La escuela que redujo el absentismo invitando a los padres a clase

El Institut Escola Mediterrani de Campclar se ha hecho con el prestigioso premio Baldiri Reixac que entrega la Fundació Carulla

24 mayo 2019 10:16 | Actualizado a 27 mayo 2019 15:27
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Nada mejor para entender cómo se trabaja en el Institut Escola Mediterrani de Campclar que entrar en la clase de primero de primaria. Los niños están sentados en tres grupos con sus fichas, unas cestas con dinero de juguete y calculadoras: están haciendo matemáticas.

Cada uno de los tres grupos, que se irán rotando, está con un adulto. Uno está con su tutor, otro con la profesora de refuerzo y el tercero con Antonio Heredia, padre de Antonio, uno de los niños de la clase.

Antonio (el padre) se asegura, uno por uno, de que los niños que tiene delante están entendiendo el concepto que están trabajando. Viene como voluntario a la escuela siempre que el trabajo se lo permite. De etnia gitana, explica que, aunque él no terminó los estudios obligatorios, quiere que su familia cuente con más oportunidades. «Lo hago por ayudar, pero también porque sé que al crío le motiva», relata sonriente.  

Una fórmula contrastada

La esencia de lo que pasa en esta clase de primero se traslada a lo que sucede en todo el centro. La escuela se beneficia de la implicación de la comunidad (en especial de los padres) y, a la vez, la escuela contribuye a mejorar el barrio. Ahora, esta experiencia les ha hecho acreedores del prestigioso Premi Baldiri Reixac que entrega la Fundació Carulla en la categoría de escuelas.

Esta forma de trabajar no es ningún experimento, explica Cristina Lara, su directora, sino una metodología  con resultados científicamente comprobados que se puso en marcha en el centro en el curso 2011-2012, inspirados en el proyecto de el colegio La Paz de Albacete. Hoy, unos 800 centros en todo el mundo, de diferentes contextos sociales, siguen el mismo modelo. En Catalunya hay, además, una red de centros que usan esta metodología.

Los alumnos de la escuela son, casi en su totalidad, hijos de familias gitanas o magrebíes. Cuando se puso en marcha el plan, una de las principales motivaciones era  atajar el problema del absentismo. Y lo han logrado: han pasado de tener un 50 por ciento de alumnos que faltaban a clase a un cinco.

Los resultados, explican Lara y Rosana Varas, jefas de estudios, se van constatando poco a poco. En educación, explican, las cosas no pasan de un día para otro. 

Hay, además, otras señales que muestran que algo está cambiando. Cuenta Varas que antes los alumnos sólo decían que querían hacer trabajos de poca calificación y ahora también hay quien aspira a ir a la universidad.

Pero la participación de las familias no se queda en la colaboración en las aulas; están presentes en todas las decisiones que se toman en la escuela, como por ejemplo las actividades extraescolares o  las excursiones que hacen sus hijos. Si aquella salida no se puede pagar se buscan otras alternativas.

Aquí se sueña

Los padres también han sido partícipes de los planes del centro para decidir sus sueños porque esa es otra de las claves de la escuela: aquí se sueña. 

En la entrada hay una serie de carteles con hormiguitas que hablan de los sueños conseguidos: un Casal d’Estiu, un huerto, una mesa en el patio, un laboratorio en condiciones, tocar un instrumento, etc.

Justamente el sueño de hacer música es uno de los que han conseguido este año gracias a la colaboración del Institut Municipal d’Educació de Tarragona, que ha montado clases de batucada para los alumnos de primero y segundo de ESO de la mano de la Escola Municipal de Música.

Otro de sus grandes sueños lo consiguieron hace dos años y fue convertirse en instituto escuela. Hoy, los alumnos que estrenaron la ESO están en el segundo curso y siguen con la misma metodología de trabajo.

El barrio también gana

Además de las familias, en la escuela también cuentan con voluntarios de diversos perfiles que les ayudan en las actividades, desde profesores universitarios hasta  ingenieros o banqueros.

Y es que, además de las clases de los niños, en la escuela se organizan cursos para adultos de castellano y catalán para los familiares (que están llenos). Cuentan además, con un club de lectura para las madres y otras mujeres del barrio del cual están muy orgullosos.

Lara resume la clave de su éxito: «La escuela está abierta a la comunidad, la han hecho suya».

Más escuelas ganadoras

Escola Pau Delclòs: Conocer las raíces del presente

 

Es ya la cuarta vez que la Escola Pau Delclòs gana un premio Baldiri Reixac. En esta oportunidad les han reconocido en el apartado de ‘experiencias en grupo’. El proyecto por el que han sido premiados lleva por título ‘El monument dels Castellers de Tarragona’ y fue desarrollado en la clase de P-4.

La directora de la escuela, Coloma Bartra, explica que el proyecto se encuentra dentro de otro más grande que abarca a los alumnos de toda la escuela sobre ‘Les arrels del present’ (Las raíces del presente. La intención es que desde que entran en la escuela en P-3 hasta que salen en sexto de primaria, durante cada curso, los alumnos estudien en profundidad un monumento de la ciudad.

En el caso de los más pequeños eligieron monumentos contemporáneos y más cercanos. Así los de P-3 se ocupan de L’avi Virgili, los de P-4 del Monument dels Castellers y los de P-5 del Balcó del Mediterrani.

En el proyecto interdisciplinario que ha ganado esta vez, igual se leen libros sobre castells que se crean en plastilina o se reproducen con fotos de los niños formando un collage. 

Escola El Miracle, l a clase que se convirtió en un piso 

 

También en la categoría grupal ha sido galardonada con el premio Baldiri i Reixac la Escola el Miracle gracias a  su proyecto ‘Un pis amb vistes’. Dicho trabajo también resultó ganador este año de los premios del Institut Municipal d’Educació de Tarragona, IMET.

Cuenta Helena García, tutora de sexto del año pasado, que la idea surgió de manera espontánea durante una clase de matemáticas en que estaban calculando áreas y perímetros. Midiendo la clase les pareció que las dimensiones no eran muy distintas a las de un piso, así que decidieron hacer justamente eso: convertir el aula en una vivienda.

En el proyecto, con la ayuda de una arquitecta, elaboraron planos para decidir la distribución e hicieron las maquetas correspondientes.

Trabajaron desde matemáticas, haciendo los cálculos, o lenguas, para elaborar el reporte de lo que estaba pasando, hasta plástica para ocuparse de la decoración.

El resultado, como puede verse en la imagen, resultó de lo más realista y por él pasaron todos los alumnos de la escuela. «Al final tuvimos nuestro piso, soleado y con vistas al mar», resumen los chicos. 

<blockquote class="embedly-card"><h4><a href="https://www.diaridetarragona.com/tarragona/Premio-a-las-profesoras-que-llevan-el-arte-a-las-escuelas-20190524-0047.html">Premio a las profesoras que llevan el arte a las escuelas</a></h4><p>El próximo curso se cumplirán cinco años desde que dos profesoras de artes plásticas de instituto, Eloïsa Valero y Thais Salvat, comenzaran a trazar un plan para que los alumnos de los centros educativos de la ciudad tuvieran la oportunidad de estar en contacto directo con artistas de diferentes disciplinas.</p></blockquote>
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