Frialdad tras un escenario que deja el proceso ‘interruptus’

Unas cuarenta personas se concentaron en la Plaça de la Font tras la comparecencia del president

10 octubre 2017 20:45 | Actualizado a 10 octubre 2017 20:56
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El discurso de Carles Puigdemont en el Parlament de Catalunya cayó como un jarro de agua fría en Tarragona. Es la sensación que se pudo constatar en la Plaça de la Font, donde se reunieron unas cuarenta personas que antes de que el pleno hubiera acabado ya se habían marchado hacia sus casas para digerir lo que había pasado y lo que vendrá en los próximos días tras este escenario interruptus en el que ha quedado la proclamación de la independencia.

La convocatoria era las ocho de noche delante del Ayuntamiento. Sin embargo, la hora de retraso con la que había se había iniciado la sesión plenaria podía dar a entender que la afluencia de gente podría retrasarse. Sobre las ocho había más agentes de los Mossos d’Esquadra, de la Guàrdia Urbana y periodistas que personas concentradas. El silencio que imperaba entre estos nada tenía que ver con las concentraciones masivas y festivas que ha vivido el soberanismo. No había gritos, ni cánticos, ni el ambiente festivo.

“No nos esperábamos la decisión de hoy. El Comitè de Defensa del Referèndum se constituyó para que se proclamase la república'

Una pancarta con el lema ‘Defensem la República’ yacía en el suelo, algunas esteladas –prácticamente podían contarse con los dedos de una mano- y tres o cuatro banderas lilas en honor al movimiento feminista eran los únicos símbolos que se vieron.

Las comparecencias seguían en el Parlament cuando el portavoz del Comitè de Defensa del Referèndum a Tarragona, Albert Miró, dirigió las primeras palabras. En estas podía verse el disgusto por lo que había sucedido. «No esperábamos la decisión de hoy», aseguró. Por lo que el comité decidió sobre la marcha que celebrarán una asamblea abierta para valorar los hechos y analizar «los próximos pasos».

«Nos constituimos para crear la República catalana y la solución que hemos visto no era la que nos esperábamos», argumentó. Este organismo no tenía claro cuál será su futuro, aunque Miró mantenía que su función seguirá siendo la de «presionar para que se proclame la república».

Entre los manifestantes estaba la concejal de ERC en el Ayuntamiento de Tarragona, Mònica Alabart. Fue la única representante del consistorio presente en una plaza a la que también se asomó Albert Abelló y viendo la frialdad  decidió pasar de largo. Alabart no perdió su sonrisa. «Hemos llegado a la culminación del Procés», afirmó con rotundidad. Para la edil republicana la «oferta de diálogo» que abrió Carles Puigdemont «es la última oportunidad antes de salir de una forma ordenada». 

Había opiniones que defendían que se ha perdido una oportunidad histórica

Entre los jóvenes que se habían reunido había opiniones para todos los gustos. Algunos consideran que la pelota está ahora en el tejado del Estado, quien deberá ser el que deberá mostrar su predisposición a negociar o no, otros hablaban directamente de coitus interruptus.

Sergi Angel era uno de los vecinos que se había asomado para ver el ambiente que se respiraba. «La sensación es de pérdida de una oportunidad histórica», argumentaba. Cree que la reacción del Govern puede suponer que «se nos vaya el tren». Y lo atribuía al «miedo generalizado» que se ha vivido los últimos días cuando algunas de las grandes firmas han decidido trasladar su sede social fuera de Catalunya. 

Sergi Angel se mostró convencido de que «hay miedo a que la economía pueda resentirse y puede ser que esto hacer que mucha gente decida bajarse del burro». Por lo que no dudaba en afirmar que esto tan solo puede acabar de una forma: «Al final habrá elecciones en el Parlament».

Vestido con una camiseta de la estelada debajo de la camisa estaba también observando Jacob Bernaerts. Este belga afincado desde hace cuarenta años en La Pineda vive de forma apasionada lo que se está viviendo en Catalunya. «Es fantástico», argumentaba. No podía dejar de comparar la situación con la que están viviendo los flamencos como él en su país. «Es igual, el sentimiento es el mismo», decía.

La lectura que hacía del discurso del president era relajada y muy serena. «Los argumentos que ha dado me han parecido muy bien. Ha explicado de forma calmada lo que ha pasado desde 2004», argumentaba. «Todo es posible» y que «con el apoyo popular», el movimiento independentista puede llegar a buen puerto. Así de convencida se mostraba también Queralt Casaldàliga. «Creo que más tarde o más temprano Catalunya será independiente», afirmó. La «emoción» sentía dejaba en un segundo plano la frialdad de la plaza que atribuía al hecho que «el Ayuntamiento no ha puesto una pantalla gigante como en Girona». 

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