«La Part Alta está muerta»

Activar los mecanismos existentes para la recuperación de algunas partes del barrio que están muy degradadas y redactar un plan de usos son algunas de las necesidades más inminentes

06 marzo 2021 20:10 | Actualizado a 07 marzo 2021 07:39
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Francesc Díez Ral (82 años) es arquitecto técnico jubilado y vecino de la calle de la Nau, en la Part Alta. Fue concejal del PSC entre los años 1991 y 1995. Posteriormente, entre 2006 y 2008, presidió la Associació de Veïns de la Part Alta, un periodo en el que se solicitó la Llei de Barris. Dejó el cargo cuando fue nombrado gerente del Servei de l’Habitatge i Actuacions Urbanes (Smhausa), cargo que abandonó después de un año y un mes.

Cuando usted era presidente de la Associació de Veïns presionaron para solicitar la Llei de Barris. ¿Cómo lo recuerda?

Fue una lucha. Era en mayo de 2007 y entonces el Ayuntamiento no quería que la Part Alta se incorporara ya que la señora Expósito quería que fuera Sant Salvador. No había un criterio de interés de ciudad, sino de intención de votos.

¿Cómo estaba la Part Alta?

Como ahora. Había un despoblamiento, con un envejecimiento de la población, se marchaban los establecimientos comerciales, igual que ahora, que incluso se ha ido la Caixa. Pensábamos que el plan de barrios podría servir para eso, ya que la solución no podía venir del sector privado.

¿Qué objetivos tenían?

Debíamos ir más allá y que el Ayuntamiento interviniera en cuanto a la rehabilitación de los edificios. También pensábamos que podrían crearse pequeños parques para que los niños pudieran jugar y que viniera gente joven. La idea no era llenar el barrio de bares y restaurantes y que la Part Alta acabara convirtiéndose en una barra libre.

La propuesta que hicieron contemplaba una inyección de catorce millones de euros.

Sí, al final concedieron doce y se gastaron seis, de los cuales tres los ponía la Generalitat y el resto el Ayuntamiento. Los que decían que querían tanto la ciudad rechazaron una ayuda de tres millones, mientras que en el barrio de Campclar sí que se invirtió todo lo previsto.

Fue nombrado gerente del Servei de l’Habitatge.

Sí, la idea es que desde allí pudiera tirar adelante con todo esto. Al final ves que el alcalde lo que hizo fue ponerme allí para tenerme callado. Estuve un año y un mes y me fui.

¿Por qué?

Hasta en dos ocasiones se comprometió en hacer un plan de usos de la Part Alta y aún no lo tenemos. Se hizo una moratoria con una suspensión de licencias durante un año para que pudiera seguir adelante y crear zonas para que otro tipo de negocios pudieran establecerse, pero no se ha hecho.

¿Cómo ve ahora el barrio?

Mal. Tan solo se fijan en El Serrallo y el Barri del Port, mientras la joya de la corona sigue abandonada. La Part Alta está muerta. La imagen es que en un contexto sin pandemia vienen los turistas que pasean y esto está lleno de bares y restaurantes, pero la población está disminuyendo y las casas siguen cayendo. Mientras tanto, la asociación de vecinos no funciona ni lo ha hecho en los últimos tiempos. Incluso se han dedicado a realquilar el local.

¿Si los propietarios no invierten, cómo se soluciona el problema de la vivienda?

Hay un registro obligatorio de solares sin edificar, que se creó en una época con mucha especulación, de forma que los propietarios tenían dos años para edificar o debían vender, si no podía expropiarse. Y esto no se aplica. El primero que debería entrar en ese registro es el de la Rambla Vella con Sant Domènech. La parte de la Baixada del Roser está muy mal y necesita una intervención por parte del Ayuntamiento. O la zona junto a la calle del Vidre, que está muy despoblada y llena de ocupas. Allí debe hacerse una intervención y esta no vendrá del sector privado porque son viviendas que no tienen unas condiciones de habitabilidad. Entonces es cuando la administración debería intervenir a través de la ley de tanteo y retracto o con una hipoteca inversa, sin que haya especulación. Hay mecanismos.

¿El problema empezó cuando se llenó de bares y restaurantes?

No decimos que no los haya, pero cuando esto empieza a llenarse de bares y terrazas, el pequeño comercio desaparece. Los propietarios de los locales empiezan a pedir más dinero y cuando vencen los contratos ponen otro bar. Por esto hace falta un plan de usos.

¿Cree que se ha convertido en un parque temático?

Hay un problema de ruido y ahora con el estudio que se ha hecho se ha visto. En zonas cerradas el ruido rebota y se hace más audible.

¿Por qué cree que no se ha avanzado con la peatonalización?

El problema es que no tenemos a gente en el barrio que grite, pero sí que lo hacen los bares y restaurantes. Quien grita más es el que tiene la razón y así es como actúa el Ayuntamiento.

En algunos momentos han habido cuatro o cinco asociaciones de vecinos en el barrio.

Nosotros hicimos unos estatutos que aprobó la Generalitat y después presentamos al Ayuntamiento para que nos reconociera. A veces han habido personas que hablaban, que no sé a quién representaban o si es una cuestión de ego. Debería comprobarse si están al día en cuanto a elecciones o si tienen un libro de actos con un mínimo de dos reuniones obligatorias al año. Sin todo esto no tienen ningún derecho.

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