La URV estudia cómo podría evaluar a sus alumnos a distancia

La universidad ha hecho una esfuerzo acelerado para que la actividad académica se mantenga pese al confinamiento

24 marzo 2020 19:10 | Actualizado a 24 marzo 2020 19:34
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El fin de semana en que se decretó el estado de alarma fue frenético en el Servei de Recursos Educatius de la URV. Se trataba de preservar, en la medida de lo posible, la mayor parte de la actividad académica que no tuviera que ver con las prácticas, obviamente suspendidas.

Y así, el primer lunes después del confinamiento, ya los profesores tenían a disposición videotutoriales especialmente hechos para la ocasión para saber desde cómo iniciar una videoconferencias, hasta cómo compartir una presentación en PowerPoint con los alumnos. «Tenemos desde profesores que tienen estas herramientas muy de la mano y querían ir más allá, hasta otros que tienen que empezar de cero, por eso hicimos guías básicas», explica Javier Legarreta Borado, coordinador del Servei de Recursos Educatius de la universidad.

Cursillos ‘exprés’ para profes

Cada día se han seguido colgando nuevas guías y videotutoriales y el equipo de Legarreta está impartiendo formaciones «exprés por vía telemática para grupos de docentes». También se conectan, por separado de manera remota con quien lo necesite. No se trata solo de darles las herramientas tecnológicas «con las que tenemos podemos trabajar muy bien» sino de ayudarles a elegir la que tienen que usar y cómo utilizarlas para lo que quieren.

Aunque la URV es una universidad presencial, para el operativo de estos días se han servido de la experiencia que habían acumulado para la «virtualización» de algún máster.

De momento, explica Legarreta, la red informática está «aguantando». Hicieron unas pruebas de carga, «pero completamente a ciegas», porque el escenario es inusitado. El tráfico se ha multiplicado, igual que los materiales que se cuelgan, y no solo cuando se supone que todos tienen que estar en clases, sino el resto del tiempo. Legorreta pone como ejemplo del pasado fin de semana. El tráfico del domingo, explica, era el mismo que el de un día de semana antes de el confinamiento.

La videoconferencia ha sido el recurso «estrella», pese a que hay otros medios. De hecho tuvieron que poner a disposición de los docentes una segunda plataforma además de la primera, que el jueves de la semana pasada se cayó durante un tiempo debido a la sobrecarga.

Ahora el gran reto es prever qué pasará si, debido a la prolongación del confinamiento, toca evaluar a los alumnos a distancia, algo que deberán afrontar todas las universidades. De hecho actualmente hasta las universidades a distancia hacen los exámenes finales de manera presencial.

La clave será dar con un sistema que permita corroborar, sin lugar a dudas, la identidad del alumno y preservar adecuadamente sus datos. Para ello están comenzando a evaluar sistemas de reconocimiento biométrico (basados en las características físicas intransferibles de cada persona), entre otros.

«Que nadie pierda el curso»

«El objetivo es que ningún alumno pierda el curso» explica la rectora, Maria José Figueras, entre reunión y reunión, virtual. Dice como rectora le emociona la respuesta que está dando toda la institución, tanto docentes como administrativos y estudiantes.

Explica que, en general, la consigna ha sido mantener los horarios de clase presencial para los contactos virtuales con los alumnos. Con todo, apunta que entienden las circunstancias de los alumnos que, por ejemplo, tienen hijos pequeños o circunstancias que le complican seguir con estos horarios. En este sentido la intención es que se pongan en contacto con sus tutores para buscar soluciones a medida.

También pide paciencia a los alumnos de Ciencias de la Salud, teniendo en cuenta que muchos profesores están volcados en la atención de la emergencia.

Como si fuera presencial

Laura Aceña, profesora de la facultad de Enología y la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria, por ejemplo, utiliza las herramientas que ha habilitado el Servei de Recursos Educatius. En concreto usa el programa Microsoft Teams «que nos permite crear aulas virtuales en las que convocamos a los alumnos. Es una especie de videochat o videoconferencia».

Cuenta que explica los temas «como si estuviera físicamente en clase e interactúo con los alumnos a través de vídeo –aunque solo pueden coincidir cuatro a la vez en pantalla-, audio o de un videochat donde escriben sus dudas... El problema de las clases virtuales es que, a diferencia de las presenciales, no puedes ver a todos los alumnos y saber si se están enterando o si han desconectado»,

El curso de la incertidumbre

Joan Morales es alumno de cuarto curso de Derecho y hace nada estaba convencido de que este ‘sprint’ de final de la carrera iba a ser diferente.

Debido a las características de este último curso, no le quedaban muchas asignaturas presenciales y en ellas cada profesor ha optado por una fórmula distinta; algunos hacen videoconferencia mientras que otros optan, por ejemplo, por grabase a sí mismos en vídeo para que los alumnos lo vean cuando quieran. Para el trabajo de final de grado la solución es más sencilla porque las tutorías las sigue a distancia.

Para lo que no hay respuesta todavía es qué sucederá con las prácticas. En su caso iban a comenzar justo el primer lunes de confinamiento. Otros compañeros ya las habían comenzado pero, obviamente, han tenido que interrumpirlas.

Marta estudia Fisioterapia, también está en el cuarto curso y el estado de alarma también ha truncado las prácticas. A principios de marzo, empezó en el Hospital Sant Joan de Reus «pero apenas pude hacer una semana», explica. No serán recuperables y la alternativa que se ofrece desde la universidad es hacer un trabajo en base a un caso clínico. «Cambiamos un mes de prácticas por algo que termina siendo teórico. No tiene nada que ver lo que puedes aprender en un hospital que escribir un trabajo», lamenta.

En abril tiene que empezar en el Pius Hospital de Valls el bloque hospitalario y, en mayo, el geriátrico en el Hospital Sociosanitari Francolí de Tarragona. No obstante, en estos dos casos todavía no sabe qué va a suceder.

En cuanto a las asignaturas únicamente está pendiente de una, «pero han colgado el temario en el Moodle y lo tenemos que leer. Las dudas las resolvemos vía e-mail o cuando volvamos a clase», señala.

Quienes lo tienen más complicado son sus compañeros que están entre el primer y tercer curso. «Muchas asignaturas son teoricoprácticas», recuerda.

Cambios acelerados

Lo que está claro, después de esta experiencia que ha obligado a muchos profesores a incorporar la tecnología de manera acelerada, es que, cuando la normalidad regresa nada volverá a ser igual. Legarreta, por ejemplo, cree que el primer paso será que el curso que viene muchos docentes aprovecharán materiales que están preparando a propósito de esta emergencia para sus clases.

Tal vez como un presagio del futuro, basta con abrir la web de la universidad para ver como la primera información hace referencia al ‘stand’ virtual que la URV ha instalado en una feria de universidades españolas que se desarrolla estos días en la web. Lo dicho, nada será igual.

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