«La Platja Llarga no es un humedal, es un sequeral que da vergüenza»

Los usuarios de la Platja Llarga critican el estado de abandono de la zona protegida y lamentan que se perdieran plazas de aparcamiento sin hacer nada para su mantenimiento

24 agosto 2020 07:20 | Actualizado a 24 agosto 2020 07:28
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La entidad Ecologistes en Acció otorgaba a inicios del verano una bandera negra a la Platja Llarga. La entidad alertaba que «la actividad empresarial» y el Gloria han provocado una degradación del espacio, obviando las necesidades ecológicas. Una denuncia que comparten muchos de los bañistas, que son usuarios de esta playa, y que consideran que la Llarga ha perdido el encanto de paraje natural, que tradicionalmente ha sido uno de sus principales atractivos.

Uno de los puntos que despierta más críticas es la zona del humedal y su entorno. Tras enterrarse el proyecto de crear un paseo marítimo se hizo una importante apuesta para recuperar la fauna autóctona y preservar el sistema de dunas. No obstante, en un domingo cualquiera del mes de agosto el espacio prácticamente queda «engullido» por los coches, «ahogando» de vegetación que parece un campo de maleza. «No puede hacerse una zona protegida y después abandonarlo», opina Juan Garidel Fernández.

Garidel es usuario habitual de la Llarga desde hace casi treinta años. «Se hizo el intento de mejorar la zona para las tortugas y la fauna autóctona, pero las instituciones no han hecho su trabajo. En lugar de vigilarlo para que no se deteriore han dejado que se pierda. Y si ellos no hacen su parte, al final la gente no tiene cuidado de nada y cualquier día tendremos que lamentar un incendio», dice.

Joana y Esteva son vecinos de Barcelona. Durante el verano disfrutan de la tranquilidad de su segunda residencia en el Pont d’Armentera y siempre que pueden se escapan a la Llarga. «Vemos que poco a poco esto se ha degradado bastante», aseguran. Afirman que una de las causas son los problemas de aparcamiento. La otra, que no se ha puesto la suficiente atención para preservar el encanto natural. «Soy partidaria de recuperar siempre, pero una cosa es proteger y la otra vallarlo y adiós. Si las cosas no se cuidan pasa lo que pasa», dice la mujer.

El estado de abandono hace que algunos usuarios de la Llarga opinen que debería reconsiderarse el espacio, ganando así las plazas de aparcamiento que se perdieron en su momento. Las críticas vienen motivadas también después de la última actuación de reposición de arena, ya que se dejó una montaña de material en la zona de estacionamiento, que ha reducido las plazas.

«Es una auténtica vergüenza, porque cuando llueve se embalsa todo y cada año está peor. El temporal se llevó las dunas y el humedal cada año está peor. Aquello ya no es un humedal es un sequeral», dice Angel Casas. Este tarraconense recuerda que antiguamente este espacio fue el campo de fútbol de la Ciutat Residencial. Casas defiende que, «con buen criterio», debería recuperarse la explanada para ampliar la superficie destinada a los coches. «El aparcamiento entre la zona de las moreras y el humedal es vergonzoso. Con un poco de trabajo aquello se solucionaría y se evitaría el pitote de todos los fines de semana», considera.

Casas es bañista habitual de la Llarga durante todo el año. Defiende que los servicios que se ponen en verano deberían permanecer los 365 días del año. «Año tras año, esto se va degradando y no hay nadie que haga nada», defiende.

Otro de los puntos que presenta críticas es el camino, que discurre paralelo a la vía del tren, que por culpa de la alta afluencia de vehículos está lleno de baches. «Pasar por aquí es como subirse al Dragon Khan», dice Mariona Puig.

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