La Audiencia 'juzgó' a un atracador al día siguiente de que se suicidara

Aitor Rivas, detenido por el crimen de Blanca Tárrega, había sido condenado a cuatro años y cinco meses de prisión

19 mayo 2017 16:29 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:36
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Aitor Rivas, el hombre que se suicidó el pasado 23 de enero en el interior del Centre Penitenciari Mas d’Enric de El Catllar, había sido condenado el 23 de septiembre a cuatro años y cinco meses de prisión por un atraco. Dicha resolución del Juzgado de lo Penal número 4 había sido apelada ante la Audiencia Provincial de Tarragona. Los tres magistrados de la Sección Segunda se reunieron el 24 de enero para analizar la sentencia inicial. Sin embargo, las circunstancias hicieron que declararan extinguida la presunta responsabilidad penal del acusado por su fallecimiento. Cabe recordar que Aitor Rivas fue detenido el 28 de abril –24 días después del atraco– como sospechoso de la muerte de la psicóloga Blanca Tárrega.

Según al sentencia, el acusado, a las 20.10 horas el 4 de abril del año pasado, entró en la oficina de acceso público de la empresa de autobuses Plana, situada en la calle Cristófor Colom. Una vez en el interior accedió a la zona privada contigua. Le preguntó al empleado por el autobús que realizaba el trayecto entre Tarragona y Reus, para seguidamente marcharse.

Unos veinte minutos después, el acusado volvió de nuevo. Accedió al interior de la oficina tras ponerse por encima de la cabeza la capucha de la sudadera que vestía. Seguidamente, tras apoderarse de la llave de acceso de la puerta que comunicaba con la zona privada de la oficina –que se encontraba encima del mostrador– se dirigió a donde estaba el empleado. Tras esgrimir un punzón de 35 centímetros de largo, le exigió que le entregara la cartera y el teléfono móvil, pues de lo contrario le pincharía, a la vez que le propinaba un fuerte empujón, que hizo que la víctima cayera al suelo.

El empleado intentó arrebatar el punzón al atracador y ambos mantuvieron un forcejeo. Finalmente, el delincuente consiguió su objetivo: se apoderó de la cartera –con 300 euros– y el teléfono móvil. La víctima resultó con diversas lesiones, por las que no reclamó.

En el momento de los hechos, Aitor Rivas actuaba bajo los efectos de los opiáceos y la cocaína. Tenía diagnosticado un trastorno de la personalidad disocial por el que debía seguir tratamiento con antipsicóticos, antidepresivos y ansiolíticos.

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