porque, en palabras de Robert Sala, «es un trabajo largo y denso». 

«A lo largo de todo el año, siempre hay algún investigador del IPHES que está excavando», Robert Sala, Director del IPHES

«Hace falta, de entrada, definir los objetivos; los yacimientos o las zonas que se excavarán; definir cuántas personas trabajarán; qué técnicas se aplicarán; hacer un presupuesto ajustado sobre los recursos disponibles; recoger o comprar el material necesario; y contactar con las instituciones en la localidad o región para colaborar en la organización», explica el director del IPHES. En el caso de las excavaciones en el extranjero, hay que añadir la organización de los viajes y, a menudo, gestionar permisos para transportar materiales de excavación y apoyo. 

Mientras, Marina Mosquera, investigadora del IPHES y la URV, destaca que «la excavación arqueológica es un compromiso constante entre recursos humanos, económicos, gestión y logística y, frecuentemente, climatología, por lo que es necesario casi siempre mantener una actitud abierta a cambios de última hora». 

En cuanto al método de trabajo, Marina Mosquera recuerda que «el sistema de excavación en Prehistoria antigua tiene que ser capaz, tanto de recuperar las piezas arqueológicas, normalmente huesos y piedras que han sido utilizadas como herramientas, como de preservar la información acerca de la posición exacta en el espacio de cada uno de esos restos, de manera que la final seamos capaces de reconstruir en 3D todo el yacimiento». 

Primera experiencia 
En las excavaciones del IPHES también participan estudiantes del Máster Erasmus Mundus en Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana, que se imparte en la URV, gracias a los proyectos de investigación de proyección internacional que impulsa el IPHES, como es el caso de Atapuerca, en Burgos. 

«Es una oportunidad para excavar junto a investigadores expertos», Francesc Eloi Marginedas, , Estudiante

Francesc Eloi Marginedas, estudiante de máster, ha vivido en primera persona esta experiencia. «Para mí, ha significado aprender mucho, porque básicamente pones en práctica los conocimientos adquiridos en las clases teóricas. Es una oportunidad para excavar junto a investigadores expertos y preparados, y cuya formación es de gran ayuda», explica este joven de 25 años y originario de Sant Vicenç de Torelló. Él mismo valora positivamente «poder trabajar, codo con codo, con investigadores de ámbito internacional».     

Las nuevas tecnologías
El método de excavación también ha evolucionado con la irrupción de las nuevas tecnologías. Recuerda Robert Sala que «facilitan el trabajo y permiten una efectividad que no se tenía». Cita como ejemplo el trabajo que se realiza en Marruecos, donde «trabajamos en zonas cuyos mapas geológicos están desfasados, el geólogo que nos acompaña lleva un dron y se construye su propio mapa y lo publica».  

En esta línea, se expresa Antoni Canals, investigador del IPHES y la URV. «A finales de los años 90, hicimos una apuesta para que la innovación, el progreso en términos de eficiencia y la manipulación de datos se trasladase a la actividad de campo», explica. De ello se encarga el sistema Arch·e, que tiene como finalidad mecanizar, informatizar y registrar los datos arqueológicos, desde las coordenadas topográficas hasta el estudio de los objetos, las fotografías, etc. El resultado es una base de datos completa con información segura y estandarizada que beneficia la actividad arqueológica. 

En palabras de Antoni Canals, «la arqueología es una actividad destructora porque una vez hecha la excavación no se puede repetir la experiencia, a diferencia de un laboratorio donde puedes volver a hacer hasta el infinito las analíticas. Por lo tanto, es muy importante que los sistemas de registro sean eficientes y completos». Por último, añade que «trabajamos para que las herramientas sean los más eficientes posibles también en el mundo de la arqueología, porque sin datos no hay trabajo científico posible». 

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