La foto científica de la Covid-19 que ha premiado la URV

Reconocimiento. La Universitat Rovira i Virgili galardona una instantánea de Paula Cid, bioquímica, sobre la soledad del científico en la investigación contra la pandemia

29 abril 2021 16:29 | Actualizado a 29 abril 2021 16:42
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Aquí se pierde la noción del tiempo. Dice Paula Cid (Tarragona, 24 años) que entre esas cuatro paredes no sabes ni qué hora es, ni si se ha hecho de noche, porque ni tan siquiera miras la ventana. Solo está ella, bioquímica y bióloga molecular por la URV, y una compañera, en un laboratorio apartadas del resto de compañeros. Nunca la imagen romántica e icónica del científico en soledad, recluido en su habitáculo y concentradísimo para evitar un fallo que acabe en contagio, tomó una dimensión tan real. 

Todo esto se intenta transmitir en la imagen que acompaña a este texto. La instantánea se llama 'The upside down' y ha sido premiada por la URV en sus galardones a la mejor fotografía científica. Esta ha ganado en la categoría Covid-19. En ella se ve a la propia Paula en el laboratorio detrás del cristal, al fondo, con guantes, equipo de protección y máscara facial, manejando nada menos que muestras de SARS-CoV-2, en principio no contagiosas. «Nos hemos tenido que adaptar a hacer investigación en unas condiciones diferentes; trabajando, separados del resto del centro, en un laboratorio de bioseguridad nivel 2 para manipular el virus inactivado mediante luz ultravioleta», describe ella. 

Lo de inactivado es solo en teoría, claro, porque el riesgo latente es tal que hay que curarse en salud hasta extremos insospechados. En ese ambiente de presión y exigencia vino la inspiración. «La idea de la foto salió un día trabajando en el Institut Català de Nanociència i Nanotecnologia, donde estamos desarrollando un biosensor para diagnosticar la Covid-19», cuenta Paula, que de alguna manera quería rendir un homenaje gráfico a toda esa sapiencia volcada en el combate contra el virus. 

«A veces no se valora lo suficiente al biólogo o al bioquímico que está aislado, trabajando con el virus, en unas condiciones duras, e incluso a estas alturas sin haberse vacunado, como es nuestro caso, y con una cierta tensión, porque maneja un patógeno que, en principio, no está activo, pero nunca lo sabes con certeza. Por eso tenemos que protegernos y trabajar en cabinas de bioseguridad».

Paula quiso homenajear la labor de biólogos o bioquímicos que estudian el SARS-CoV-2

A Paula la pandemia le impactó de lleno en el final de su vida académica. Hace algo más de un año estaba acabando un máster en la URV cuando llegó el confinamiento y, a la vez, la opción de dar el salto e irse a trabajar a Barcelona, a abordar el estudio del SARS-CoV-2 en ese centro de referencia ubicado en el campus de la Universitat Autònoma. «Aún no lo he asimilado del todo. Si durante la carrera me llegan a decir que iba a venir una pandemia y mi primera experiencia laboral iba a tener que ver con eso no me lo habría creído», confiesa, ya algo más habituada a algo que le sigue sobrecogiendo en los detalles cotidianos. En el silencio tras la puerta con el cartel de ‘riesgo biológico’, bien ataviada con todo tipo de ropas protectoras, la cabeza no deja de bullir y dar vueltas: «El primer día impacta verse aquí. A veces inquieta saber que estás trabajando con el virus, que lo tienes ahí delante, pero no hay que pasar miedo. Es mejor tomárselo con naturalidad y tranquilidad, para que no haya ningún imprevisto». 

Un biosensor para la Covid-19
La foto laureada no es ninguna escenificación. El día a día de Paula tiene mucho que ver con ese tipo de protocolos. «Nos envían las muestras congeladas. Yo me dedico a prepararlas para ponerlas dentro del biosensor. Cuando manipulamos lo hacemos dentro de la campana. Tratamos de preparar las superficies sobre las que pondremos los anticuerpos», explica Cid. El proyecto, que arrancó en marzo de 2020, es ambicioso y puede suponer toda una revolución médica. El objetivo es modernizar la manera de diagnosticar el coronavirus. La idea es introducir una muestra de fluido oral en un sensor óptico que acabe cuantificando la carga viral y, todo ello, que quede integrado en un dispositivo portátil que permita hacer la detección con la saliva y de forma mucho más ágil, solo en 30 minutos. 

Esta bioquímica tarraconense, aficionada a la fotografía, sobre todo a través de Instagram, aprovechó el arrebato creativo. «Cada día veía la misma imagen de la foto, a la compañera, tras la ventana, trabajando sola. Me puse a pensar para darle sentido a algo que presenciaba diariamente y tuve la idea», reconoce. 

Este año de aventura profesional, su debut en el mercado laboral, no ha podido ser más intenso y frenético. «Cuando estoy aquí trabajando sola valoro un poco la situación que vivíamos antes, y soy consciente de en qué estamos inmersos. Tengo la esperanza de que se acabe solucionando. Creo que estamos más cerca cada vez», explica, y no deja de sentir un cierto honor íntimo, por ver que colabora a su manera en esta carrera histórica: «Estoy muy orgullosa de formar parte de este proyecto y de aportar mi granito de arena. Fue todo muy rápido. Apenas pude acabar los estudios del máster en Tarragona y me vi trabajando aquí. La foto es un reconocimiento a todo eso, a la labor de la investigación. Trabajar todo el día aquí encerrados, sin ver a nadie, es duro mentalmente». 

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