«Hay que dar el ‘do de pecho’ pero no nos dicen cómo»

El tenor J. M. Zapata, entre las personalidades participantes en el Fòrum Més Dona

11 octubre 2019 07:40 | Actualizado a 11 octubre 2019 18:36
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¿Qué relación tienen la ópera y el liderazgo femenino? A priori podría parecer que no mucha. No obstante, la música fue justo lo que utilizó el tenor José Manuel Zapata para hablar del tema en el V Fòrum Més Dona que se celebró ayer en el Teatret del Serrallo.

Zapata fue uno de los ponentes en un encuentro difícil de clasificar en el que participaban por igual la actriz Mercè Rovira que la payesa Ester Gomis y donde todas (la mayoría eran mujeres) hablaban de su ‘esencia’, tema del foro este año.

Compromiso con uno mismo

Zapata, en conversación con Juan Carlos Cubeiro, experto en talento, tiró de la historia de Gilbert Duprez para hablar de la importancia del compromiso con uno mismo. Duprez fue un tenor francés del siglo XIX a quien se atribuye haber sido el primero en alcanzar un ‘do de pecho’, la nota más alta de la tesitura habitual del tenor cuando se emite con la voz plena, es decir, sin utilizar la técnica del falsete.

Cuenta que, en un principio, como todo lo que nos es diferente, costó que le entendieran. «La gente pasó del ‘!Qué cosa tan extraña! al ¡Qué cosa tan bonita!’ ... Y el hombre lo petó».

Explica que «todos nos dicen que tenemos que dar el ‘do de pecho’, pero no nos dicen como», así que, apuntaba, una de las claves para desarrollar todo nuestro potencial es, justamente, confiar en lo que se hace y hacerlo lo mejor posible.

Y aquí recurría, de nuevo, a la ópera para dar otra clave: ser fiel a uno mismo. Para ello hacía un experimento preguntando al público, compuesto por unas ochenta mujeres y algunos hombres, cuál era el primer nombre que se les venía a la cabeza si pensaban en un tenor. La respuesta unánime fue: Pavarotti. No resultó ninguna sorpresa porque la respuesta suele ser la misma independientemente del lugar del planeta donde se haga la pregunta. Y, ¿por qué? Por una mezcla de circunstancias, pero sobre todo porque tenía un timbre único e identificable entre miles de cantantes.

Valentía + talento

Otra de las fórmulas de éxito que dejó al auditorio fue la mezcla de valentía y talento. Para ejemplificar la idea esta vez la protagonista fue Guilhermina Suggia, violoncelista portuguesa de finales del XIX. Uno de sus grandes aciertos fue que desde que comenzó a tocar el violoncello, siendo una niña, decidió dejar de hacerlo como lo hacían las mujeres hasta entonces, con el instrumento colocado a un lado del cuerpo «porque estaba muy mal visto que las mujeres se abrieran de piernas» para tocar como el resto de sus compañeros hombres. Ella también «lo petó» como concertista y llegó donde jamás había llegado una mujer en su ámbito.

Eso sí, el tenor hizo un llamamiento a la cordura: «Todos tenemos un talento, pero hay que dedicarse a pensar cuál es. Especialmente ahora que no falta quien te dice aquello de ‘si quieres puedes’, pero lo cierto es que no, no siempre se puede».

Además de la conferencia de Zapata, la jornada contó con charlas cortas y mesas redondas con personas de muy diversos perfiles a lo largo de toda la mañana.

La impulsora del Fòrum, Gemma Gasulla, explicaba que la idea del encuentro se le ocurrió mientras daba el pecho a su hijo y pensaba en todos los eventos de liderazgo a los que había asistido y en los que las mujeres son contadas. Hoy el evento lleva ya cinco años.

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