La crisis dispara un 78% la oferta de habitaciones de alquiler en Tarragona

El paro y los ERTE merman la capacidad económica. Hay inquilinos que no pueden asumir la renta de una vivienda y buscan pisos compartidos. Tarragona, entre las ciudades con más alza

08 diciembre 2020 07:50 | Actualizado a 08 diciembre 2020 12:35
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Como ya sucedió con la crisis financiera, la depresión de la Covid-19 ha cambiado el panorama inmobiliario. «Hemos visto que hay un aumento de contenido importante en la cartera de ofertas, sobre todo de pisos de alquiler. El crecimiento es de aproximadamente un 50% más», sostiene Ferran Font, director de estudios del portal Pisos.com, que apunta otra tendencia: «Hay un incremento del alquiler de habitaciones, que aparecen ahora como una alternativa, una solución residencial ante unas circunstancias negativas».

La nefasta situación económica, en un panorama con el paro al alza, cierres regulares de negocios y los ERTE a la orden del día, se ha traducido en un incremento de las personas que no pueden pagar un piso y optan por buscar una habitación. «Ha habido afectados por la pandemia que han visto reducida ostensiblemente su capacidad económica y buscan una alternativa. El desempleo ha subido mucho y también han bajado los ingresos en muchas casas, a raíz de los expedientes temporales de empleo. Hablamos de perfiles de personas que antes podían pagar una renta y, a día de hoy, les resulta imposible. Ese alquiler de habitaciones que tradicionalmente estaba ligado a gente joven ve ampliarse cada vez más el espectro de edades», cuenta Font, que admite que en la plataforma pisocompartido.com se ha registrado un incremento del parque disponible durante este año.

Precios elevados

Los ejemplos proliferan en internet: alquiler de habitación en Higini Anglès, en Tarragona, por 230 euros; otra en la calle Reding, por 270; y una más por 300 en la Rambla Nova. Calafell, El Vendrell, Reus o Vila-seca son otras poblaciones con ofertas en diversos portales. Los precios, en la mayoría de los casos, no son excesivamente asequibles, pues son herederos del incremento de tarifas del alquiler que se ha producido en los últimos años y que también ha impactado en ciudades de tamaño medio como Tarragona.

La opción también es una forma, para el propietario o arrendador, de obtener unos ingresos extra para sobrellevar la situación. El piso compartido ya no es solo cosa de estudiantes ni de jóvenes. Ahora también es una señal de escasez y necesidad. En el otro lado, también hay están los arrendatarios interesados en una estancia: «Señor serio de 57 prejubilado busca habitación económica por la zona de Calafell. Por motivos de la pandemia necesita una habitación para alojarse». Otro ejemplo: «Busco una habitación en Tarragona ciudad o pueblo cercano, con gente seria, amable y educada. Soy un chico amable y respetuoso». A veces se generan escenarios de intercambio de servicios que ya provocó la crisis de 2008. He aquí un anuncio a modo de ejemplo en Calafell: «Alquilo habitación a cambio de limpieza en la vivienda. Segunda planta».

La crisis del coronavirus ha disparado la oferta de todo tipo de inmuebles en alquiler. Según los datos del portal Idealista, las viviendas disponibles para el arrendamiento han aumentado un 63% desde marzo, justo cuando estalló la pandemia sanitaria, y el número de habitaciones disponibles ha registrado un crecimiento incluso superior. Dentro de esa tendencia general durante los último meses, Tarragona capital figura entre las ciudades que registran un aumento más elevado: la oferta ha crecido un 78% de marzo a octubre.

Madrid se sitúa al frente de las subidas. según este ranking de Idealista. En la capital española, el número de anuncios se ha triplicado desde que estalló la crisis sanitaria (en octubre hay casi un 203%), seguida de Murcia (162,5%), Ceuta (125%), Sevilla (105,9%), Barcelona (99,9%) y Jaén (95,1%). En el global catalán, el dato asciende al 83,3%, básicamente espoleado por el empuje en Barcelona y Catalunya. En Girona la oferta ha descendido un 14% y en Lleida se ha incrementado, pero solo un 18%.

Así, a pesar del riesgo de contagio evidente que puede tener compartir piso, la situación económica y la falta de recursos están provocando que aumente esta tendencia, que supone para algunas voces una forma más de exclusión y de riesgo de pobreza.

Varias casuísticas, además de la necesidad, influyen en este aumento. Por un lado están todas las habitaciones que han quedado libres en los pisos de alquiler turístico. De hecho, varios portales calculan que en Tarragona el trasvase de la oferta turística a la tradicional ronda el 20%, algo esperable debido al batacazo del sector esta temporada, que ha frenado de golpe el progresivo incremento de los pisos turísticos. Por otro, afectan los estudiantes extranjeros que han dejado de venir o los hostales y hoteles que se han pasado al alquiler para sobrevivir, que en más de un caso se anuncian en portales inmobiliarios. Hay que tener en cuenta que tanto el teletrabajo como la educación a distancia, impulsada con especial intensidad en el entorno universitario, han reducido la movilidad y los desplazamientos.

Negociación entre las partes

Atrás quedan meses marcados por negociaciones y acuerdos constantes entre propietarios e inquilinos con el fin de llegar, en algunos casos, a un acuerdo de rebaja debido a la situación económica. En ese sentido, organismos como la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona han mediado entre ambas partes para pactar moratorias o descuentos de hasta el 50% en las mensualidades, con el fin de mantener el vínculo. Esa negociación también se ha dado en los locales de negocios, en algunos casos con supuestos vinculados a la posibilidad de que haya cierres de sectores para contener al virus.

Esas buenas intenciones, que han dado resultado en numerosas ocasiones, no han impedido que la morosidad se disparara en los alquileres en Tarragona. La dura realidad económica se ha ido imponiendo en los hogares y los locales comerciales, después de un periodo marcado por la solidaridad y las negociaciones entre propietarios e inquilinos. «Hemos pasado de una etapa de peticiones de condonaciones a la fase de gestión de los impagos, que se han disparado. Aproximadamente el 30% de los contratos que gestionamos incurren en impagos debido a la situación. Es un índice muy por encima de lo que sería habitual, que rondaría el 10%», decía hace unos meses Hèctor Ruana, gerente de la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona.

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