La cita de los gitanos en Trinquet vell

Culto evangelista. Desde 1986, parte del colectivo instalado en la Part Alta se reúne para «predicar la palabra de Jesús»

10 marzo 2019 18:06 | Actualizado a 11 marzo 2019 20:05
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Son las siete de la tarde y algunos  gitanos de la Part Alta de Tarragona tienen una cita en la calle Trinquet Vell. Así es cada día de la semana, menos lunes y sábado, que hay descanso. Se trata del culto evangelista, dirigido por el pastor Enrique Demetrio, vecino de Campclar. «No creemos en los Santos, creemos que el único que nos ha salvado es Jesús de Natzaret. A él tenemos que adorarle», asegura Demetrio, que explica así  la principal particularidad del evangelicalismo.

Manel Amador acompaña a Demetrio en el culto, que dura aproximadamente una hora. Es aspirante a pastor. Está opositando, como aquel que dice. Para ello, necesita conocer a la perfección la Biblia, algunos años de práctica y, sobretodo, «ser una persona respetada, que no sea codicioso, ni tenga vicios», asegura Demetrio.

Mujeres y hombres van llegando al punto de encuentro, una pequeña estancia decorada con madera en las paredes, instrumentos, bancos, un pedestal e incluso una cafetera. Entre los gitanos –que son mayoría–, se encuentra una mujer paya. «He pasado por muchas depresiones y he estado ingresada hasta en centros de desintoxicación. Un día, salí del Hospital Santa Tecla y un hombre me aconsejó venir a este culto evangélico. Desde entonces, soy una persona nueva, totalmente curada», explica este testimonio.

Y este es el objetivo de la iglesia y del pastor. «Queremos ser mejores personas, predicando la palabra de Jesús. Hemos sido un pueblo muy discriminado, y ahora nos estamos integrando a la sociedad. Explicamos a los jóvenes que deben estudiar y formarse», explica Demetrio. El culto está abierto a todo el mundo y no todo el colectivo gitano de la Part Alta es evangelista. «Tenemos un buenísima convivencia. Que cada uno haga lo que quiera. Nos respetamos», explica Ramon Batista, un miembro del culto.

Empieza el culto puntual. Detrás del pastor se encuentran tres jóvenes que ponen el ritmo, tocando la batería, el teclado y la guitarra. A primera fila, está Elvira. Es el coro, quien canta y consigue poner el vello de punta a todos los presentes. El culto dura una hora, en la que el pastor pide rezar por los enfermos y cuenta alguna que otra historia con final de moraleja. También se pasa un cuenco para depositar una ayuda económica. Y es que desde el colectivo piden a las administraciones que les ayuden a hacer frente a los gastos, como por ejemplo al local. Es pequeño, no hay espacio para los niños y se deben seis meses de alquiler. Piden apoyo para seguir haciendo los cultos.

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