Josep Maria Comelles: «Ahora nuestra conducta puede enfermar a otros»

«Hay un sector de la población, sobre todo la gente mayor, que desde los primeros momentos de la pandemia asumió que ya nada va a ser igual que antes. Y no responde a una reacción provocada por el miedo, sino a una adaptación a una nueva situación». El antropólogo y profesor emérito de la Universitat Rovira i Virgili (URV), Josep Maria Comelles, reflexiona sobre los cambios que la Covid-19 ya ha generado y sobre los que están por venir. Las vacaciones, la vuelta al colegio y la manera de relacionarse en sociedad son algunos de los puntos.

Comelles se remite a las dos grandes pestes que han asolado a la humanidad y a las profundas alteraciones que comportaron. La peste negra de 1348 y la española, de 1918. «La primera provocó un cambio social que ni siquiera nos podemos imaginar, absolutamente brutal en toda Europa. Entre otras cosas, supuso el desarrollo de un sistema público de protección social local. La gripe española, por su parte, la más parecida a la que estamos viviendo ahora, tuvo además el problema de que estuvo articulada con una guerra y representó una mortalidad enorme. Pero entonces, se organizó el sistema internacional de coordinación sanitaria. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se desarrolló tiempo después».

En cuanto a la Covid-19, Comelles apunta a la solidaridad como una de las consecuencias más inmediatas. «A raíz de la pandemia han surgido movimientos de la base, de la ciudadanía, que representan formas de asociacionismo horizontal que funcionan, mientras los modelos biomédicos no puedan dar respuesta al problema». En este sentido, el antropólogo recuerda que el Sida apareció en los inicios de los años 80 y tuvieron que pasar dos décadas para llegar al modelo terapéutico actual de una pastilla al día. Por ello, mientras no llegue la vacuna o el tratamiento contra la Covid-19, aboga por crear una conciencia ciudadana lo más amplia posible para entender que «no es que desde arriba nos digan qué tenemos que hacer, sino que nosotros mismos, como ciudadanos, asumamos nuestra responsabilidad y nos articulemos. Se tiene que superar la concepción individualista ya que la cuestión no es que yo pueda estar enfermo, sino que mi conducta puede hacer enfermar a todo el mundo».

El amplio cambio cultural del que habla Comelles contempla también las prácticas de viaje. Por lo que respecta al entorno próximo, considera que en el Camp de Tarragona se producirá una vuelta al coche, mientras el transporte colectivo no dé garantías o haya más frecuencias de paso. «Personalmente difícilmente volveré a subirme a un avión y me costará mucho volver a coger el tren y soy muy fan del ferrocarril», apunta. Por lo que respecta a las vacaciones, augura un alza de las autocaravanas, este verano y los siguientes. «Es una forma de confinamiento», argumenta. Porque ¿quién irá a Benidorm, a un apartamento de 18 pisos?», se pregunta. De igual manera ocurre con el transporte aéreo del que Comelles huye. «Yo no digo que los jóvenes no viajen a Bali o a Cancún en las condiciones actuales, pero otros sectores de la población sí que cambiarán sus patrones de comportamiento, lo que afectará a las aerolíneas de bajo coste».

Besos, abrazos y encuentros en sociedad son otros puntos clave de este cambio cultural que ya se ha iniciado. No obstante, la gran incógnita que plantea el antropólogo es la de este mes de septiembre, el de la vuelta al cole. «¿Cómo se gestionará la relación entre abuelos y nietos teniendo en cuenta que muchos de ellos hacen la función de niñeros mientras los padres trabajan?» se interroga Comelles. «La cuestión es la inmunidad. Es lo mismo que cuando llegaron los españoles a la costa de México en 1519. Dejas ir un bicho donde nadie tiene inmunidad y es explosivo».