La avenida Andorra de TGN, sin fiestas después 27 años seguidos de celebración

Después de la disolución de la Associació de Veïns Tarraco, los residentes del barrio se despiden de su festividad de septiembre

31 agosto 2018 18:12 | Actualizado a 11 septiembre 2018 12:37
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Desde hace 27 años, el primer fin de semana de septiembre, la avenida Andorra se llenaba de niños que esperaban montados en sus bicicletas con ansia a que la Guàrdia Urbana cortara la calle durante 3 días. Hoy, sábado, será el primero en casi 3 décadas que este acontecimiento no tendrá lugar. 

Con la disolución de la Associació de Veïns Tarraco el pasado 1 de diciembre, las fiestas del barrio también dicen adiós. «Eran un emblema de nuestra calle», lamenta decepcionada Josefina Pizarro, vecina del barrio. Ella es una entre los cientos de vecinos que no podrá disfrutar de las fiestas por culpa de una falta de implicación. 

Jordi Galcerán, el último secretario de la asociación, asegura que ha faltado demasiado presupuesto. «El capital no era el necesario. El Ayuntamiento siempre ha aportado un 40% de los ingresos, pero este año no se ha alcanzado el umbral óptimo, ya que faltaban demasiadas aportaciones propias», relata Galcerán, haciendo hincapié en que «es impensable entrar en deudas».

Añade, además, que fue «un conjunto de cosas» lo que obligó a la junta a bajar la persiana. «Sabe muy mal no poder celebrar las fiestas del barrio porque venían cientos de niños a participar en nuestras actividades», explica.

Y es que durante el primer fin de semana de septiembre -celebrado en esta fecha para conmemorar la festividad de la patrona de Andorra, Nuestra Señora de Meritxell- la calle estaba prácticamente dedicada a los más pequeños y a los mayores. Fiestas de la espuma, carreras de sacos y bicicletas, conciertos, habaneras, bailes e incluso un correfoc han generado durante todos estos años un ambiente familiar inconmensurable que atraía incluso a gente de otras zonas de Tarragona. 

Paralelamente, Pere Margalló, marido de Josefina Pizarro, explica que la falta de junta ha sido la «razón principal de la suspensión de las fiestas». «Los negocios del barrio siempre han ofrecido servicios y productos para colaborar, sin embargo, se ha echado de menos un Calígula, alguien que fuera capaz de gestionar esos pedidos», opina Margalló.

Cabe destacar que las fiestas de la avenida Andorra costaron mucho de poner en marcha y se necesitó el apoyo de todos los socios, quiénes pagaban 20 euros anualmente.

La disminución de la cantidad de socios de la junta forzó a una reunión que terminó con su disolución. Jordi Galcerán recuerda que «al preguntar si alguien quería tomar las riendas de la asociación, no hubo respuesta», y, además, reconoce que prefirieron cancelar las fiestas por completo antes de hacerlas con menos presupuesto, «ya que los vecinos se habrían disgustado sin unas que no estuvieran a la altura de las anteriores 27 ediciones».

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