La Urbana de TGN, obligada a hacer horas extras para garantizar la seguridad en la ciudad

Los vecinos dan un ultimátum, mientras que el Ayuntamiento trabaja en un plan a corto plazo para inyectar 22 nuevos agentes y dotar de las figuras de mandos al cuerpo

11 septiembre 2021 19:00 | Actualizado a 12 septiembre 2021 09:34
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«Llamé tres veces a la Guàrdia Urbana porque eran las cuatro de la madrugada y no podía dormir por culpa de jóvenes que estaban haciendo botellón. ¿Y sabe que me respondió la policía? Que no podían venir. Que no podían hacer nada porque no había suficientes efectivos. Me quede alucinado». Este es el testimonio de Antonio Sanabria, un vecino de la Vall de l’Arrabassada, indignado por la falta de agentes. No es el único. Tanto Ayuntamiento, como sindicatos de la Guàrdia Urbana, y también vecinos, son plenamente conscientes de la situación dentro del cuerpo policial. Los agentes se ven obligados a hacer horas extras para poder garantizar la seguridad de la ciudadanía. Pese a este esfuerzo, en ocasiones no llegan hasta donde les gustaría.

Eso es lo que pasó el pasado fin de semana, cuando se juntaron varios hechos delictivos en un periodo de tiempo muy corto: macrobotellón en la Vall de l’Arrabassada, pelea multitudinaria con apuñalamiento incluido en la Rambla de Ponent de Campclar y, para terminar, reyerta con catana de por medio cerca de la TAP con resultado de dos detenidos. Según las entidades vecinales, no hay suficientes efectivos para dar respuesta a tanta actividad delictiva. «El resultado es que, cuando llamamos por cualquier cosa, la Urbana nos contesta que solo hay una o dos patrullas para toda Tarragona y que, en ese momento, están en los barrios de Ponent», explica Josep Maria Bertran, presidente de la Associació de Veïns de la Vall de l’Arrabassada, barrio en qué se han registrado varios macrobotellones durante los últimos fines de semana.

Bertran asegura que en los últimos días esta falta de efectivos se está haciendo más evidente que nunca. «No puedo entender que no aumenten la plantilla en verano, cuando hay más población y la gente sale más a la calle», dice el líder vecinal.

Por su parte, el responsable de seguridad de la Federació d’Associacions de Veïns de Tarragona (FAVT), Justo Velilla, explica que hace tiempo que desde la entidad reclaman más policía al Ayuntamiento. Pese a esta reivindicación, Velilla opina que la falta de agentes no tiene nada que ver con si hay o no inseguridad en la ciudad, «pero creemos que es necesaria una inyección de personal para acudir más rápido al lugar de los hechos en caso de emergencia, como botellones o peleas», dice Velilla.

Se sienten «en riesgo»

Los agentes reconocen que no pueden llegar a todos los lados y que la falta de efectivos les llevan a situaciones problemáticas. Aseguran estar corriendo un riesgo importante ante la proliferación de concentraciones multitudinarias, como por ejemplo, los botellones. «Intentar desalojar un grupo importante de personas, con tan solo tres patrullas, es complicado», explican los policías, quienes añaden que se sienten inseguros. Además, otro de los handicaps con el que se encuentran, es que el cuerpo de la Guàrdia Urbana de Tarragona cuenta con una plantilla un tanto envejecida, lo que dificulta el día a día.

No obstante, la falta de efectivos no es una novedad, viene de lejos. El problema, según los sindicatos, es que siempre ha costado mucho sacar plazas de la Guàrdia Urbana. Además, con la modernización del cuerpo hace unos años, se crearon las especialidades –como medio ambiente, atención a la víctima y tráfico, entre otras–, lo que implicó sacar patrullas de la calle. La intención inicial era dotar de más personal el cuerpo, cosa que nunca acabó pasando.

Según el responsable del sindicato CSIF, Amadeu Bartolí, «la cantidad real de agentes no llega ni de lejos al mínimo necesario para dar una cobertura suficiente, teniendo en cuenta que Tarragona tiene una población de 136.000 habitantes». Bartolí prefiere no entrar en la organización del servicio, pero destaca que la Urbana tiene una serie de competencias exclusivas, como de policía administrativa o de tráfico. «Además, actualmente existe la necesidad de contar con una policía de proximidad», explica el sindicalista.

Según Bartolí, la situación que vive ahora el cuerpo «tiene un coste que asume el trabajador, a la hora, por ejemplo, de hacer los cuadrantes, extraños e intensos», y añade que «a diferencia del resto de plantilla del Ayuntamiento, se nos deniegan vacaciones y permisos por falta de personal». Mañana, los sindicatos se reunirán con la concejala para trasladar este malestar.

Con la llegada de la pandemia, del toque de queda y del sinfín de restricciones, la falta de efectivos se ha pronunciado, provocando malestar entre la ciudadanía.

Un plan a corto plazo

Por su parte, la concejala de Seguretat Ciutadana, Cristina Gúzman –quien está en el cargo hace tan solo tres meses–, prepara un plan a corto plazo para inyectar el personal necesario al cuerpo. No obstante, Guzmán quiere dejar claro que la falta de agentes no implica falta de seguridad. La solución temporal al problema es que la plantilla haga horas extras para reforzar el servicio, sobre todo, durante las noches de los fines de semana. En un comunicado del sindicato CSIF, aseguran que «al Consistorio le va muy bien pagar las horas extras a un precio muy por debajo del salario normal. De esta manera, les sale a cuenta no aumentar la plantilla».

Guzmán ha explicado al Diari el plan que tiene previsto para dotar de recursos personales al cuerpo. Actualmente, la Urbana cuenta con 230 agentes y puede aumentar de capacidad hasta los 280. De manera inmediata, se incorporarán 14 policías –que ahora están formándose en el Institut de Seguretat Pública–, y otros ocho, que vienen de una oposición. Esto formaría parte de la primera fase del plan.

La segunda es dotar el cuerpo de las figuras de mandos, cosa que actualmente no hay. En las próximas semanas, saldrán a disposición 16 plazas de caporal, cinco de sargento, dos de subinspector, una de inspector y otra de intendente. Todas ellas de promoción interna, menos la de inspector y la de intendente, de elección libre.

«Una vez cubiertos todos estos puestos, habrán vacantes dentro del cuerpo, lo que nos permitirá sacar plazas de agentes», explica Guzmán, quien añade que «a partir de entonces, solo será necesario ir cubriendo la tasa de reposición, de los que se jubilan». Con todo esto, el cuerpo estaría más reforzado. «Para llegar a la excelencia y poder desarrollar una buena policía de barrio, todavía sería necesaria otra inyección de personal», reconoce la concejala.

El compromiso de Guzmán con el cuerpo es fuerte. Los trámites se han agilizado en las últimas semanas y se espera que se resuelva pronto. Parece que llega el fin de este mal endémico de la ciudad.

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