La Baixadeta, multitudinaria y reivindicativa

De bebés a preadolescentes de Instagram. La bajada pequeña fue multitudinaria y también aprovechó para protestar por distintas causas

19 septiembre 2018 08:07 | Actualizado a 19 septiembre 2018 08:13
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El año pasado llevé al gigante de La Negrita y la verdad es que pesa menos que mi mochila del insti, pero sientes la responsabilidad, ¿Y si se te cae? ¿Y si aplasta a un niño?... Pero bueno, la verdad es que fue muy chulo, así que esta vez voy a volver a intentarlo», recuerda Laura, una niña de 12 años. Lo cuenta mientras aguarda, en el tumulto de Pla de la Seu, a que arranque un acto que se ha convertido en uno de los más masivos de las fiestas que tienen que ver con la chiquillería: La Baixadeta. 

La expectación es máxima, y de vez en cuando alguien se pone a cantar el pasodoble Amparito Roca a voz en grito y es seguido por un coro espontáneo. Media hora antes de que arranque la bajada en la que participan algunos elementos del Seguici Petit ya no cabe un alfiler en las calles que conforman el trayecto. A uno y otro lado está poblado de niños impacientes que han sacado a relucir sus camisetas relacionadas con las fiestas.

Pero no hay que engañarse, aunque el público de la baixadeta es eminentemente infantil, también abundan las y los preadolescentes estrenándose en esa especie de libertad vigilada en que se comienza a salir, pero siempre de día y con hora de vuelta. 

Nos encontramos a varios grupitos, tan apretujados como el resto, pendientes de inmortalizar cada detalle y de colgarlo con los respectivos corazones y etiquetas en Instagram... Que el postureo también es parte de la fiesta.

Cosas de mayores

Pero si algo encanta a los pequeños de este acto en el que se comienza a estar casi tan estrecho como en el de los mayores, es que por fin pueden hacer cosas de grandes. De hecho, son los pequeños de las entidades los encargados de hacer los cordones de seguridad. Entre ellos la pequeña Minerva, de ocho años,  feliz porque ha podido estar en una escuela y en una residencia de mayores haciendo lucir a l’Aligueta de sus amores. Ayer a ella y a sus compañeros les tocaba compartirla con todos los niños que estaban en el momento justo para portarla por un rato.

Y precisamente la Aligueta fue la encargada de abrir la bajada por las empinadas escalinatas de la Catedral. Unas letras en su pecho recordaban que ya no es un polluelo porque está cumpliendo 10 años.

Una vez que el público había entrado en calor bailando el «¡Eh!, ¡eh!... de Paquito el chocolatero (es un decir porque a esas alturas ya las camisetas se pegaban al cuerpo de tanto sudar) era el momento de la Mulassa, siempre dispuesta a sorprender. 

Además de su baile enloquecido, impredecible, la Mulassa sorprendió inaugurando el capítulo de las reivindicaciones con un cartel en el que se leía: «Nuestras escuelas no son su adoctrinamiento ¡Y no se tocan!».

A continuación era el turno del Lleonet, con un elegante sombrero para celebrar que él también está de cumpleaños redondo. Ya tiene 15, todo un adolescente.

La Cucafereta defiende su barrio

Aunque para reivindicación, la de la Cucafereta, que este año se aplicó de lleno con los problemas de su barrio. Con una rata en la boca y una bolsa de basura colgando, llevaba, por si quedaban dudas, un cartel en el que podía leerse: «Por un Barrio del Port digno».

Los Gegants Moros y los Negritos petits eran los encargados de cerrar el desfile, aunque en realidad aquí sólo acababa el programa oficial.

Y es que justo a continuación llegaba el Mico de La Canonja, un primate creado por un grupo de adolescentes del municipio vecino que desde hace unos pocos años se han traído su propio elemento festivo para participar en Santa Tecla. El grupo de amigos que coreaba «Mico de La Canonjaaaa» ya suma un centenar de miembros y hasta han hecho camisetas con su nombre. Se están planteando convertirse en entidad y ellos también tenían un mensaje, esta vez feminista, resumido con un «Empodérate».

A su paso comenzaba a disolverse el tumulto. Era hora de volver a casa «porque mañana hay cole», aunque algunos tendrán algo que contar en clase, como Marta, de nueve años, todavía sorprendida con lo que pesaba l’Aligueta, pero incapaz de decir con palabras lo que sí expresaba su sonrisa radiante.

Comentarios
Multimedia Diari