Su profesión se acerca a la de Miquel Ballester.
Sí (ríe). He podido conectar rápidamente con él a través de los negocios.
¿Cómo lo descubrió?
Gracias al Museu del Port, a la empresa Auriga Serveis Culturals y a la mujer de Ernest Vallhonrat, Visitación.
¿Qué es lo que más le atrae de Ballester?
Es difícil decirlo porque hay muy pocos datos sobre su personalidad. Se sabe que fue a América, que fue el primero en comerciar el cultivo de la caña de azúcar allí, que era amigo de Colón, de Tarragona y que vivió en Mallorca. Era un hombre de mundo, en el que se movían muchos intereses. Sin duda una de sus facetas es que era aventurero y eso es lo que más me atrae.
Unos intereses que usted acerca, con el rifirrafe Tarragona-Reus.
Hay que intentar conectar al público con aspectos que les afecten. Y esta rivalidad está muy presente aún en el día de hoy.
Con el famoso canal...
Y con aquello de «yo me hubiera entendido mejor con los de Reus». Se tiene que chinchar al público.
¿Qué otras recreaciones históricas representa?
Hace muchos años que hago teatro con las compañías del Camp de Tarragona y, entre ellas, Thaleia, en Tarraco Viva, desde la primera edición.
Hacia el Imperio romano.
Viajar de una época a otra es la magia del teatro. Te permite vivir vidas diferentes de la tuya y es lo bonito.