La alegría versus la pena de los derrotados

Cinco claves. Casado ansía pactar con Vox, partido al que primero cortejó y luego calificó de «ultraderecha»

28 mayo 2019 10:05 | Actualizado a 28 mayo 2019 10:13
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Decía Marx (el gracioso, Groucho) que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Pero, si me lo permite desde el más allá el maestro del humor absurdo, habría que añadir que también es el arte de criticar descarnadamente lo que hacen otros y luego hacer exactamente lo mismo y encima sacar pecho o, lo que es peor aún, negar la realidad aunque ésta se estalle en la cara. Y el ejemplo más reciente es el líder del PP, Pablo Casado. 

1. Gobernar pese a lograr tus peores resultados 

El aspirante del PP a la alcaldía de Madrid, José Luis Martínez Almeida, gobernará la capital española con el apoyo de los once concejales de Ciudadanos y los cuatro de Vox. Almeida obtuvo quince (seis menos que en 2015), lo que supone el peor resultado en la historia del PP en el consistorio capitalino. La hasta ahora alcaldesa, Manuela Carmena, consiguió 19, uno menos, pero que son insuficientes sumados a los 8 del PSOE (uno menos). 

En la Comunidad de Madrid ocurre algo similar. Gana el PSOE con 37 escaños (igual que en 2015), seguido del PP (que pierde 18: pasa de 48 a 30), Ciudadanos (gana 9: de 17 a 26), Mas Madrid (20), Vox (12, en 2015 no se presentó) y Podemos-IU (7). En 2015 Mas Madrid y Podemos se presentaron juntos y obtuvieron 27 representantes. Quien peores resultados logra es el PP y su candidata, Isabel Díaz Ayuso, será presidenta si pacta la triple derecha.

Esos dos resultados y que, igualmente apoyándose en los partidos de Albert Rivera y de Santiago Abascal, podrá mantener ciertos ayuntamientos y comunidades, pese a caer brutalmente en votos, llevó ayer a Casado a decir que «hoy empieza la refundación del centro derecha» y que ahora tiene cuatro años para «apuntalar la recuperación». ¿Ir de mal en peor es recuperación? ¿Mantenerse en el poder apoyándose en un partido xenófobo es la base para la «refundación»? Patada y adelante. Casado debe ser fan del expresidente del Barça y su famoso «¡Al loro, que no estamos tan mal!».

2. Esquivar la ley que tú mismo propones

La primera proposición de ley del nuevo líder del PP fue modificar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General de modo que el alcalde o alcaldesa fuese la persona más votada y no la que surgiese de los pactos. Defendía adjudicar automáticamente la mayoría absoluta si la lista más votada obtiene un 35% de votos y cinco puntos de ventaja sobre el segundo o un 30% y 10 puntos de ventaja. Carmena ha logrado un 30,94% de sufragios y el PP un 24,23%. Estrictamente Casado cumpliría su propia ley, pero vulneraría su espíritu: «que la alcaldía no se decida en los despachos». 

3. El dilema de Ciudadanos

El sueño del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, de un sorpasso al PP se ha quedado en frustración. Otro derrotado que va de ganador. Debe decidir si ‘paga’ el precio que exigirá Vox para dejar  gobernar al PP en Madrid y otros lugares. En Andalucía, Ciudadanos se lavó las manos y quiso colarnos que había aceptado a regañadientes el apoyo externo de Vox. La formación ultra ya ha advertido que su apoyo no será ahora tan ‘barato’. ¿Vale la pena renunciar a tus (supuestos) principios socialdemócratas para lograr algo de poder? ¿De verdad cree Rivera que el PSOE madrileño apoyaría el independentismo?

4. La peonza

En el último día de la campaña de las generales, Casado ofreció a Vox entrar en su gobierno. Tras la debacle electoral afirmó que «Vox está en el panel de la extrema derecha. Abascal le debe a este partido que ha estado cobrando de chiringuitos y mamandurrias como él mismo dice». El lema del PP para las autonómicas fue «Centrados en tu futuro». Ayer los barones del PP atribuyeron la «remontada» al giro al centro. El presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijoó, dijo que el PP debe «seguir insistiendo y persistiendo en el centro». Casado replicó: «No hemos dado ningún giro o bandazo. El PP ha estado donde ha estado siempre. No ha habido tal giro».

5. Annus horribilis
Cuatro destacados políticos de la demarcación deben estar preguntándose «¿qué he hecho yo para merecer esto?». Es más que probable que el hasta ahora alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros, pierda el cargo. Ha ganado por 464 votos a ERC, pero seguramente gobernará Pau Ricomà. Ballesteros desborda simpatía y tiene don de gentes, pero le ha fallado la gestión. Muchos ciudadanos no olvidan tampoco su pacto con el PP y su papel durante la intervención policial del 1-O. 

El aspirante de Ciudadanos, Rubén Viñuales, llegó seriamente a soñar con la victoria en TGN. En su caso, su partido, Ciudadanos, ha sido un lastre. Demasiado buen candidato para tal partido.

El que fuera diputado del PP y que se quedó fuera del Congreso el 28-A, Jordi Roca, aspiraba a la alcaldía de El Catllar. Ha quedado último, con solo 81 votos.

Y Fèlix Alonso ha pasado de codearse con exministros en los pasillos del Congreso a la nada política. En una incomprensible decisión, Podemos le borró de candidato al Congreso. Fue fruto de esos cambalaches a los que nos han acostumbrado las confluencias podemitas. Era un excelente diputado. Alonso se refugió en la alcaldía de Altafulla. Ahora ha perdido. Sic transit gloria mundi.

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