¿Falta liderazgo en la sociedad civil?

Destacados representantes piden más implicación del sector privado en los proyectos de ciudad 

03 junio 2018 14:52 | Actualizado a 19 junio 2018 18:22
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«La sociedad civil de Tarragona no existe como colectivo. La sociedad civil de la ciudad es individualista, formada por pequeños grupos de individuos concentrados en diferentes entidades o asociaciones, importantes en sí mismas pero con poco peso específico en el conjunto de la sociedad».

«Estos pequeños grupos son de carácter profesional, empresarial, social, deportivo, cultural, religioso o geográfico (barrios), totalmente descoordinados y desconectados entre sí. Son colectivos con objetivos concretos, con intereses muy particulares y poco coincidentes y excesivamente herméticos en cuanto a sus funciones principales». 

Así de claro se mostraba el presidente de la Cambra de la Propietat Urbana, Agustín Pujol, en un artículo de opinión publicado en el Diari de Tarragona en julio de 2008.

Ahora, el propio Pujol asegura que mantiene literalmente esta opinión, al corroborar la falta de liderazgo que tanto él como otros representantes de la ciudad consideran que tiene una sociedad civil de Tarragona que vive en un segundo plano de la administración municipal, liderada por el alcalde Josep Fèlix Ballesteros desde junio de 2007.  

De hecho, ha habido iniciativas como el Mou-te per Tarragona   –un movimiento nacido en 2009 impulsado por el entonces presidente de la Cambra de Comerç, el fallecido Albert Abelló–, que ha  reivindicado temas como la reordenación ferroviaria, la necesidad de una estación central o la capitalidad, con la manifestación de finales de ese año en la Plaça de les Cols contra la Llei de Vegueries. Pese a ello, hace demasiado tiempo que no hay más movimientos ni iniciativas al respecto. 

«Actitudes clientelares»

A juicio del ingeniero de caminos Joan Miquel Carrillo, «el modelo de sociedad civil de Tarragona viene condicionado por su estructura económica. El peso de la administración pública, de la gran industria y la ausencia de masa crítica del tejido empresarial local configuran un tipo de sociedad civil más proclive a actitudes clientelares que a posiciones de liderazgo».

En este sentido, según Carrillo, «esto se expresa en la configuración de los movimientos vecinales, de los medios de comunicación y de los organismos empresariales. La consecuencia de la falta de liderazgo es la inexistencia de un proyecto o visión común de lo que queremos dejar como legado a las futuras generaciones».

Finalmente, en la misma línea se expresa el abogado y exdecano del Col·legi d’Advocats Antoni Vives, quien lamenta que «frente a los múltiples problemas que hemos sufrido y estamos sufriendo, la gran mayoría de lo que conforma la «sociedad civil» de nuestra querida Ciudad se ha puesto de perfil y no ha defendido absolutamente nada, quizá temerosa del poder».

Según el conocido letrado, «un líder civil puede equivocarse, pero lo que no puede es estar inactivo, guardar silencio, renunciar a su liderazgo y renunciar a reforzar su «autoritas» y su prestigio, mediante su participación y generosidad social, su compromiso y su ejemplaridad. Una sociedad sin liderazgo civil está condenada al fracaso», sentencia Vives.

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