Expulsados de BCN a municipios de Tarragona por la burbuja del alquiler

La presión turística, la gentrificación y la locura de precios en el área metropolitana llevan a vecinos a mudarse al Baix Penedès o al Tarragonès. El Vendrell, Calafell o la ‘Torre’ son las alternativas

13 noviembre 2018 08:42 | Actualizado a 13 noviembre 2018 09:35
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Lo que podría ser una exageración hace años se ha convertido ya en una realidad: vecinos de Barcelona de toda la vida han acabado por mudarse no sólo del centro de la Ciudad Condal, sino del área metropolitana hasta llegar a algunos municipios de Tarragona, ubicados a más de 70 kilómetros. 

La dinámica se percibe con especial incidencia desde hace meses en el Baix Penedès, concretamente en municipios como El Vendrell o Calafell, pero también en otros como Creixell o Torredembarra. Tras esta circunstancia está el complicadísimo acceso a la vivienda en Barcelona, tanto por la presión turística como por la escalada del precio del alquiler.

Así lo sostiene por ejemplo Sergio Nasarre, catedrático de Derecho Civil y Director de la Cátedra de Vivienda de la URV: «Lo que hay que evaluar realmente son las consecuencias negativas de este negocio turístico, que supone expulsar a población estable que podría vivir en ese barrio en concreto. Eso está sucediendo ahora, por esas cargas importantísimas en el alquiler. Hay vecinos de Barcelona que están yéndose a vivir a Torredembarra o El Vendrell». 

«Hay un negocio turístico que está expulsando a la población estable de algunos barrios»
Sergio Nasarre, director Cátedra Vivienda URV

Precios un 27% más caros
Para muchos, la situación en la capital barcelonesa es insostenible. En tres años, los precios se han disparado un 27% en algunas zonas de barrios como Poblenou, Eixample o Les Corts, subiendo por encima de los 1.000 euros al mes de media, una auténtica jungla inmobiliaria. Ni siquiera en periferia como L’Hospitalet de Llobregat o Santa Coloma hay precios asequibles. El Baix Penedès, pese a la escasez de oferta de alquiler, es la alternativa. Así lo admiten las inmobiliarias. «Viene mucha gente de Barcelona a preguntar. Antes no pasaba esto. Incluso Vilanova i la Geltrú se ha puesto imposible. Hay gente que prefiere desplazarse para trabajar», comenta la empleada de una inmobiliaria vendrellense, que pone un ejemplo: «De pagar 1.000 euros al mes por un cuarto piso sin ascensor en un barrio como Horta, pasan a abonar 600 en El Vendrell, por ejemplo». 

Antonio Torres, administrador de Fincas Vendrell Mar, corrobora la dinámica, que deja tras de sí un aumento de precios, también en Tarragona: «Desde hace un año nos encontramos con el problema de que hay carencia de alquiler. Además, en general los propietarios no quieren alquilar. Por lo tanto, no hay producto para ofrecer y el que hay es muy caro». 

El Vendrell, el mal menor
El resultado es que en el último año un alquiler de una vivienda de unos 350 euros se ha disparado hasta los 450 o incluso los 500, también en El Vendrell. Pese a eso, la capital del Baix Penedès es el mal menor frente a la prohibitiva Barcelona. «Allí lo ven imposible y ven muy económico lo de aquí. Por 450 euros tienen un piso en El Vendrell y en Barcelona eso no da ni para una habitación», cuenta Torres. En otra inmobiliaria se narra uno de los casos: una chica que trabaja en Barcelona y vive en El Vendrell que se debe desplazar cada día para ir a trabajar.

«Por 450 euros tienes un piso en El Vendrell. Con eso en Barcelona no te llega ni para     una habitación»
Antonio Torres, gestor inmobiliario

El Sindicato de Inquilinos de Barcelona, que pelea por alquileres justos, denuncia la situación. «Hay ciudades del área metropolitana como Badalona, L’Hospitalet de Llobregat, Montgat, Castelldefels, Sant Boi o Rubí donde están subiendo mucho los alquileres, incluso más que en Barcelona, porque había más margen», cuenta la portavoz Irene Sabaté. He ahí el motivo de esas ‘expulsiones’. «Hay casos en los que no se renueva el alquiler porque el propietario tiene el objetivo de alquilar a alguien con un poder adquisitivo mayor o se pide una subida que sabe que no se podrá asumir. Se hace para que no pueda», añade Sabaté. Hay una intencionalidad clara de expulsión. «Hablamos de desahucios invisibles», aporta Sabaté. 

De ahí la intensa actividad de entidades sociales como el Sindicato de Inquilinos pero también la PAH, la federación de asociaciones de vecinos FAVB o la Oficina de Vivienda Popular de Gràcia. 

Los objetivos de estas asociaciones, que han llegado a salir a la calle, son claros. «Pedimos que cambien las condiciones de los precios. Hay que poner un control y llegar a una estabilización de los alquileres. Pedimos que las renovaciones de los contratos sean automáticas», relata Irene Sabaté, crítica con la especulación inmobiliaria que acaba echando a inquilinos de toda la vida: «Hemos visto casos de un bloque de 150 personas en Sant Joan Despí con subidas del alquiler del 100%, con la intención muy clara de echar a los vecinos que viven allí». 

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