Josep Queraltó: 'Si me pregunta como director qué quiero, le digo: más recursos'

Nací en Montblanc en 1962 y soy padre de tres hijos. Llevo 34 años trabajando de maestro y 23 de director de la escuela. He tocado la guitarra eléctrica con varios grupos y estoy preparando el regreso con unos amigos

25 noviembre 2018 14:23 | Actualizado a 01 diciembre 2018 18:06
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Queraltó da la mano con firmeza, mira de frente, y trata de hablar de manera que no haya lugar a equívocos. Da respeto imaginarse que, de pequeño, después de una travesura, a uno le citan al despacho del director y él abre la puerta. Pero lo cierto es que es un hombre que se toma muy en serio su responsabilidad en una escuela multicultural como la suya y como representante de los directores de primaria del Camp de Tarragona en el Departament d’Ensenyament.

¿Por qué se metió a maestro?
Yo era un buen estudiante, pero la clave fue mi tutor de muchos años, el señor Recasens, que me dijo que veía actitudes para que fuera maestro y le hice caso. De hecho fui a la mili y cuando regresé me contrató la misma escuela.

Lleva 23 años al frente de la Escola Torreforta. ¿Cómo ha cambiado el barrio en este tiempo?
En un principio había gente que había venido de alguna parte de Tarragona, como El Serrallo y también de otras regiones españolas. Sobre el año 2000 comenzaron a venir familias del norte de África y subsaharianas. La curva migratoria se disparó y la composición social del barrio cambió mucho en todos los sentidos. 

¿Siguen llegando alumnos inmigrantes? 
Sí, en el caso de nuestra escuela este año siguen llegando y siguen marchando también. Vemos cómo buenos alumnos cuyas familias tienen más inquietudes por progresar se están yendo a otros países como Alemania o Inglaterra.

¿En su escuela sigue funcionando el aula de acogida?
Sí, y es un eje muy importante porque permite a todos los niños que llegan con el desconocimiento del idioma que en un tiempo prudente puedan tener las herramientas para integrarse en la clase... Lo aprenden relativamente rápido.

¿La pobreza se hace sentir en la escuela?
Sin lugar a dudas, y en este caso me circunscribo a los barrios de Ponent. Esto no es una opinión personal, basta con observar los alumnos que no llevan libros, el número de becas del comedor que se conceden... Eso da unos indicadores claros. 

Tarragona es una ciudad disgregada que ha terminado concentrando a los alumnos con menos poder adquisitivo en algunas escuelas.¿Es sólo urbanismo o es que se ha hecho poco por arreglarlo?
No hablo nunca de política pero sólo hago dos preguntas: ¿Por qué el casc antic de Barcelona, que anteriormente era relativamente peligroso, ahora es un sitio donde todo el mundo quiere pasear? ¿Por qué al casco antiguo de Tarragona, que antes daba miedo, ahora la gente quiere ir? Con eso está dicho todo.

Hay escuelas a las que no apuntan a los niños que nacen en el barrio. ¿Eso cómo se arregla?
Lo que tenemos que hacer, y me consta que escuelas e institutos lo hacemos, es dar un buen servicio. Siempre he dicho que un alumno con una familia que esté a su alrededor y se preocupe por él aunque no entienda la lengua tiene todas las posibilidades de llegar a la universidad si pone el esfuerzo. Cuando hablamos de estadísticas es engañoso, por eso los padres lo que tienen que ver son los resultados que tienen sus hijos. Para eso tenemos una buena herramienta que son las competencias básicas que se hacen a nivel de Catalunya y con unos criterios universales.

Los recortes de la crisis, ¿se han revertido?
Estamos en el camino, pero si me preguntas como director qué es lo que quiero, te digo que muchos más recursos; es rotundo. Se está notando mejoría pero queda mucho camino por recorrer. 

El año pasado se aprobó el decreto de inclusión. ¿Hay los recursos para desarrollarlo?
Lo primero es aclarar que la inclusión la hemos practicado siempre. Si alguien cree que un decreto lo cambia todo no es verdad. Obviamente, un decreto es una buena noticia, pero los medios, la memoria económica, habrá que ver si se puede llevar a cabo con la situación política general. No podemos hacerlo sin unos recursos importantes.

Las ampas se quejan de que cuando hay problemas con las infraestructuras las escuelas quedan atrapadas entre lo que le corresponde hacer a Ensenyament y a los ayuntamientos. ¿Está de acuerdo?
Lo primero es resaltar el trabajo poco reconocido de las ampas. Son personas que de forma voluntaria se dedican a colaborar con las escuelas y a veces incluso los tomamos como si tuvieran obligación de hacerlo. 

¿Y quién arregla la escuela?
Tenemos algunas dificultades, como cada vez que se tienen que poner de acuerdo dos administraciones. Además hay leyes que son muy antiguas y tal vez habría que revisarlas. Hay buena disposición tanto del Departament como del Ayuntamiento, pero nuestro deber es pedir que se haga más allá de lo que es estrictamente imprescindible para prevenir riesgos. Tampoco pedimos escaleras de mármol.

Hábleme de un momento gratificante.
Cuando te encuentras con un alumno y te saluda, sobre todo si es de educación especial, cuando está en un sitio trabajando y es él quien te atiende. Esa es la alegría más grande.

¿Y uno de impotencia?
La impotencia es una palabra que quitaría, hay que ver fríamente las situaciones y tirar adelante; no podemos rendirnos por nada. En lo problemas serios hay que hacer un planteamiento técnico.

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