La URV analiza el virus: «Crece porque se aprovecha de nuestras costumbres»

«Socializamos más y eso tiene sus riesgos», dicen investigadores tarraconenses. «Pronto habrá vacuna», anuncian

19 marzo 2020 09:57 | Actualizado a 19 marzo 2020 10:14
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«Son virus complicados a la hora de poder combatirlos. Su material genético está hecho a trozos, no es una molécula única, y eso lo dificulta. Tienen el RDA fragmentado y es más difícil preparar una vacuna. Estos virus crecen mal fuera del cuerpo y necesitan condiciones especiales en el laboratorio para tratarlos. Es una dificultad añadida», explica Josep Guarro, catedrático de microbiología en la URV e investigador del grupo MICOLOGI. 

Expertos de la universidad tarraconense examinan las características de este nuevo coronavirus, primero llamado 2019-nCoV y ahora rebautizado con el nombre SARS-CoV2 (el virus) y COVID-19 (la enfermedad). El microorganismo de marras pertenece a la familia de los coronavirus, llamados así por una especie de picos en la superficie del virus que asemejan una corona. El SARS-CoV2 se llama así porque tiene una secuencia genética muy parecida a la del SARS, otro coronavirus que apareció por primera –y única vez– en el año 2002 y causó una pandemia con más de 8.000 personas infectadas y 800 muertes. Otro coronavirus que provoca enfermedad grave en humanos es el MERS-CoV, que se identificó por primera vez en el 2012 en Oriente Medio y está asociado con camellos.

«Aprendemos cada día»
Antoni Castro, decano de la Facultat de Medicina y Ciències de la Salut de la URV, considera adecuadas las drásticas medidas adoptadas  contra el virus: «No me sorprenden. Es lo que hay que hacer siempre que quieres contener un brote epidémico. Estamos aprendiendo cada día pero también de lo que ya se ha hecho, de la lección de China o de Italia».

Castro considera que la alerta es adecuada porque «estamos ante una enfermedad nueva y no sabemos cómo se va a comportar, ya que la mortalidad puede parecer baja, pero siempre es alta teniendo en cuenta que ninguna muerte es deseable». El COVID-19 se ha colado durante las últimas semanas en las aulas de la URV –hasta que se suspendieron las clases, este pasado viernes– y el seguimiento en tiempo real ha resultado otra lección valiosa para los estudiantes. «Se habla en las aulas, los alumnos de hoy tienen la fortuna de vivir de primera mano y una situación real. Estos estudiantes están aprendiendo mucho. El impacto educativo es mucho más alto», cuenta Castro.

El decano de la URV admite que este coronavirus ha venido para quedarse entre nosotros. «Tenemos coronavirus cada invierno. Causan el 4% de las infecciones respiratorias. Este es un virus de la misma familia, pero sabemos que puede tener comportamientos diferentes. Cada microorganismo tiene sus particularidades a la hora de encontrar la vacuna, pero hay que ser optimistas. La tecnología y el conocimiento sobre la virología han cambiado mucho. Tenemos muchas herramientas y en un plazo razonable habrá vacuna», dice Castro. Ahí radica una de las claves, según él: «La vacuna es la gran cuestión en las enfermedades infecciosas». 

Este COVID-19 que asola al mundo –y, en especial, a Europa y a España– es, en realidad, un signo de los tiempos actuales. «Habrá que acostumbrarse cada vez más a estas epidemias», predice Josep Guarro, que añade: «Podría ser que con el tiempo lo asimilemos como una gripe más. Todo apunta a que el año que viene habrá vacunas a disponibilidad de la población. Es la situación ideal. El problema es que mucha gente vulnerable no se ha podido proteger este año». 

«Vivir así tiene sus riesgos»
«La gente se desplaza miles de kilómetros de un punto a otro del mundo, viaja mucho más, hay un aumento del nivel de exotismo, de tenencia de mascotas, socializamos más con más gente, vamos más a grandes superficies… Es un tema de costumbres que quizás antes no estaban tan arraigadas. Vivimos así y eso tiene sus riesgos. Son dificultades añadidas para impedir la expansión», aclara Castro. Precisamente esa forma de vida es la que ha quedado ahora en suspenso con la aplicación de medidas severas de contención, como el confinamiento o las restricciones en todos los ámbitos de la vida cotidiana. 

El decano de medicina en Reus admite que brotes de este tipo eran esperables: «Ya teníamos la experiencia del SARS y del coronavirus de Oriente Medio. Ya contábamos con que esto podría pasar, porque ha sucedido otras veces. Ahora el impacto es distinto porque el ser humano también lo es». 

De ahí que, ahora mismo, lo primordial sea aplicar protocolos, por duros que sean, para evitar una mayor expansión. «Lo que se quiere hacer ahora por todos los medios es reducir la curva epidémica. Aunque al final se infecte el mismo número de personas, es importante que no sea a la vez, porque eso tensiona el sistema sanitario de forma evidente», añade Castro. 

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