La Generalitat deja bajo mínimos la investigación energética en Tarragona

El centro del IREC, en el Campus Sescelades, tenía tres líneas de trabajo, de las cuales tan solo mantendrá una. Cuatro personas afectadas por el ERE

19 mayo 2017 15:35 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:35
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El Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC) cesará la actividad en las próximas semanas de dos de los tres grupos de investigación que tiene en su centro de Tarragona. Ubicado en el Campus Sescelades, éste quedará prácticamente bajo mínimos.

Entre el Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que ha afectado a cuatro de los trabajadores que había en estas dependencias, y la no renovación de profesionales, a medida que empezó a reducirse la actividad investigadora, tan solo quedarán entre cuatro y seis personas trabajando. Son los especialistas en energía térmica y edificación, un grupo transversal, entre Barcelona y Tarragona, que en total tiene a diez componentes. De hecho, éste es el grupo más reciente –que se incorporó al de biorefinería y microalgas y al de termoquímica– en un momento en el que había hasta cinco personas trabajando en el centro.

Las causas de la crisis del IREC son múltiples. En el momento de su constitución, en el año 2009, se decidió que la gestión recaería en un patronato que se comprometía a aportar la financiación para un periodo de siete años. «Era una ayuda limitada en el tiempo, no un compromiso de por vida», argumenta Juan Ramón Morante, director del IREC. Tanto el Estado como la Generalitat formaban parte de este organismo. Por parte del Gobierno central, había aportación tanto desde el Ministerio de Educación y Ciencia como por parte del Ministerio de Industria. «Madrid dejó de contribuir. Primero fue una parte en 2012 y luego la otra también en 2013», explica Morante. Tampoco renovaron su aportación los patronos privados, es decir, Endesa, Gas Natural Fenosa, la Fundación Repsol, Enegas, CLH y Alstom. Por lo que la totalidad de los dos millones de presupuesto viene ahora de la Generalitat.

Morante accedió al cargo en octubre de 2015, cuando la situación ya era complicada. El 27-S se habían celebrado las elecciones, no hubo Govern hasta mediados de enero y finalmente no se sacaron adelante los presupuestos, por lo que se congeló la dotación asignada, que ya era insuficiente. «Hubo un problema de sintonía temporal entre la disponibilidad presupuestaria de la Generalitat y las necesidades del centro», argumenta Juan Ramón Morante.

La suma del conjunto de estas circunstancias son las que han llevado al centro a la necesidad de reducir su estructura. A inicios del pasado mes de febrero, coincidiendo en el tiempo con la presentación del Pacte Nacional per a la Transició Energètica de Catalunya, el principal centro de investigación en energía de Catalunya presentaba un ERE para la reducción de once de sus trabajadores. Esto deja en 112 la plantilla total, entre los centros de Barcelona y Tarragona, de los cuales más de un centenar desarrollan su actividad en la capital catalana, que también ha perdido a otro dos grupos.


Mantener las instalaciones
Con el cierre inminente de estos dos grupos de trabajo, dos de las tres plantas del edificio que este instituto tiene en la calle Marcel·lí Domingo quedarán vacíos. Pese a ello, la Generalitat confirma que, de momento, no tiene previsto abandonar Tarragona y concentrar todos los grupos en un único espacio para reducir gastos. Así lo confirmaron desde el Departament d’Empresa i Coneixement de la Generalitat, que, de hecho, aseguró que «las perspectivas son de crecimiento».

Seguir en Tarragona también es la voluntad del director del centro de investigación, quien asegura que el reto pasa ahora por «buscar nuevos grupos y estrategias que hagan sostenible el centro a partir de las estrategias políticas de Catalunya».


Una deuda con el territorio
El nacimiento del IREC se remonta a inicios de este milenio, cuando surgió el proyecto del ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor ), que debía construirse en Vandellòs, pero finalmente se fue a Cadarache (Francia). Como compensación, el Gobierno de Madrid dio unos fondos para el Institut de l’Energía de Catalunya. Desde el territorio, y sobre todo desde la universidad, se luchó para que éste se instalase en la demarcación. Los exrectores Lluís Arola y Francesc Xavier Grau fueron dos de los principales responsables de que una parte del centro de investigación energética esté junto a las principales instalaciones productoras.

Y, de hecho, su implantación se vendió como la oportunidad para desarrollar una industria pionera en renovables que tenía en el litoral tarraconense a uno de los proyectos más ambiciosos, como es la construcción de un parque eólico marítimo. Incluso se alcanzaron acuerdos con un par de compañías dispuestas a implantarse, pero finalmente éstas acabaron marchándose también a Francia. «Es una lástima porque nos hubiera permitido ser pioneros a nivel mundial y en cambio, ahora que hablamos de un modelo 100%, esta energía tan solo representa el 8%. Queda mucho camino», lamenta Morante.

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