La campaña más incierta

Tarragona El efecto de las Generales del 28 de abril dibuja un escenario con muchas incógnitas y sin un ganador claro por primera vez en la última década 

10 mayo 2019 06:07 | Actualizado a 16 junio 2019 10:50
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La ciudad de Tarragona afronta las Municipales más inciertas de la última década. Por primera vez desde 2003, no hay un candidato que parta con una clara ventaja para obtener la vara de alcalde, a tenor de los sondeos que manejan los doce de partidos que, en esta ocasión, concurren a los comicios para obtener representación en el Saló de Plens de la Plaça de la Font. 

Josep Fèlix Ballesteros (PSC) ocupa la alcaldía desde 2007 y siempre ha ganado con claridad, pero en esta ocasión no tiene asegurada la reelección. Las Generales del pasado 28 de abril son un claro ejemplo de ello, ya que los resultados de hace 12 días reflejan un empate técnico con ERC y un inesperado hundimiento del actual socio de gobierno de los socialistas: el PP, que aparte de tener que reinventarse sin Alejandro Fernández debe frenar urgentemente la fuga de votos hacia el centro –Ciutadans– y hacia la derecha –VOX–.

El flirteo de Pablo Casado con los de Abascal no ha ayudado a las aspiraciones de un José Luis Martín que lo apuesta todo a reivindicar la gestión de los últimos tres años de los concejales populares para poner el punto y final a una sangría de votos que parece no tener fin. 

Ballesteros, en ‘pole position’
Es cierto que los números del 28-A no pueden trasladarse miméticamente a las Municipales, pero sí que sirven como una interesante fotografía del momento por el que pasa cada formación. Ballesteros sigue partiendo desde la pole position, tiene a su favor el factor alcalde y el hecho de poder mirar a izquierda y derecha para materializar un pacto de gobierno.

Además, las siglas del PSC llegan en un mejor momento que en 2015, y la victoria de Pedro Sánchez puede ser clave para que los socialistas arrastren el voto útil de la izquierda no soberanista, así como al del antiguo votante moderado de CiU que, recientemente, se ha quedado huérfano tras la disolución de la antigua federación nacionalista. 

Sin embargo, los últimos registros han hecho anhelar serias esperanzas de éxito al republicano Pau Ricomà, quien curiosamente puede tener como a gran aliado para sus aspiraciones a la alcaldía a... VOX. En efecto, la vía que juega Esquerra es la de verse beneficiada por la fragmentación de las fuerzas constitucionalistas.

El 28-A puso en alerta que PP y VOX podrían tener problemas para entrar los dos en la Plaça de la Font, ya que para ello deben superar, como mínimo, el 5% de los votos cada uno. ERC espera que la pugna entre Cs, PP y VOX pueda dejar a los dos últimos fuera del Saló de Plens, y que la suma entre PSC y Ciutadans no llegue a los 14 ediles. ¿Qué significaría esto? Pues que en una hipotética investidura los republicanos podrían contar con el apoyo de Junts per Tarragona, Comuns y CUP para confirmar el sorpasso.  

La duda del ‘efecto Nadal’
Aspiraciones aparte, una de las grandes incógnitas del 26 de mayo será el efecto que pueda tener el apellido Nadal, que vuelve a presentarse a unas elecciones 16 años después de la mano del hijo del histórico alcalde Joan Miquel  Nadal –Dídac–. Una vez pasada  página de la antigua Convergència, el líder del PDeCAT –que ahora se presenta como JxTGN– aspira a frenar la caída de los exconvergentes y consolidar, al fin, un proyecto que no arranca desde hace más de una década.

La coincidencia con las elecciones europeas podría potenciar sus aspiraciones, a no ser que el elector soberanista equidistante decida apostar por el voto útil y diversificar las papeletas.   
Como tercera vía se sitúa Rubén Viñuales (Ciutadans), quien podría hacer buena la frase de a río revuelto, ganancia de pescadores. Los naranjas quieren centralizar la papeleta de cambio a Ballesteros y el voto útil frente a PP y VOX para ser la gran sorpresa de la noche electoral. Todo está por hacer y todo es posible. 

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