Ilustraciones sin mordaza

Elchicotriste cierra su trilogía sobre el ‘Procés’, con la que reivindica la libertad de expresión del artista

04 mayo 2019 11:35 | Actualizado a 09 mayo 2019 10:45
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«Mi manera de entender el humor gráfico es, a través de unos monigotes, intentar ver qué es lo que está pasando, qué hay de grotesco, de ridículo, de demagogo, falso o risible en cada actitud política, independientemente de su color o de su bandera». Así define su profesión el tarraconense Elchicotriste y así la lleva a cabo, lo que le ha granjeado no pocas críticas desde todos los espectros políticos. Elchicotriste, alter ego de Miguel Villalba, acaba de publicar Que si quieres arroz... Catalunya, volumen que cierra una trilogía sobre el Procés que mete el dedo en la llaga, en todas y en las de todos. «La autocrítica es lo más sano que se puede hacer y cuando he visto que aquí no se estaba haciendo por parte del colectivo de los humoristas gráficos me he visto en la necesidad de cargar la mano con lo que estaba pasando, como el tres per cent o la actitud de muchos líderes independentistas. Y si hubiera más gente que lo hubiera hecho sin miedo al estigma yo me hubiera permitido estos años hablar de otras cosas que también tenía muchas ganas de denunciar, como los recortes en sanidad, educación o desahucios», explica. 

Así, por las páginas de Que si quieres arroz... desfilan Quim Torra, Puigdemont, Errejón, Rufian, Felipe VI o Pedro Sánchez, entre otros, personajes todos ellos bien conocidos de la opinión pública. «Es genérico, una mirada bastante amplia y a 360 grados, y no me he equivocado, porque volvemos siempre al mismo sitio», apunta. 

Sin embargo, Elchicotriste es mucho más que Procés. De hecho, como él comenta, su ínfula creativa no tiene nada que ver con la nutricional. «La política es muy tóxica pero es una vertiente profesional que es con la que vivo, aunque no me reporta satisfacción personal o artística. Hago lo que puedo por conjugarlas, pero no es fácil».  

Elchicotriste es humorista gráfico y caricaturista, psicólogo y cooperante, faceta, esta última, de la que le viene su nombre artístico. «Siempre me ha parecido paradójico que una persona que se dedica al humor sea percibida como alguien triste», cuenta. Y añade que el sobrenombre se remonta a su época de voluntario trabajando, sobre todo, con niños desfavorecidos. «Estuve en varios lugares y así me llamaban niños de diferentes países que no tenían relación entre sí. Cuando acabábamos las actividades me veían paseando, pensando, con cara seria, semblante que interpretaban como triste».

Miguel Villalba ‘dibuja’ en TV3 y publica en ‘Le Monde’, entre otros medios internacionales

Miguel Villalba o Elchicotriste ha dibujado desde que tiene uso de razón, siempre de forma «muy surrealista. Vaciaba la mente y era terapéutico», señala. Ahora, como profesional defiende que es con el dibujo cómo un niño o una niña puede plasmar cualquier situación. «Me preocuparía más un niño que no dice nada, que huye, que no tiene la capacidad de expresar sus sentimientos. Si lo hace, es sano, es natural, ya sean dibujos de bombas o una pelea entre sus padres. Es lo que está viviendo».
¿Sus referentes? Muchos. Jan con Superlópez, Ibáñez y Mortadelo y Filemón, Chumy Chúmez... «gente que hacía un humor muy intelectual y que hoy en día no se entendería con la sociedad de consumo que tenemos, los productos que nos venden y los programas que nos ofrecen, que no invitan demasiado a la crítica. Un tipo de humor gráfico que ya ha desaparecido, que ni siquiera yo puedo reproducirlo». ¿Por qué? «Por el cambio de la sociedad. Ahora serían un problema Tip y Coll o Martes y trece. Estamos en una época orweliana totalmente esperpéntica, grotesca, en la que todo vale para censurar. Es la talibanización de la cultura».

Crítica, azote, censura, autocensura, ¿dónde están los límites del humor? «No tiene límites, como no los tiene la poesía» responde Miguel. Entonces, ¿qué ocurre cuando alguien se ofende, a nivel individual o de manera colectiva? «No puede ofender. La ofensa no está en el humor, sino en el receptor, en el lector. Pero es que hoy en día hay gente que se ofende leyendo la Caperucita Roja». 

Sin embargo, la censura existe. También la autocensura. «Seguramente yo sufro como todo el mundo, pero tengo ases en la manga y es que cuantas más responsabilidades tienes, más tienes que responder a según qué autoridades». Ases en forma de familia, hipotecas... Y la ética personal. «Hay miles de barreras y se las pone cada profesional. No voy a decir que unas sean más válidas que otras, pero creo que la libertad de expresión está amenazada hoy en día». 

En cuanto a la salud del cómic, Elchicotriste vuelve a aquellos ochenta en los que los personajes formaban parte del imaginario colectivo, a precios populares. «En los 90 llegaron los editores, se inventaron el término novela gráfica y la empezaron a cobrar a 40 euros. Y ahora, «¿está el cómic más vivo que nunca o es un muerto viviente que es puramente empresarial? Ahí dejo la pregunta».

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