Investigan al Joan XXIII, al Sant Pau y al SEM por la muerte de un joven

Daniel, de 20 años, sufría una enfermedad rara en la sangre. Sin embargo, nadie supo ver la gravedad de sus quejas y tras una cadena de errores en el diagnóstico murió el 7 de agosto

19 mayo 2017 23:43 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:28
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El Departament de Salut investiga al hospital Joan XXIII, al Sant Pau y al Servei d’Emergències Mèdiques por la muerte de un tarraconense de 20 años a principios del pasado agosto tras ser trasladado a Barcelona unas seis horas después de haber ingresado en urgencias en una ambulancia básica en lugar de una medicalizada.

Daniel, que es como se llamaba el fallecido, nació con una enfermedad rara en la sangre. Vivía con su madre y era usuario habitual del Hospital de Sant Pau, en Barcelona. En él frecuentemente debía recibir transfusiones de sangre especiales –con filtrados de glóbulos blancos– para poder llevar una vida relativamente normal.

El pasado verano, según fuentes conocedoras del caso, Daniel se encontró mal. Estaba en su casa de Tarragona y el color de su piel denotaba que algo ocurría. Su madre (la familia prefiere omitir sus nombres y permanecer en el anonimato) llamó a la Unidad de Hematología del Hospital de Sant Pau para hablar con los doctores que llevaban a su hijo Daniel (no tenía hermanos).

Al parecer, los hematólogos que atendieron a la madre quitaron hierro a los síntomas. Le explicaron que la palidez que tenía su hijo eran reacciones habituales tras una transfusión tan específica como las que se sometía de forma rutinaria.

 

Segundo diagnóstico

Pero la madre no se conformó con las explicaciones telefónicas y decidió acudir a las Urgències del Hospital Joan XXIII para obtener un segundo diagnóstico profesional. Madre e hijo entraban por el registro alrededor de las seis de la tarde.

Según las mismas fuentes, cuando atendieron a Daniel vieron que éste tenía un nivel muy bajo de hematocritos y por tanto una anemia importante. Sin embargo, con el historial de este tarraconense en la mano, los doctores que le atendieron en el Joan XXIII vieron que era una situación normal en él por su singularidad sanguínea y que la mejor solución para recuperar el nivel óptimo era hacer su transfusión de sangre filtrada en el Hospital de Sant Pau, donde ya recibía el tratamiento.

Los médicos acordaron un traslado a Barcelona porque era más práctico que traer la sangre filtrada de allí y hacer la transfusión en Tarragona. Tras acordar la decisión, dejaron a Daniel y a su madre en la sala de espera hasta la llegada de la ambulancia medicalizada de Emergències Mèdiques (SEM).

 

Espera eterna

Daniel y su madre volvieron a la sala de espera confiando en que la ambulancia no tardaría mucho en llegar. Sin embargo, las prioridades de las Urgències en la tarde del pasado 6 de agosto fueron demorando la llamada a la ambulancia hasta unas seis horas, según han confirmado varias fuentes que conocen el caso.

Alrededor de las 21.30 horas, una ambulancia medicalizada (técnico sanitario y médico) se personaba en Urgències de Joan XXIII. El médico del vehículo escuchó las explicaciones de su homónimo de Urgències: necesita una transfusión y debe llevarse al Hospital de Sant Pau.

Sin embargo, el profesional de la ambulancia consideró que que a pesar de su galopante anemia, Daniel aparentemente estaba bien y que, por tanto, era un error un traslado en una medicalizada –por si había una llamada de urgencia durante el traslado– y que el transporte se haría con una ambulancia de soporte básico (utilizada para viajes donde el paciente no requiere asistencia médica durante el trayecto).

El médico consultor (está en el edificio del 112) y el del vehículo acordaron cambiar el transporte programado y enviar una ambulancia de soporte básico a Urgències de Joan XXIII.

El cambio de vehículo tardó poco más de 90 minutos en efectuarse. Daniel y su madre viajaban a Barcelona hacia la medianoche, unas seis horas después de entrar por la puerta del hospital tarraconense.

Durante el trayecto hacia la Ciudad Condal, el estado de salud de Daniel se agravó hasta el punto de que requirió oxígeno y sus constantes vitales se descompensaron. Llegó vivo, pero todo pendía de un hilo. Al llegar al Hospital de Sant Pau, los médicos observaron que el estado de Daniel era muy grave y que su vida corría peligro. De hecho, falleció de madrugada tras múltiples intentos por salvarle.

La familia, indignada por la secuencia, pidió explicaciones tanto al Hospital de Sant Pau, por el diagnóstico telefónico inicial; al Hospital Joan XXIII, por la demora incomprensible de un caso de extrema gravedad; y a Emergències Mèdiques, por el cambio de ambulancia y el error de diagnóstico para tomar aquella decisión.

La noticia, este pasado 7 de agosto, no trascendió a la luz pública y la familia quiso primero si Salut depuraba responsabilidades antes de emprender acciones legales. De hecho, el abogado de la madre de Daniel ha explicado al Diari que esperarán al cierre de la investigación interna antes de emprender acciones judiciales contra los dos hospitales y el transporte sanitario.

 

Una primera sanción

A día de hoy, el Departament de Salut ha abierto tres expedientes sancionadores, uno para cada parte implicada en el fallecimiento del veinteañero.

Esta semana, Salut confirmaba la apertura de los tres expedientes, pero declinaba explicar su contenido alegando que cada una de las partes aún está en proceso de alegación para defenderse de las acusaciones.

Lo cierto es que hubo enfado en la familia y dentro de los propios profesionales de los tres centros implicados porque la única medida que se ha aplicado tras el fallecimiento del joven de 20 años ha sido la suspensión de empleo y sueldo al médicoconsultor y al médico del transporte sanitario de Emergències Mèdiques.

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