La demanda del máster de la URV para ser profesor de secundaria se dispara

La falta de docentes aumenta el atractivo de unos estudios que muchos ven como una apuesta segura de empleo. Este año optaban a cursarlo en la URV 211 personas y había plaza para 148

13 febrero 2019 09:24 | Actualizado a 13 febrero 2019 09:32
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Raúl Asensio tiene 37 años, es ingeniero eléctrico, trabaja en la rama del mantenimiento y tiene familia. Reconoce que cuando vio como todo su sector se reestructuraba con la crisis pensó que necesitaba un empleo que le ofreciera más estabilidad. 

Esta fue la motivación principal que le llevó a matricularse en el Máster de Formación del Profesorado que imparte la URV y que le permitirá dar clases en secundaria, bachillerato y Formación Profesional. El máster dura un curso, pero cuando el alumno trabaja, como es su caso, se puede hacer en dos. Él está en el segundo año y ya ha hecho prácticas. Dice que se ve trabajando en un instituto, pero reconoce que es un trabajo «más sacrificado y más duro de lo que pensaba. La gente muchas veces solo ve los dos meses de vacaciones» explica. 

Lo cierto es que el caso de Asensio no es precisamente único. Para este curso 211 alumnos optaron a hacer el máster en la URV como primera opción y sólo pudieron matricularse 148, es decir, el 30% no pudo cursar el máster o, al menos, no lo hizo en Tarragona. En comparación, en el curso 2016-2017 hubo 159 solicitudes y se matricularon 168; fueron más de los que lo pidieron porque la universidad absorbió la demanda de otras universidades. (Entonces había más plazas porque los grupos de clase eran más grandes). En resumen, la demanda creció en un 33% en dos cursos. 

Luis Marqués, decano de la Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia de la URV, explica que en la universidad se dictan las especialidades de Administración de Empresas, Biología y Geología, Economía, Física y Química, Geografía e Historia, Tecnología, Tecnologías industriales y Lengua y Literatura Catalana y Castellana. Son 8 de los 19 que existen. 

El acceso: por nota
Para acceder al máster, que tiene un coste de 2.616 euros, es necesario tener una titulación universitaria acorde con la especialidad que se quiere cursar. A diferencia de todos los másters que se ofrecen en la universidad, este es el único en el que el acceso a las plazas es controlado directamente por la Generalitat. 

El criterio que se sigue para asignar las plazas es la nota media del expediente académico, independientemente de cuando se haya acabado la carrera. Sirva como referencia que este curso la nota de corte más alta la tuvo la especialidad de Formación y Orientación Laboral en al UOC y la Pompeu Fabra: un 7,8. En Tarragona la especialidad de Geografía e Historia, con 7,1, fue la que tuvo la mayor nota de corte.  

La forma de acceso, no obstante, no ha estado exenta de críticas. En el caso de la especialidad de Lengua y Literatura Catalana y Castellana, diversas universidades insisten en que los alumnos de filología deberían tener preferencia, ya que ahora para cursar esta especialidad ‘compiten’ en igualdad de condiciones con los egresados de otras carreras como Periodismo o Humanidades.

Situación excepcional
Pero ¿qué ha hecho aumentar este interés por convertirse en profesor de secundaria? Lo primero, sin duda, es el hecho de que faltan profesores para atender al que han bautizado como el ‘baby boom’ del 2006 y que tiene que ver con los alumnos que este año llegaron a primero de la ESO. 

El siguiente hecho destacable es que para atender a todo este contingente de alumnos, el Departament d’Educació tomó una decisión inédita: que durante este curso, el 2018-2019, contrataría licenciados sin el máster que se comprometieran a cursarlo antes del inicio del curso 2021-2022. 

Así pues, basta con estar matriculado en el curso para entrar en las bolsas de trabajo de la Generalitat. Alfonso Ruíz, otro de los alumnos del máster, es un ejemplo, explica que ya le han llamado para cubrir una baja en un instituto como profesor de Física. No esperaba que fuera tan pronto y reconoce que habría preferido hacer como otros compañeros: «congelar» la bolsa mientras acaban de formarse teniendo en cuenta que el máster es exigente.  

En su caso es licenciado en química y bioquímica y siguió estudios doctorales. Ruiz, que tiene 45 años, explica que cuando debió cerrar su negocio después de 14 años de trabajo en febrero del 2018, debió replantearse qué hacer. Reconoce que antes de  este momento no había pensado en la docencia. 

Jordi Arrufat, de 40 años, es licenciado en ciencias políticas y trabajó los últimos años como técnico en la promoción de Catalunya en el exterior. Su puesto de trabajo desapareció con la aplicación del artículo 155. Decidió que con dos años de paro por delante lo mejor sería apuntarse al máster. Cree que la gente desconoce bastante lo que sucede en el ámbito de la educación.
Los coordinadores del máster reconocen, que el perfil de los alumnos es muy variado y hay desde estudiantes que acaban de terminar la carrera hasta personas con una amplia experiencia laboral en otros sectores. «Es un mix interesante, tenemos gente desde 21 hasta 50 y pico», explican. 

Tampoco todas las especialidades tienen la misma demanda. Ahora mismo las más solicitadas son Tecnología, Matemáticas y Catalán, mientras que Geografía e Historia es la que menos. 

El número de plazas y dónde se abren las distintas especialidades  se define cada tres años, así que se espera que, de cara al curso que viene, haya cambios. 

Por lo pronto el decano explica que el  máster es el título que más estudiantes concentra de toda la URV. En él trabajan 70 profesores de 11 departamentos y 6 facultades distintas. Entre los profesores hay, además, directores de instituto e inspectores de Educació.

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