La despoblación deja sin tiendas al 11% de municipios

Es otra arista de la Tarragona vaciada. Más de 3.600 tarraconenses viven en pueblos que no tienen establecimientos. Seis ciudades concentran la mitad de la oferta comercial provincial

15 diciembre 2019 20:15 | Actualizado a 15 diciembre 2019 22:25
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Ni bancos (108 municipios tarraconenses no tienen sucursal), ni bares (Capafonts lucha por mantener el suyo), ni tiendas. En la provincia, hay 20 poblaciones sin establecimiento comercial, en una deriva más de la desertización económica y, en último término, de la despoblación. Querol (Alt Camp) es la población más grande que no tiene tienda. A pesar de sus 521 habitantes, no dispone de establecimiento en su término, según el censo elaborado por la Generalitat, con datos de 2018. En la misma situación hay núcleos como La Figuera, Els Guiamets, Renau, Pontils, Mont-ral o Les Piles. Es síntoma de cómo el comercio se repliega cada vez más en las grandes ciudades y, dentro de ellas, en las calles principales y en centros específicos. 

El censo ofrece otros datos a tener en cuenta: más de 3.600 tarraconenses viven en municipios que no tienen ni una tienda. Curiosamente, a pesar de los problemas de despoblación que sufren las Terres de l’Ebre, todas las localidades huérfanas de comercios están en el Camp de Tarragona. Así, el 11% de las localidades tarraconenses no tienen tienda, un porcentaje muy similar al catalán, donde hay 96 municipios en esa situación. Colldejou (Baix Camp) también aparece en ese listado, aunque a decir verdad sí hay un comercio que se erige en salvador para muchos. «Es la tienda de los descuidados», bromea Jordi Sierra, el alcalde, sobre la ‘agrobotiga’, ese proyecto que arrancó hace años cuando el último comercio de iniciativa privada bajó la persiana. «El bar es municipal, igual que el hotel, de cinco habitaciones, y la tienda. Abre cuatro horas al día y vendemos sobre todo producto de proximidad», explica el máximo representante municipal. 

La ‘agrobotiga’ al rescate
Se puede encontrar desde aceite de La Selva del Camp, a queso del propio pueblo, pasando por carne de La Vilella Baixa, entre otros ultramarinos o conservas, además de fruta, vino, zumos o productos de la limpieza. «Hay una empleada municipal que lo lleva. Es una manera de que el pueblo pueda tener al menos una tienda. Es producto de calidad pero puede ser algo socorrido para el vecino. Al final, como ayuntamiento tienes que intentar mantener los servicios en la medida en que puedas», cuenta Jordi Sierra. 

Eso sí, para la cesta de la compra semanal y las adquisiciones más importantes, el ciudadano se ve obligado a irse a algunos de los municipios más cercanos, como Reus o Cambrils, en busca de la gran superficie o, al menos, de una cadena de supermercados. Sin embargo, la ‘agrobotiga’, esa iniciativa pública impulsada por algunos municipios en parecida tesitura, es una socorrido recurso para cuando el vecino no puede o no quiere salir del pueblo a comprar atún, harina, huevos o tomates. 

Es una arista más de esa Tarragona vaciada, sobre todo hacia el interior, en comarcas como la Conca de Barberà (Savallà del Comtat, Vallfogona de Riucorb, Senan o Conesa carecen de tiendas) pero también en poblaciones más cercanas a grandes núcleos como El Rourell o Vespella de Gaià. Tampoco en esos sitios se hallan comercios y los vecinos se ven obligados a coger el coche para comprar. El problema va más allá de esas carencias en entornos rurales. En Catalunya, el 50% de la oferta comercial se concentra en únicamente 15 municipios, entre los que se encuentran Tarragona y Reus, y con Barcelona, claro está, a la cabeza. 

En la provincia la proporción resulta todavía más drástica: seis poblaciones concentran la mitad de las tiendas. Tarragona, Reus, Tortosa, El Vendrell, Cambrils y Amposta suman 5.300 comercios del total de 10.600, aproximadamente, que tiene registrados la Generalitat, a fecha de 2018. Un total de 100 municipios tarraconenses, más de la mitad, no tienen más de 10 tiendas en su núcleo. 

Un estudio de Pimec Comerç también alerta de la situación. Sus datos sostienen que el 57% de las localidades tarraconenses –97 en total– tienen entre cero y diez comercios. «Estamos muy preocupados por la situación. Exigimos a los ayuntamientos y a los gobiernos que actúen para mantener el comercio de proximidad, que da valor añadido. Los datos hablan por sí solos de lo delicada que está la situación», admite Florenci Nieto, presidente de Pimec Comerç en Tarragona. 

La provincia tiene 9,9 comercios por cada mil habitantes, tres puntos menos que la media catalana, ubicada en 13,6. Pimec también denuncia que entre 2017 y 2018 se perdieron un 2,32% de comercios en la provincia. 

Un reciente informe de la Federación Nacional de autónomos alerta de cómo la despoblación está afectando al comercio en zonas de la llamada España vaciada. Tarragona provincia ha perdido un 8,3% de sus autónomos en el comercio en los últimos cuatro años. De los 13.441 que había en noviembre de 2015 a los actuales 12.322. Son 1.119 menos. Por porcentaje, Tarragona es la provincia catalana que más pierde y también figura entre las más afectadas a nivel de España, según el estudio. El análisis sostiene que el comercio es el sector más afectado por la pérdida de población, concretada en que «no hay relevo generacional en los pueblos», que ven cómo «los jóvenes se van» y los comercios pierden esos clientes en potencia. 

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