«La estación del AVE está muriendo de éxito y nadie la defiende»

Camp de Tarragona. Las críticas por la ubicación de la estación lanzadas desde Tarragona y Reus han impedido que se hayan llevado a cabo las mejoras necesarias

20 noviembre 2019 08:20 | Actualizado a 11 enero 2020 18:33
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Javier Escrivá es reusense y desde hace cuatro años es usuario del Avant. Lo coge habitualmente todos los días a las 7.30 horas, excepto el viernes, ya que puede trabajar desde casa. Al no ser usuario los cinco días de la semana, no puede utilizar el párking de la estación de forma gratuita.

El aparcamiento es una de las principales quejas que manifiestan los usuarios de la estación del AVE Camp de Tarragona. La otra, las comunicaciones. Y Escrivá también lo sufre en sus propias carnes. «A mí ya me gustaría poder no ir en coche, pero el problema es que para el tren de primera hora no hay autobús y tendría que coger el de las 8.30 horas. No hay una sincronización ni se ha facilitado un enlace entre estaciones», añade.

Vicenç Parisi también es del colectivo Avant desde hace dos años. Vive en La Selva del Camp. De hecho, hay siete personas de este municipio que incluso tienen un grupo de whatsapp para coordinarse los viajes hasta la estación. Parisi es profesor universitario. «Los martes a las 9.30 horas tengo clase, por lo que intento coger el Avant de las 7.30, pero si no hay plazas tengo que esperar hasta el de una hora más tarde y después empiezo la clase quince minutos tarde y ya la alargamos después», explica.

Las críticas por la ubicación de la estación han impedido que se hayan acometido las mejoras necesarias, a pesar de una masa de usuarios que se ha incrementado. También entre los viajeros del Avant, entre los que hay muchos profesionales del Alt Camp, el Baix Camp y el Tarragonès que lo utilizan a diario.

«El problema de esta línea es que ni la gente de Tarragona ni la de Reus se la sienten suya, pero es una línea que está muriendo de éxito y no hay quien la defienda», argumenta Ramon Puig.

Los usuarios de Lleida también sufren el problema de las vibraciones de los nuevos convoyes. Han empezado a moverse a nivel de todas las administraciones para que alguien se comprometa a la sustitución de los materiales. «¿Y nosotros, a quién nos quejamos?», lamenta Puig.

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