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La Direcció General de Qualitat Ambiental i Canvi Climàtic ha publicado el informe sobre el plan de vigilancia del Camp de Tarragona durante el año 2019. El estudio concluye que los compuestos orgánicos volátiles (COV) legislados no superaron los límites que marca la Unión europea (UE). El análisis también recoge datos sobre los niveles de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), que la Generalitat analiza desde el 2017.
Tal como ha especificado el Govern, "técnicamente es difícil determinar la presencia de estos compuestos en el aire, puesto que para la mayoría no existen métodos de medida ni valores de referencia". Las medidas de los que están reglados, como el benceno y el benzopireno, "indican que se encuentran por debajo de los límites".
En cuanto al resto de componentes, se ha estudiado su evolución en el tiempo para comprobar si incrementan o disminuyen "y se está hecho una investigación de valores de referencia que pueden existir en otros países sin que se haya detectado nada destacable", se concreta.
El comunicado de la Direcció General de Qualitat Ambiental i Canvi Climàtic especifica que para el análisis en continuo del benceno "se utilizan cromatógrafos, que permiten hacer un seguimiento de posibles episodios ambientales".
"Este seguimiento, único en Catalunya, constata que nunca se han superado los niveles de referencia y ha permitido identificar en qué situaciones se dan los valores más altos por, de este modo, poderlos reducir progresivamente", indica el ejecutivo.
Según detalla la Generalitat, "estos análisis se realizan más allá de la normativa y responden a la demanda del territorio y a la sensibilidad de la administración, atendida la singularidad industrial del entorno".
El Camp de Tarragona reúne la concentración más grande de industria química del sur de Europa, que comparte ubicación con la segunda aglomeración urbana de Catalunya, donde viven 400.000 habitantes, y con una de las principales zonas turísticas del Mediterráneo.
