La Rua de Lluïment de Tarragona, en imágenes

La comparsa Colours Fantasy encabezó la comitiva a ritmo de rock con ‘Rama Lama’. Lo que no faltó fue música y mucha pluma

03 marzo 2019 20:48 | Actualizado a 04 marzo 2019 20:06
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En las películas –o series– dicen que las segundas partes no son buenas o, cuando menos, no tanto como las primeras. Pero esto no ocurre con la Rua de Lluïment de Tarragona. Las 17 mejores comparsas del Carnaval del año pasado desfilaron este domingo por el mismo recorrido que la gran rúa del sábado. Y, de nuevo, no defraudaron con el ritmo, el colorido, coreografía y la vistosidad de unos trajes que llevan meses confeccionándolos. 

Los momentos antes del inicio del recorrido son para los últimos retoques de la vestimenta, como una joven que se miraba en el cristal de un escaparate –como improvisado espejo– para que estuviera perfecta para salir a bailar. O para hacerse una fotografía con la familia o los amigos. Algunos espectadores tomaban sus ‘asientos’ encima de los contenedores para tener unas vistas privilegiadas. Y, entre el público, disfraces ya manchados después de la intensa jornada del sábado. 

Puntual –pasaba un minuto de las seis– cuando Colours Fantasy arrancaba a ritmo de rock. A través de sus altavoces sonaba una mítica canción de finales de los años 70, el Rama Lama, de los Rocky Sharpe & The Replays, para después pasar a una un poco más moderna, Dancing queen, de Abba.

El tema era el apropiado para el lema elegido –que lo tenían en letras sobre su cabeza–: paz y amor. 
La cultura china fue la elegida por la comparsa Sinhus Sport para la edición de este año. Pero si los primeros participantes de este grupo se movían al son de una música más bien lenta típica de este país asiático, el resto de participantes ya bailó a un compás de música más maquinera.

Mientras, a alguno de los presentes la carroza le recordaba algo a Mariano Rajoy, no precisamente porque el expresidente se mueva con mucha soltura sobre los escenarios, sino por el plasma que llevaba la carroza –con imágenes de la comparsa y también spots de los patrocinadores–.
Los temas musicales eran pata todos los gustos. La que no podía faltar era la colombiana Shakira, que ponía ritmo a la coreografía de la AVV L’Albada, con sus trajes de la época de María Antonieta.

Pero también viejas canciones, como Quiero bailar la salsa, un tema de Gibson Brothers de finales de los setenta que  había elegido el Grup de Dansa i Grup Aerodance –la ganadora del año pasado– para moverse en el Tropicana Havana Club, de la capital cubana. Mientras, la comparsa de le precedía, la de la AVV Residencial Palau-Torres Jordi, bailaba al son de Celia Cruz con un tema caribeño muy apropiado para estos días de jolgorio y desenfreno, La vida es un Carnaval, por lo que no hay que llorar, dicta la letra. 

La presencia de personas mayores de más de sesenta años hasta niños de cinco fue una constante a lo largo de todas las comparsas. Alguna incluso bajó la edad mínima para participar y niños de apenas tres años seguían el ritmo de la música. «Mira, mira, que peques», comentaba un espectador a otro al ver la corta edad de los participantes. Si todo sigue así, el Carnaval no corre peligro, hay relevo generacional. Grandes y pequeños no dudan en colocarse las plumas durante unas horas. Eran muy pocas las comparsas que no las usaban, como la de Cayo Largo, que las cambió por púas.

Tanto la rúa del Sábado como la del Lluïment de este domingo se han convertido en todo un espectáculo que atrae a personas de los municipios de alrededor. Con una ampliación de actos para llenar el fin de semana podría convertirse en todo un atractivo turístico, sí que lejos del de Río de Janeiro pero a la misma altura del de Santa Cruz de Tenerife o Las Palmas de Gran Canaria. Eso sí, este domingo algún tractor intoxicaba a los expectadores expulsado gran candidad de humo.

 

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